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lunes, 26 de diciembre de 2022

In memoriam, Esteban Greciet.

 El 19 de diciembre falleció Esteban Greciet,escritor y periodista, y sobre todo padre de nuestra amiga Carmela. Descanse en paz.



domingo, 25 de diciembre de 2022

Publicidad náutica (44).

Hola navegantes.

Este es un anuncio de un servicio oficial francés de pronósticos meteorológicos, "Meteo Consult Marine". Yo lo uso mucho cuando navego por Francia. La gracia es que ha comparado el 6º sentido de las aves marinas para los cambios meteorológicos con su información en la web.


Siempre se ha dicho que las aves marinas sienten acercarse las tormentas y los cambios de tiempo en general, y modifican su comportamiento antes de que nosotros sepamos nada. El anuncio lo atribuye a su 6º sentido. En realidad no creo que se sepa si tienen los otros 5 como nosotros, en especial el tacto (¡con esas patas!) y el olfato (¡sin nariz!), pero la comparación resulta graciosa, y la foto de esa gaviota con su bonito color madreperla mirándonos de reojo con superioridad, también. Ahí os lo dejo.

sábado, 24 de diciembre de 2022

Otro uso de las balsas salvavidas (bis)

 Hola navegantes.

Otro día os conté la posibilidad de usar una balsa salvavidas para reflotar un velero, percutiéndola dentro de la cabina, y opiné sobre sus posibles inconvenientes:

Clic aquí.

 Ha habido otro naufragio en que se ha intentado lo mismo. Se trata de un catamarán Outremer de 13 metros de eslora y 7,6 de manga bautizado "Carpe Diem". Navegando muy cerca de la costa chocó su orza con un objeto semisumergido (lo llamamos OFNI: Objeto Flotante No Identificado) y se hizo una vía de agua que le inundó en pocos minutos.

 

 A posteriori se vio el tamaño del agujero: la orza había basculado hacia atrás y había cortado el casco como un bisturí, abriendo una raja de 80 cm:

El accidente es incomprensible, porque los catamaranes Outremer presumen de la seguridad de sus orzas, que catalogan de "fusible": en teoría están previstas para romperse antes de que dañen el casco. Pero en este caso la orza no se rompió, sino que siguió su trayectoria hacia atrás cortando el casco.

Los servicios de salvamento acudieron enseguida y nadie corrió peligro de muerte, pero el barco se hundía a ojos vista y las motobombas de los bomberos no conseguían vaciar el agua que le entraba. Y los inflables específicos que se usan para reflotar tampoco eran suficientes.

Dado que estaban muy cerca de la costa y nadie corría peligro, con permiso de la propietaria percutieron su balsa salvavidas dentro de la cabina. Como el barco era enorme una balsa no hizo nada, y posteriormente percutieron dos más (3 en total). Con esas tres el catamarán no reflotó, pero al menos pudo ser arrastrado semisumergido hasta el puerto, donde lo sacaron con una grúa.

Naturalmente entre el agua que le entró y la compresión de las balsas todo el interior del barco quedó destrozado, para rehacer de nuevo, y es posible que no compense el precio de las reparaciones frente al coste del catamarán.

La orza abatible es un plus en un velero. Al disminuir mucho su calado te permite acceder a sitios donde los veleros normales no pueden llegar, principalmente las aguas interiores (ríos y canales) y los viajes que hemos hecho con el Corto Maltés no habrían sido posibles con un velero de quilla fija.

Hay dos tipos de orza abatible, dependiendo del sistema de izado:

1) De sable: como su  nombre indica, la orza sube y baja en vertical por el interior de una cajera como una espada en su vaina, y queda recogida en vertical. Tiene la ventaja de que el pozo de la orza es más pequeño, pero el inconveniente de que en caso de varada o choque con un OFNI (como el caso que nos ocupa) el comportamiento del barco es como el de uno de quilla fija. Se frena de golpe y se daña el fondo del casco, principalmente el parte de popa de la cajera, donde recibe el impacto principal. Si la cajera no está reforzada puede rajarse el casco, como le pasó al catamarán. Mi barco anterior (un Cóndor 20) tenía este tipo de orza, y cada vez que rozaba el fondo de arena de los arenales de Santander nos caíamos al suelo por el frenazo y se nos ponía la cara de haber visto al  mismísimo Herman Monster. Por suerte el fondo de la cajera era de hierro y no se hacía vía de agua.

