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miércoles, 27 de septiembre de 2023

¿El día del navegante?

 Hola navegantes.

Ya se celebran tantos "el día de..." que hay más de 365 y forzosamente muchos días de celebra más de una cosa. Yo no sabía que existiera el "día del navegante", pero hoy he visto circular por las redes varios recordatorios, y sin saber si es verdad o no, reproduzco el que me ha parecido más simpático:


¿Será ver dad que tenemos algo especial?.

lunes, 18 de septiembre de 2023

Logo definitivo

Bueno, recogiendo algunas de vuestras ideas, este va a ser el definitivo: 


Muchas gracias.

sábado, 16 de septiembre de 2023

Nuevo logo.

 Hola navegantes.

Comparto con vosotros el nuevo logo que me ha hecho mi hijo Pablo para el Corto Maltés. Mantiene el lema "Carpe diem", que procede de la frase de Horacio “Carpe diem, quam minime credulus postero”, es decir, “atrapa o disfruta el día presente, confiando lo menos posible en el futuro”. Creemos que resume bien la filosofía positiva de intentar disfrutar cada día como si fuese el último, y todos deberíamos aplicárnoslo antes de que nos llegue el palo, no sólo los que ya están marcados por un diagnóstico grave. 

Debajo, la silueta del personaje del cómic Corto Maltés, ese marino que es un poco bueno y un poco malo, como todos en la vida real, las gaviotas siempre presentes en nuestra vida cerca del mar, la Isla de Mouro, que es la imagen característica de la entrada de nuestra bahía, el velero navegando junto a ella, y por supuesto el nombre de Santander, la ciudad de la que estamos tan orgullosos y de donde hemos salido (y lo que es más importante, a donde hemos vuelto) para ver lo que hay detrás del horizonte en todas nuestras aventuras.

Ha añadido la dirección del blog para poder seguirnos mejor. Lleva en su texto el año 2012 porque es cuando creamos el blog, cuando dimos la vuelta a España, el viaje que marcó el inicio de estas largas navegaciones y cuando perdimos el miedo a salir al mar con este pequeño velero. Espero que os guste.

 

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Calcular la altura de la ola desde el barco.

 Hola navegantes.

Las olas son uno de los principales problemas que nos encontramos al navegar. En condiciones normales, con el Corto Maltés no deberíamos abordar olas de más de 2 metros ni vientos de más de fuerza 6, y así lo intentamos siempre. Pero como os he dicho otras veces, y aparte de los fallos de los pronósticos, la información meteorológica se refiere siempre al viento y las olas "promedio". Pero se sabe que en los trenes de olas siempre hay algunas aisladas que superan en un 50% a la altura promedio, y que el viento, en los cabos y los estrechos, puede ser hasta 2 grados de fuerza Beaufort más intenso que el promedio. O sea que hay que estar preparado para estas excepciones (olas de 3 metros y rachas de viento de fuerza 7-8).

En el Corto Maltés la altura de la ola la calculo desde distintas posiciones en la bañera. Una ola siempre se mide desde el seno hasta la cresta. Yo he he calculado que en el Corto Maltés sumando la distancia desde el nivel del mar hasta el asiento, más la altura desde el asiento hasta mis ojos, hacen 1,75 metros. Por lo tanto, si cuando el barco está en el seno de la ola la cresta toca el horizonte, esa ola mide 1,75 metros ("fuerte marejada"). Clic encima para verlo mejor.

 


De igual manera, si veo a la cresta rozar el horizonte estando de pie en el suelo de la bañera la ola es de  2,23 metros ("fuerte marejada") y si lo veo estando de pie encima del banco de la bañera, de 2,58 metros ("mar gruesa"). Clic encima para verlo mejor.

 

Os aconsejo que hagáis los mismos cálculos en vuestro barco, para estar seguros de que cuando contéis el tamaño de la ola no os puedan decir que estáis exagerando.

