Por fin en La Rochelle.

 Hola navegantes. 

Hoy salimos de La Cotinière después de una noche tranquilísima, sólo interrumpida por el trajinar de los pesqueros alrededor de las 3, cuando salían a faenar.

La navegación volvió a ser maravillosa. La primera mitad, hasta la Punta de Chassiron (el extremo Norte de la Isla de Olerón) nos tocó dar varios bordos de ceñida, pero esta vez agradables, con el barco poco forzado. Aquí el apunte del cuaderno de bitácora cuando pasamos la punta:

En la punta hay un escollo, el Antioche, marcado con una cardinal Norte, que algunos barcos no respetaron y acabaron allí sus días. En el entorno de la marca cardinal hay 5 naufragios, y uno de ellos asoma del agua la superestructura para recordarte por dónde andas.

Desde Chassiron a La Rochelle el viento nos entraba por la aleta, pudimos poner el espi y volábamos a más de 5 nudos. Todo este trayecto nos estuvo amenazando una tormenta con aparato eléctrico, que estaba descargando entre Olerón y el Continente, pero no nos alcanzó.

 Finalmente llegamos a la entrada de La Rochelle, donde gracias a nuestro pequeño tamaño nos han dado plaza de atraque en el puerto viejo, al que se entra entre sus dos famosas torres:

Tiene muy poco calado y a nosotros siempre nos han aceptado allí. Está en pleno centro, bajo las torres medievales, mientras que el otro puerto, el de Les Minimes, está a casi 3 km. Mañana pasaremos el día en La Rochelle. 

Y para acabar la crónica prosaica, ya se me ha roto un radio de la bici. Mañana tendré que sacar la riñonera de los cachirulos y dedicar un rato a repararlo.

Me despido con una foto del Corto Maltés bajo las torres de la Rochelle. Qué gusto da verlo allí, y sobre todo qué poco queda para que venga Ana.

Con cuidado, navegantes.