2) Basculante: la orza bascula hacia atrás a la vez que se eleva, y queda guardada el horizontal en vez de en vertical en el interior de su pozo. El Corto Maltés la tiene así y es mucho mejor. Si tocas el fondo la orza se desplaza hacia atrás igual que si la estuvieras izando, y sólo notas que has tocado algo cuando por su propio peso vuelve a caer a su posición vertical. Entonces oyes un pequeño "cloc" y significa que has tocado, pero sin ninguna repercusión en la estructura. Me ha pasado tanto al tocar en un fondo de arena, como al tropezar con un tronco semisumergido o al navegar entre medusas. A veces esos animales son tan grandes (1 metro de diámetro) que que al tropezar con una de ellas la orza se retrae, como si hubieras chocado con un OFNI. Por ejemplo aquí conté un encuentro con esas medusas gigantes cerca de la Isla de Ré, en Francia:

Clic aquí.

En resumen, mi elección es claramente por un velero de orza abatible y de tipo basculante. Respecto al uso de la balsa en el interior de la cabina, sigo sin pronunciarme porque todavía no tengo una opinión formada. Cerca de la costa no corres ningún peligro por intentarlo, pero el alta mar podría ocurrir que la balsa se desgarrase con cualquier objeto al inflarse, y entonces te encontrarías en el mar sin barco (que se hundiría) ni balsa, o podría hacer flotar el barco en posición no controlada (por ejemplo, boca abajo) y encontrarte sin poder acceder a los equipos ni los víveres, y siempre en el agua (mojado y a merced de los tiburones) y por lo tanto peor que en la  propia balsa.

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 21 de diciembre de 2022

Lo bueno de un intento fallido.

 Hola navegantes.

En una entrada anterior os conté la historia de un "paso del Noroeste" fallido (es pasar del Océano Atlántico al Pacífico por el Norte de Canadá, bordeando los hielos del Polo Norte):

Clic aquí

Se trataba de una estudiante de Farmacia, Clara Dumard, que aprovechó un suspenso para hacer una pausa en su vida e intentar esa navegación con su padre. No lo consiguieron porque el "paso" no se despejó de hielos ese año y fue imposible navegar, y tuvieron que retornar a Francia. Volvieron a intentarlo el año siguiente y tampoco lo consiguieron. A los problemas meteorológicos se añadieron las averías, y tuvieron que buscar un alternador en el vertedero de un pueblito de Canadá, y al no encontrarlo esperar que se lo enviaran desde Europa. Pero la demora ya hizo imposible intentarlo ese año. Así que han dejado el velero invernando en Canadá, para intentarlo el año que viene. Por supuesto que mientras tanto Clara ha terminado su carrera.


 Con la experiencia de esos dos intentos Clara ha hecho una película que puede verse gratis en Youtube (en francés):

Clic aquí

 La película demuestra que lo bueno es disfrutar intentando conseguir un objetivo, más que el hecho de lograrlo. No podrán colgarse otro arete en la oreja por no haber llegado al Pacífico, pero han ido de Francia a Groenlandia a vela juntos el padre y la hija. En esos parajes donde, a vela, ningún ruido alcanza tu oído, han aprendido a reconocer  los  icebergs detrás de la niebla por el run-run de las olas en su base o el olor a gallinero de los pájaros que se posan encima. Han convivido con los esquimales y superado juntos las tormentas del Atlántico Norte. Sus hermanos les han ayudado desde Francia con los pronósticos meteorológicos y la extensión de los campos de hielo. Han asimilado juntos la decepción de no conseguirlo y se han dado fuerzas para repetirlo. Y sobre todo Clara ha madurado para afrontar otros retos en la vida. Me parece suficiente para compensar un curso suspendido. Ojalá muchos la imitasen.

Con cuidado, navegantes.

lunes, 19 de diciembre de 2022

El navegante Albert Einstein.

 Hola navegantes.

Pues sí, Einstein también era navegante a vela. ¡Quién lo diría!. Como muchos genios, tenía una personalidad poliédrica y la opinión pública desconoce muchas de sus facetas. No sabía nadar, no tenía ningún permiso de navegación (tampoco de conducir, que según su mujer, "le parecía demasiado complicado") pero navegó toda su vida, principalmente  por las aguas interiores pero también en la costa Este de EEUU. Los únicos vehículos que manejaba eran el velero y la bicicleta.