El motivo principal de preocuparse por la altura de las olas es que algunas pueden ser rompientes (o sea, con la cresta rota y con espuma) y en ese caso una ola cuya altura sea un tercio de la eslora del barco puede volcarlo. Como el Corto Maltés mide 6 metros, una ola rompiente de 2 metros, dándole de lado, lo volcaría. Y hay sitios (como el Raz Blanchard en la reciente navegación a Londres) donde las olas están desordenadas, te vienen de todos lados, y por lo tanto no puedes evitar que alguna te ataque desde el costado. Además los pantocazos con las olas cogidas de frente son el principal castigo para un  velero, lo que más le expone a una rotura de la jarcia.

Pero a veces te encuentras con olas estéticamente preciosas, como ésta publicada en el Voiles, originada en un bajo rocoso de los que velan unos centímetros por debajo de la superficie, y si no hubiera olas podrías chocarte con ellos porque no se ven:

Nosotros hemos visto algunas parecidas pero claro, es una imagen furtiva, como un fuego artificial o el salto de un delfín, que no te da tiempo a fotografiar. Pero quizás eso le da más valor, porque se queda sólo en tu cabeza y es como un regalo único, sólo para ti. Como ver un rayo verde o un arco iris de luna. Entonces sientes que todo lo que te han hecho sufrir las olas igual ha merecido la pena.

Con cuidado, navegantes.

martes, 12 de septiembre de 2023

Una foto mítica.

 Hola navegantes.

Así es, esta foto muestra a tres mitos del siglo pasado navegando frente a Saint-Tropez en el verano de 1968. Con una juventud insultante, al timón Eric Tabarly, y detrás Alain Delon  y Brigitte  Bardot, la femme fatale del cine de los 50 y los 60. Cuando Eric no sospechaba que moriría ahogado por no llevar chaleco (de lo que presumía) Alain no sabía que tendría un ictus y acabaría vendiendo todo su patrimonio para evitar peleas entre sus hijos, y Brigitte que fracasaría en 4 matrimonios e innumerables relaciones, se intentaría suicidar dos veces y perdería la relación con su hijo. 

La vida misma transcurrida a toda prisa antes de que nos demos cuenta, que da razón al proverbio chino: "Disfruta de hoy, es más tarde de lo que crees".

Con cuidado, navegantes.

lunes, 11 de septiembre de 2023

Un pez obstruyó el retrete.

 Hola navegantes.

En el barco nos pasan las cosas más extraordinarias, y dentro de las malas se lleva la palma la obstrucción del retrete.

La mayoría de los barcos tienen retrete náutico, que se llena y se vacía desde el mar con unas bombas manuales que se activan con un émbolo, parecido a cuando hinchas las ruedas de la bici. Para que quede bien limpio, tanto la baza como las tuberías, hay que seguir bombeando como 20 ó 30 golpes después de que la porquería ha desaparecido de la baza. En caso contrario se queda en el tubo de desagüe y termina dando malos olores.

Pues en estos retretes no se puede tirar nada que no haya pasado por tu cuerpo, o sea, nada que no sean las propias deposiciones. Cualquier otro objeto, como el papel higiénico o las compresas, puede obstruir las válvulas y atascar el retrete, lo que obliga al capitán a la desagradable tarea de desarmar el circuito para limpiarlo.

En algunos barcos de alquiler el contrato incluye una cláusula específica, en la que te obligas a devolver el barco con el retrete saneado, y si está obstruido, te obligas a pagar aparte su desobstrucción.

Se dice en broma que en el barco hay dos formas de morir: ahogado, o por atascar el retrete. ¿Por qué lo del retrete?. Porque cuando el capitán se entera te mata. En el caso que voy a comentar el capitán no tuvo que ejecutar la broma porque el culpable ya estaba muerto. Al desarmar el circuito se encontró ¡un pez atascado en una válvula!:


Cómo llegó allí es algo tan misterioso como el gravitón. O bien se había metido él solo buscando la comida, o había sido absorbido por la bomba de succión que llena la baza. Y digo "buscando la comida" porque aunque os parezca mentira, los peces se tiran a comer nuestras heces como si fueran golosinas, y se pelean por ellas. Igual es otra de las razones por las que no me gusta el pescado.

Recientemente han hecho obligatorio disponer de un  tanque de aguas negras a bordo para acumular allí lo del retrete, y vaciarlo en alta mar o con unas chuponas que hay en algunos puertos (muy pocos). En los veleros pequeños ese tanque de aguas negras ocupa tanto que es casi imposible llevarlo, y la mayoría hemos optado por el retrete químico. Su parte inferior hace de depósito de negras, y podemos vaciarlo en el mar a tres millas de la costa si previamente hemos licuado las heces con un producto específico.

El depósito inferior está bien sellado, nunca huele, y es muy fácil vaciarlo llevándolo a remolque del barco unos minutos, con lo que no sólo se vacía sino que se limpia con el chorro de agua que le entra, y todo ocurre muy lejos por la popa, fuera de la vista. Y en el peor de los casos, que se rompa, se estropee, o esté ya muy sucio, puedes sustituirlo fácilmente, porque uno nuevo cuesta entra 60 y 100 euros y se cambia soltando un clip.

Con del retrete químico se acabaron los riesgos de obstrucción, nunca huele mal, y te evitas sorpresas como la del pez atascado. En el Corto Maltés, además, te permite quitarlo para hacer más grande el plato de la ducha, lo que  no se podría con un retrete náutico.

A cambio, el retrete químico no sirve para deducir la velocidad del barco porque no está conectado con el exterior. Aunque os parezca mentira, el navegante Nigel Tetley, que participó en la primera regata de la vuelta al mundo en solitario y sin escalas "Golden Globe" (la que lanzó a la fama a Moitessier) así lo hacía. Después de perder sus dos correderas observó que la velocidad del barco provocaba una depresión en el desagüe, chop, chop, que bajaba el nivel del agua en la baza: a 4 nudos se vaciaba a la mitad, y a 8  nudos se quedaba en seco. Con el tiempo fue capaz de saber la velocidad del barco con una aproximación de un  nudo sólo mirando el nivel de agua en la baza. Los hay espabilados. Como otro que os conté que se dio cuenta de que en un barco volcado podía usar el WC para respirar (clic aquí).

Con cuidado, navegantes.

viernes, 8 de septiembre de 2023

Unas reflexiones personales tras la navegación a Londres.

 Hola navegantes.

La navegación a Londres ha estado marcada, por desgracia, por la deserción de un tripulante en su primer día de navegación, igual que la de la Isla de Elba lo estuvo por el accidente con el remolque por carretera. En ambos casos el incidente estuvo a punto de hacer fracasar el proyecto, con la diferencia de que lo del remolque fue un accidente mientras que la deserción fue un acto voluntario e injustificado, sabiendo el daño que se podía hacer a la culminación del proyecto y a los demás participantes. Esta deserción me hizo pensar mucho durante todo el verano en cómo organizo mis navegaciones, por la noche la inquietud bailaba alrededor de mi cama y no me dejaba dormir, y me fastidió el disfrute de la segunda mitad del viaje.

Los que no entienden mi gigantesca decepción creo que es porque no se ponen  en mi lugar, o tal vez nunca han preparado una navegación de este calibre. Porque ir de Santander a Londres no es una navegadita de fin de semana. En otro foro me han dicho que he sido muy reiterativo con la deserción de "BC", e invirtiendo la carga de la prueba incluso he tenido que leer (literal): "algo has hecho mal cuando un tripulante se te ha ido" o "da la sensación de excesiva responsabilidad enchufada a un invitado".

Para comprenderlo deberían imaginar uno de sus mejores proyectos, personales o profesionales, al que hubieran dedicado meses de preparación y toda su ilusión, echado a perder por la decisión arbitraria y precipitada de un colaborador en su primer día de trabajo. Y que, por si fuera poco, dejase en el paro a los demás colaboradores con los que tenían un compromiso. Y que además ese "colaborador" que abandona se hubiera integrado al proyecto deshaciéndose en halagos al mismo y casi de favor, sin cobrarle nada, y presumiendo orgulloso de su participación. 