Una anécdota cuenta que estaba navegando por el lago Léman con la también Premio Nobel Marie Curie. El tiempo empeoró bruscamente y les rodearon unos  nubarrones cargados de infierno, levantándose el viento y las olas, como suele ocurrir en los lagos de montaña. Al ver a Einstein salir del paso airosamente, Marie le dijo:

- "Desconocía que era usted un experto navegante".

A lo que Einstein respondió:

- "Yo también".

Entonces ella insistió:

- "Porque si el velero volcara, yo no sé nadar".

A lo que Einstein contestó:

- "Yo tampoco".

¡No te jeringa!. Su afición se gestó a los 18 años, en el lago de Zurich, donde llevaba a menudo como proel a la hija de su patrona, y se desarrolló con barcos de alquiler en los lagos de Alemania. Recibió el Premio Nobel en 1922, y a partir de 1929 residió en una casa que se construyó cerca de Postdam, en Alemania, en la cercanía de dos lagos. Allí los amigos le regalaron, por su 50 cumpleaños, un velero de crucero de 7 metros de eslora que bautizó "Tümmler" ("Marsopa", una especie de delfín pequeño). Fue el primer y único velero de crucero de su propiedad.


Tenía un  muelle cerca de su jardín:

 

 El "Tümmler" tenía 7 metros de eslora, 2,35 de manga, 0,33-1,25 de calado (era de orza abatible) y arbolaba 20 m2 de velas. El mástil era abatible, el foque autovirante, podía acoger a cuatro personas en la bañera y a dos en la cabina, y tenía aseo, una cocinilla de petróleo, un motor de 5 CV y hasta un estante para sus pipas. Quitando ésto, parecía una fotocopia del Corto Maltés. A pesar de no saber nadar, no se ponía  nunca el chaleco, y sin embargo solía navegar con la pipa en la mano.

Su mujer contó que lo que más feliz le hacía era navegar, y que pasaba tanto tiempo en el agua que hasta era difícil hablar con él. Invitó a navegar en su barco a personajes famosos, como Max Plank, Rabindranath Tagore y otros Premios Nobel, y uno de ellos dijo:

"Lleva el barco con una habilidad e intrepidez inimaginables.  Iza la vela solo, maniobra solo las drizas, las escotas y los tangones para establecer las velas (nota: entonces tenía cincuenta y tantos años y estaba enfermo del corazón). Su placer al navegar ilumina su rostro, y resuena hasta en su voz y su risa". Y su segundo hijo Hans, también físico, dijo que Einstein "tenía necesidad de esas pausas de descanso, la solución a sus problemas venía de esa relajación". En el velero llevaba siempre un cuaderno donde, en los momentos de calma, anotaba sus ideas sobre la física o sobre la humanidad.

Pero el gozo le duró poco, menos de 4 años. En 1933 estaba de gira en EEUU dando conferencias y se enteró de que Hitler había sido proclamado canciller. Dos meses después, en el contexto de la persecución de los judíos (Einstein lo era de nacimiento, no de creencias pues era ateo) expropiaron su casa y su barco, que fue subastado unos meses después. Lo compró un dentista de Postdam y se le perdió la pista. A su vez destruyeron su apartamento en Berlín y quemaron en la plaza pública sus libros y trabajos. Ante semejante barbarie Einstein desembarcó en Bélgica a su vuelta de EEUU, y lo primero que hizo fue dirigirse a la embajada de Alemania en Bruselas y renunciar a su nacionalidad alemana. Emigró a los EEUU y un amigo que le conocía bien dijo que su  barco era, tal vez, lo que más le dolió haber abandonado en Alemania. En 1945 Einstein intentó seguir la pista de sus posesiones en Alemania, pero el destino del barco no se supo.

En el exilio en EEUU se convirtió en un emblema del pacifismo y el sionismo. Su modestia era proverbial, y se le veía a menudo vestido con un chándal, un pantalón caído a lo Charlie Chaplin y calzado sólo con calcetines o con unas cangrejeras de plástico. En 1934 navegó cerca de Rhode Island en el segundo velero de su propiedad, un vela ligera de 5 metros de eslora, el "Tineff", con el radiólogo Dr. Bucky, que dijo de él:

"Velocidad, récords y regatas son contrarios a su naturaleza. Se divierte como un niño cuando el viento cae o cuando el barco vara. No mira jamás el compás, pero por el contrario muestra un sentido de la orientación que le falta totalmente en tierra".