Para que esté todo claro, los que me acompañan como tripulantes no me pagan nada, sólo comparten los gastos corrientes (comida, gasolina, marinas...) corriendo los gastos extraordinarios, como la avería del motor o la rotura de una vela, sólo por mi cuenta. Pero obviamente no son "invitados", son tripulantes a todos los efectos. Aunque no les pido un título, tienen que saber navegar a vela y están informados de que tendrán que hacerse cargo del velero cuando yo no esté de guardia o me vaya a dormir, incluso en navegaciones nocturnas.

Esos tripulantes los elijo por nuestra amistad previa, pero a veces la primera vez que me acompañan sólo les conozco por Internet. No firmamos ningún contrato, me fio totalmente de su palabra y su compromiso para las fechas que eligen, incluso sin conocerles, y no les pido que adelanten ninguna cantidad. Todos saben perfectamente que hay unos embarques encadenados de otros tripulantes, que les envío en un Excel unos meses antes de la partida, y que el fallo de uno de ellos desencadena la anulación de las vacaciones y los billetes de avión de todos los que le siguen.  Por supuesto no tendría nada que decir a una retirada por una desgracia familiar o una enfermedad importante, ¡pero por un mareo!. Tal vez esta excesiva confianza sea la causa de lo que pasó con "BC". Me dejó tirado a más de mil kilómetros de Santander porque se mareó, y se marchó sin ninguna consecuencia para él.

En la foto el Corto Maltés en Granville, el puerto de la desolación (al fondo podéis ver la entrada al puerto seca en bajamar) y el anuncio que puse en el tablón de la capitanía buscando un tripulante que me acompañase a Dover (Douvres en francés):


La parte positiva fue comprobar que sigue habiendo personas buenas dispuestas a meterse en una aventura por ayudarte. Fue el caso de quien sustituyó a "BC", Luis Palma, que respondió "presente" conociéndome sólo de oídas, y en poco más de 48 horas estaba a bordo, habiendo tenido que sacarse el pasaporte y los billetes de avión y de tren para llegar a Granville desde España. Gracias, Luis. Gente como tú me devuelve la confianza en el género humano, y me hace pensarme dos veces la alternativa de endurecer las condiciones para acompañarme, poniéndome borde y cobrando una parte de los gastos por adelantado, lo que me parecería horrible.

Aparte de este incidente, que casi monopolizó mis reflexiones en la segunda mitad del viaje, puedo decir que la experiencia ha sido muy positiva. El viaje no ha tenido tantas sorpresas y descubrimientos como los anteriores porque una gran parte del recorrido ya lo conocía de navegaciones previas. A decir verdad, lo único  nuevo han sido los canales de Bretaña, el cruce del Canal de la Mancha y el Río Támesis hasta Londres. La recalada en puertos ya conocidos le quita emoción pero le añade seguridad, y tiene el aliciente de compararlos con las visitas anteriores. Y aunque intentaba recalar en los que no conocía, por la novedad, muchas veces no era práctico porque solemos buscar los puertos de aguas profundas (los que no dependen de la marea para entrar, y no se secan) y eso lo hacía igual en las navegaciones anteriores. O sea que muchas etapas eran iguales que las de la vuelta a Francia o las navegaciones previas por Bretaña o Las Landas. Aún así mereció la pena, y siempre es mejor que repetir hasta la saciedad los mismos trayectos en el entorno de tu puerto base.

Estos meses de vagabundeo náutico te rejuvenecen el alma, y son un antídoto contra la rutina cuando tu vida en tierra parece que transcurre como por una ranura. Las largas horas de convivencia con tus tripulantes fomentan las confidencias, con conversaciones que raramente se tienen en tierra. Las separaciones temporales de tu pareja son duras al principio, cuando sales de tu zona de confort, pero se compensan con los reencuentros periódicos, en sitios tan alejados y sorprendentes desde el barco, y en circunstancias tan atípicas. Cada día añade incertidumbres y sorpresas, y eso renueva la relación.