En el verano de 1944 casi fallece en un vuelco. Navegando en el Lago Saranac, al Norte del Estado de Nueva York,  el velero tocó una roca y volcó. Einstein quedó debajo de la vela y con la pierna enredada en un cabo. Sin chaleco, consiguió llegar a la superficie de milagro, donde fue rescatado por una motora. 

A partir de 1948, el año de la creación del Estado de Israel,  y casi con 70 años, navegó en el lago Carnegie en un velero de vela ligera, sin cabina, del que poco se sabe. Se conserva una foto con su amiga Johanna Fantova a bordo, mostrando un barco ancho y estable (los dos están de pie) del que ella dijo: 

"Albert no tiene buena salud, pero continúa complaciéndose con su  mayor placer: la vela. Nunca le veo tan feliz ni de tan buen humor como cuando navega en ese barco tan increíblemente primitivo".

 Por cierto, atentos al traje de Johanna para navegar en un vela ligera. ¡Qué tiempos!.

Einstein murió en 1955 y dejó escrito que le incineraran y se depositaran sus cenizas en un lugar desconocido. Por desgracia ni eso se cumplió, pues en la autopsia los médicos robaron sus ojos y su cerebro, que ha sido estudiado en muchas universidades para intentar encontrar el secreto de su genialidad, sin encontrarlo.

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 14 de diciembre de 2022

¡224 Km/hora a vela!

 Hola navegantes.

Ya sabéis que no soy un forofo de los récords a vela sino al contrario, lo que aprecio es la calma, la vida contemplativa sobre el mar y el descubrimiento de nuevos paisajes y personas. Pero hay algunos que es imposible pasar por alto.

 El Teem New Zealand está probando un engendro experimental (bautizado "Horonuku") de cara a aportar novedades para los posibles futuros barcos. Es un equipo de "navegantes" de esos que "navegan" a golpe de silbato, comandados por el piloto Glenn Ashby. Y he dicho  "engendro" porque "Horonuku" no es propiamente un barco, ya que se desplaza sobre la tierra, no sobre el mar. Es un "prao" (un solo casco con un balancín lateral que lo equilibra):

 

El récord lo han batido en un lago de sal en el Sur de Australia, el lago Gairdner:


 Es un lago de 160 km de largo y 48 km de ancho, que en época de lluvias se inunda, pero el resto del año está seco, con una capa de sal de más de 1,2 metros de espesor de superficie lisa:

 Al ser una superficie sólida el "engendro" no se ve frenado por el agua que tiene que desplazar un barco, y el rozamiento es menor, por lo que va más deprisa que si estuviera en un medio líquido. Al coincidir las mejores condiciones de viento y suelo han batido el récord mundial absoluto de un vehículo impulsado únicamente por el viento: con 22 nudos de viento (menos de 40 km/hora) han alcanzado los 224 km/hora, casi seis veces más deprisa que el viento que le impulsaba. Parece un  milagro. Y no descartan mejorarlo.

Aquí podéis ver el vídeo:

Clic aquí

Con cuidado, navegantes.

lunes, 12 de diciembre de 2022

¡Feliz vidita 2023!

 Hola navegantes.

Mis deseos para 2023 (clic encima para leerla mejor):

Como siempre, al primero que la transcriba aquí debajo, en los comentarios, le regalaré la dibucarta original.

Os recuerdo que hay otra pendiente que aún no ha traducido nadie:

Clic aquí.

No os dé el tembleque que las dos son fáciles.

domingo, 11 de diciembre de 2022

El navegante Julio Verne.

 Hola navegantes.

El 14 de noviembre os hablé de la desconocida faceta de navegante de John Lennon. Hoy os traigo la de otro famoso, Julio Verne.

Julio Verne nació en Nantes, aunque murió y está enterrado en Amiens. En nuestra navegación a Bretaña remontamos en el Corto Maltés el Río Loire hasta Nantes. Es un río sorprendente, lleno de imágenes alucinantes como una casa construida encima de una chimenea, un velero derretido encima de una esclusa o una casa sumergida por el cauce del río en la que al parecer todavía vive gente:

 Clic aquí 

Y la propia ciudad de Nantes ha sabido reconvertirse de una ciudad industrial a una genialidad del turismo, cuando cayeron en declive sus astilleros:

Clic aquí

Lógicamente tiene un monumento a Julio Verne, que nació allí y aparte de su prolífica obra literaria de ficción, quince años antes de morir escribió una autobiografía titulada: “Recuerdos de infancia y juventud” donde desgrana algunas de sus experiencias infantiles en esa ciudad. Allí hay, junto a un jardín pequeño y coqueto, un museo dedicado a él en un chalecito blanco con vistas a la Isla de Nantes, en mitad del río. En el jardín hay un grupo escultórico precioso en bronce, que representa a un marino tomando una altura del sol con el sextante, y detrás un niño sentado en un banco observándole, agarrándose una rodilla, los dos en tamaño natural. El marino es el Capitán Nemo, comandante del submarino Nautilus en la novela “Veinte mil leguas de viaje submarino” y uno de los personajes de “La isla misteriosa”, y el niño es el propio Julio Verne en su infancia nantesa. En mi opinión la obra más bonita de Nantes y la que más me llegó al corazón, por el interés y la admiración con que el niño observa lo que hace el marino. 

Suele decirse de Julio Verne que prácticamente no salía de su casa y que todas sus obras son fruto de su imaginación desbocada, pero que no había conocido en carne propia la más mínima aventura. Pero no es así: tuvo tres veleros. En un periodo de 18 años (de 1868 a 1886) navegó con ellos por las aguas de varios mares, y ya cerca de su muerte confesó a una periodista: «Soy un devoto del mar, y no puedo imaginar nada más ideal que la vida de un marinero». Y previamente había puesto en boca del capitán Nemo, su más famoso personaje: «¡El mar lo es todo! Su aliento es puro y sano. Es el inmenso desierto en el que el hombre nunca está solo, pues siente estremecerse la vida en torno suyo. El mar es el vehículo de una sobrenatural y prodigiosa existencia; es movimiento y amor; es el infinito viviente.»

 A sus tres veleros los bautizó igual: "Saint Michel", en honor a su único hijo. Pudo ir subiendo de eslora a medida que iba ganando dinero con sus libros.  El "Saint Michel I" era un barco de diseño tradicional de madera, de 9 metros de eslora y 2,5 de manga, y se lo entregaron a principios de 1868. Como Julio no sabía navegar contrató dos oficiales como tripulación, y el resto eran el propio Julio y su hijo Michel. Con este barquito navegaron hasta Inglaterra y España. En 1870, durante la guerra franco-prusiana, fue confiscado como guardacostas.

El "Saint Michel II" fue botado en abril de 1876. Era de 13 metros de eslora y 4 de manga. Julio estaba entonces agobiado por el trabajo literario y pudo disfrutar poco de él. No obstante, en el año y medio que fue su propietario hizo travesías más largas que con el primero, llegando a Escocia, Escandinavia y Alemania. En la foto, una réplica moderna del "Saint Michel II":

El "Saint Michel III" lo adquirió en 1877 de segunda mano. Julio quería probar las travesías oceánicas y eligió un velero mucho más grande. Le costó 55.000 francos, pagando la mitad al contado gracias a la venta del "Saint Michel II" y el resto en un año.                                   

El "Saint Michel III"  desplazaba ya 38 toneladas y tenía 31 metros de eslora por 4,5 de manga. Funcionaba a vela y a vapor y tenía varios camarotes muy confortables para sus invitados. Ya necesitaba una tripulación de 10 hombres, entre marineros, mecánicos y un cocinero. En 1878 navegó con él hasta Argel, con escalas en Vigo (donde entró obligado por uno de los temporales de olas indisciplinadas típico de Galicia) Lisboa, Cádiz, Tánger, Gibraltar, Málaga, Tetuán y Argel. Como ya era conocido como escritor, se le recibía en los puertos como a una eminencia.

 

 La escala en Vigo es curiosa porque está muy bien referenciada en el blog de Juan A. Oliveira (Clic aquí) que reproduce hasta los apuntes de Julio y sus acompañantes en el cuaderno de bitácora, donde describen la Celebración de la Reconquista, una verbena, la procesión del Cristo de la Victoria, una recepción en el casino, una excursión por la ría con salvas de cañón, y otros actos sociales a los que fueron invitados.