Y lo  mismo puede decirse del resto de la familia y los amigos, a los que pones en un paréntesis de unos cuantos meses y vuelves a ver en el otoño. Aunque por ser sincero, con honrosas excepciones en general les importa poco lo que has hecho en ese tiempo, y predomina el desinterés por las anécdotas o las conclusiones de la experiencia. Cuesta acostumbrarse a que les interese más a los desconocidos que te siguen en el blog que a tu familia, pero es una percepción que me han transmitido muchos navegantes. Se ve que el  mundillo náutico sólo nos interesa a los que navegamos. Aunque a lo mejor es el signo de los tiempos, en que nadie hila una conversación medianamente larga que no tenga relación directa con lo suyo.

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 6 de septiembre de 2023

El podcast de la entrevista en Onda Vasca.

 Hola navegantes.

Por si el domingo no pudisteis escuchar la entrevista con Edu Araujo en directo, sobre nuestra navegación a Londres en el Corto Maltés, aquí está el podcast:

Clic aquí.

Empieza en el minuto  58:30, y dura hasta el 1:31:00. Espero que os sirva.

En las imágenes, cuando estábamos haciéndonos unas fotos y nos salió por el vano del Tower Bridge un  remolcador con contenedores, y la entrada a la marina de Santa Katharine por la esclusa.



 Con cuidado, navegantes.

NOTA: por la renovación de los pantalanes voy a tener que sacar el Corto Maltés de su atraque en Puerto Chico durante unos meses a partir de octubre. Si alguien conoce un atraque disponible para alquiler, de 7 x 2,5 metros, que me lo diga.

lunes, 4 de septiembre de 2023

Valoración del Tonic 23 para la navegación a Londres.

 Hola navegantes.

En la navegación a Londres el Corto Maltés ha vuelto a dar la talla, como en las anteriores. En el mar nos han sorprendido vientos de hasta fuerza 6 que hemos manejado bien con la mayor rizada y el tormentín, olas de más de 2 metros, y hemos vuelto a comprobar que cuando nosotros no salíamos del puerto por temporal tampoco lo hacían los barcos mayores,  como nuestros vecinos de pantalán en Boulogne sur Mer, de 12 o 15 metros de eslora.

Con relación a la fuerza del viento hay que tener en cuenta un detalle importante. El viento meteorológico se refiere siempre al que hay a una altura de 10 metros sobre el agua, más o menos la altura del mástil del Corto Maltés. Y el viento allí arriba suele ser un tercio más fuerte que en la cubierta. Yo no llevo anemómetro en la punta del mástil y tengo sólo uno manual que utilizo, lógicamente, en la cubierta. Si aquí abajo me marca fuerza 5 significa que el real es 6-7, hablando siempre del viento aparente.

La orza abatible nos ha permitido meternos por ríos maravillosos que calaban un  metro, y por canales con 1,1 metros, que con otro velero no habríamos podido conocer, ni habríamos podido atajar el Finisterre francés por los canales de Bretaña. En la foto, remontando el Río Aff, que ni siquiera salía en la Guía Imray:

 

 Por otra parte, la orza abatible nos hubiera puesto fácil la vuelta a Santander en un camión cuando desertó un tripulante y ya dábamos el viaje por abortado. El Corto Maltés pesa unos 1500 kg cargado, se puede sacar con la pluma de un camión pequeño sin necesidad de travelift, y se puede calzar con neumáticos en la plataforma plana de cualquier camión. Con un barco más grande la solución más realista, en caso de no poder seguir, habría sido dejar el barco en Granville un año y traerle a casa en las siguientes vacaciones.

El pequeño tamaño del Corto Maltés nos ha permitido recalar en puertos enanos, donde si no hubiéramos podido entrar tendríamos que haber seguido navegando de noche. En este viaje no hemos tenido problemas para encontrar plaza en ningún puerto, ni siquiera en los de Francia en agosto. Sin embargo, en las gestiones en las capitanías hemos escuchado rechazar a unidades mayores por falta de atraque para su talla.

Antes del viaje renovamos la batería (poniendo una de más capacidad), el panel solar y el cargador de baterías.  Esas mejoras nos han dado una gran confianza en la parte eléctrica, aunque no nos hemos arriesgado a llevar la neverita conectada todo el día, por el temor a que agotase la batería. Hemos seguido utilizando los frigolines durante el día, y el cargador de baterías desde los 220 V del pantalán por la noche. Pero para el clima frío de aquellas latitudes ha sido suficiente.

La convivencia a dos en el velero es fácil, instalándose uno en la cama de proa y otro en la de popa, y reservando para sus cosas uno la banda de babor y otro la de estribor. Incluso en algunas etapas hemos ido tres, sin problemas. En los canales, que no dormimos en marinas, la duchita que instalamos en el baño ha cumplido perfectamente su función (clic aquí). Y en el mar, como intentamos parar en puerto todas las noches, la estiba de alimentos, agua y gasolina que podemos alcanzar (para 2-3 días) ha sido suficiente.

Junto a estas ventajas, no voy a ocultaros los inconvenientes. Esta navegación a Londres la emprendí, entre otras cosas, para valorar la posibilidad de dar la vuelta al Reino Unido otro año. He tenido que descartarlo porque el barco no está preparado para las latitudes frías. Una gran parte del viaje la hemos hecho con una climatología que en Santander sería la de diciembre o enero, donde habitualmente no salimos a navegar. Lluvia incesante y en horizontal que se te mete por la escotilla, frío, viento fuerte, noches heladoras...  Como solíamos dormir en las marinas por suerte teníamos electricidad, y el calefactor nos permitía calentarnos y secar la ropa y el interior del barco. Pero para abordar una circunnavegación  del Reino Unido, donde algunas noches tendríamos que fondear y donde navegaríamos casi por los 60º Norte, tendríamos que instalar calefacción, capota antirociones, etc., que aunque sería posible me parece poco práctico para el resto de navegaciones del año. 

También he empezado a ver los problemas del desgaste del material en un barco tan viejo (35 años ya) que en este viaje se han concretado en rotura o desgaste de las poleas del palo y la botavara y del anclaje de las crucetas, que me han dado algunas noches de insomnio. Para afrontar esa circunnavegación por las latitudes altas tendría que hacer una renovación total de la jarcia, que seguramente haré de todas formas.

Con cuidado, navegantes.

NOTA: por la renovación de los pantalanes voy a tener que sacar el Corto Maltés de su atraque en Puerto Chico durante unos meses a partir de octubre. Si alguien conoce un atraque disponible para alquiler, de 7 x 2,5 metros, que me lo diga.

domingo, 3 de septiembre de 2023

Entrevista al finalizar la navegación a Londres.

 Hola navegantes.

 Esta noche emite la emisora Onda Vasca una entrevista sobre la terminación de la navegación de Santander a Londres en el Corto Maltés. Será  a las 22 h., durará una media hora,  y podréis escucharla en directo aquí:

 Clic aquí.

Haremos un balance de lo mejor y lo peor del viaje, las anécdotas  más curiosas, los sitios más interesantes que hemos recorrido, y nuestras conclusiones personales de la experiencia de navegar tan lejos en un barco tan pequeño. Espero que os interese y os sirva para organizar vuestras propias navegaciones.

En la foto, el Corto Maltés en un mar de espuma dentro del puerto de Boulogne Sur Mer, donde estuvimos retenidos 5 días, cuando fuera soplaba un temporal de fuerza 7-8, una de las imágenes más curiosas del viaje.

Con cuidado, navegantes.

sábado, 2 de septiembre de 2023

Un pequeño balance de la navegación a Londres.

 Hola navegantes.

Aquí va un pequeño balance de esta navegación:

Tiempo empleado: 93 días (1 de junio a 1 de septiembre).

Millas navegadas: 2.074.

Millas en ríos y canales: 353.

Esclusas atravesadas: 131.

Ríos por los que hemos navegado: 8.

Pernoctaciones en marinas: 65 (70% de los días).

Coste por persona y mes: 925 euros. Es más que en viajes anteriores por el coste de la vida en Francia y sobre todo en Inglaterra, y por incluir una semana de vacaciones en Londres.

Coste de las marinas: desde 11 € (Redon) a 92 € (South Dock) por noche, para un barco de seis metros. En Inglaterra los precios son desorbitados.

Consumo de gasolina: 312 litros. Ello supone que nos hemos ayudado con el motor, sólo o en combinación con las velas, el 22% del recorrido por mar (no cuento los ríos y canales, que deben hacerse obligatoriamente a motor).

 Número de operaciones de bricolaje, reparaciones y mantenimiento: 34.

Lo mejor: conseguir llegar a Londres, lo que parecía una utopía cuando salimos. Haber escapado a los principales escollos que nos esperábamos: la entrada en el Reino Unido por el Brexit, las algas en los canales, y las orcas en el Golfo de Vizcaya. Haber desmitificado el cruce del Canal de la Mancha, que hicimos sin radar y sin AIS, sin ninguna sensación de peligro. Haber descubierto los ríos y canales de Bretaña, especialmente el Río Aff y el Bassin de Bazouges ("el pequeño Vietnam") donde realmente te sentías teletransportado a un río de Asia, navegando por el interior de la selva.

Lo peor: en primer lugar lo que ya sabéis. En segundo, la meteorología horrible, incluyendo 10 días inmovilizados en puerto por temporales. Y en tercero, la decepción del Río Támesis, absolutamente feo e industrializado, nada que ver con los ríos navegables de Francia.

A continuación una comparativa con otros viajes anteriores: 

La valoración del Tonic 23 para este viaje y mis reflexiones personales las dejaré para otro día. 

Con cuidado, navegantes.

viernes, 1 de septiembre de 2023

Hogar, dulce hogar (+21 = 2.074 millas).

 Hola navegantes.

Hoy sí, hoy damos por terminada la navegación a Londres con la vuelta del Corto Maltés a Puerto Chico. Después de conseguir dormir algo pese al chunda chunda de los bares del puerto, salimos Lucas y yo de Laredo a las 9 h, y se cumplió el pronóstico. Una mañana sin apenas viento, hasta el Cabo de Ajo, y a partir de allí un vientecito del Norte al Nordeste que nos permitió llegar a Santander con el espí.

La primera parte, a motor, nos permitió comprobar que el fueraborda va flaman, y la segunda parte, con el espí, nos permitió relajarnos para disfrutar de la entrada a nuestra bahía, que abandonamos hace 3 meses. No es por chovinismo, pero os prometo que en todo el viaje no he visto un paisaje tan bonito y relajante como este de Santander, aunque hay que reconocer que todo acompañaba para que la bahía estuviera preciosa: el cielo casi sin nubes, el mar azul y lleno de perlitas, la arena del Puntal y las montañas del fondo, y un sol resplandeciente como un as de oros. 

Una vuelta proclive a las filosofadas. ¡Quién nos iba a decir hace 3 meses, cuando salimos de esta misma bahía con dirección al Este, que llegaríamos a Londres con este "velerito" (como le llamaban en las esclusas de Bretaña) y teniendo que superar tantos obstáculos derivados de la inmadurez humana y de la meteorología!. Pero eso lo dejo para otro día. Mañana haré una evaluación y resumen del viaje, y otro día os contaré mis propias conclusiones personales, pero eso cuando lo haya reposado un poco.

En la entrada de la bahía nos estaba esperando mi amigo David ("The low cost sailor") con su velero, el Sayme, quien nos hizo una fotos para inmortalizar el momento.


Y en la entrada de Puerto Chico otro seguidor del blog, Víctor, que nos las hizo más de cerca. Gracias a los dos.


 Con cuidado, navegantes.