 

En 1879 navegó a Inglaterra y Escocia, en 1880 a Irlanda, Escocia y Noruega, y en 1881 a los Países Bajos, Alemania y Dinamarca. Y en el verano de 1884 realizó la navegación más larga, y más satisfactoria, pues le acompañaron su mujer y su hijo, recorriendo el Mediterráneo visitando Argel, Malta, Italia y otros lugares. En este viaje volvió a recalar en Vigo y también obligado, esta vez  por una avería en la caldera que le retuvo cuatro días. Julio siguió anotando en su cuaderno los detalles de la escala, y para que veáis su minuciosidad, hasta el precio del café que se tomó en la Plaza de la Constitución. En la siguiente foto, los viajes de Julio Verne en sus veleros.

 

Desde finales de 1885 se vio aquejado por múltiples problemas financieros, entre ellos la disminución en las ventas de sus novelas, los derroches de su mujer en fiestas sociales, el mantenimiento de la primera esposa de su hijo Michel y el pago de sus deudas, y el excesivo gasto de mantener el barco con diez hombres de tripulación. Por ello lo vendió 1886 por la mitad de su valor al príncipe Nicolás de Montenegro, que lo rebautizó "Sybila".                  

 Por lo tanto no recordéis a Julio Verne recluido en una habitación escribiendo lo que se inventaba, sino como a un marino aficionado que reflejaba en sus libros algunas de las experiencias que había vivido realmente navegando. Alguien de los que cuando les preguntan cuál ha sido la experiencia más emocionante de su vida tienen algo que contestar distinto de "cuando no me aceptaron la tarjeta en El Corte Inglés".

Con cuidado, navegantes.

viernes, 9 de diciembre de 2022

El efecto isla.

 Hola navegantes.

Para fondear solemos buscar el sotavento de una costa para que el barco, protegido del viento, se mueva menos y podamos dormir mejor. Pero el sotavento de la costa de una isla es un caso especial, y a veces nos olvidamos de las olas.

Cuando un tren de olas alcanza una isla se divide en dos, y la reflexión de las ondas hace que se encuentren en la costa de sotavento dos trenes enfrentados con un ángulo de 90 grados más o menos:

Y recibir dos trenes de olas de distinta dirección es lo que más agita a un velero, que se ve sacudido desde babor y desde estribor alternativamente y te asegura un sueño de perro guardián, con los ojos medio abiertos y que por supuesto no te deja descansar.

A  eso se añade que el barco fondeado suele ponerse de proa al viento, y detrás de la isla las olas no viene de la misma dirección que el viento sino a veces perpendicular a él. Y eso hace que te den de lleno en el costado, la peor dirección para dormir porque los balances te tiran de la cama:

 A mí me ha pasado caerme de la cama aunque me hubiera calzado con los sacos de las velas y el espí. La forma de resolverlo es tirar un cabo desde la línea de fondeo hasta uno de los winchies  del génova, para que el velero reciba el viento por la amura en vez de por la proa, e irlo cazando hasta que sean las olas las que entren por la proa:


Hay que vigilar más al principio, porque el barco así atravesado tira más del ancla y podría garrear.

Con cuidado, navegantes.

jueves, 8 de diciembre de 2022

Se le quemó.

 Hola navegantes.

Un barco insumergible es uno que está fabricado para mantenerse a flote aunque se inunde. Incluso puede navegar inundado. Lo consiguen llenando muchos de los espacios huecos con una especie de porespán flotante que se llama "reserva de flotabilidad". Da tal sensación de seguridad que en algunos países los barcos insumergibles están exentos de llevar balsa salvavidas, porque se considera que nunca te verás en la obligación de abandonarlo. Pero se olvidan del incendio.

Un incendio es casi tan grave, o más, que una vía de agua. Puedes verte obligado a abandonar el barco para no morir quemado, y no sólo eso, sino que el propio incendio puede hundir el barco, pues terminan ardiendo hasta las reservas de flotabilidad y se destruye entero. Mirad lo que le pasó a este:

Ardió en su cuna mientras el dueño estaba limpiando los winchis con gasolina, y a pesar de estar en tierra, y por lo tanto con los medios de extinción a mano, el barco quedó así en pocos minutos:


 La fibra de vidrio arde como la yesca, y el dueño no fue al encuentro de La Huesuda de milagro, porque le dio tiempo a saltar. Pero ahora imaginaos que en mitad del mar el barco queda como en las fotos, y lo poco que tardaría en irse al fondo. Yo lo tengo claro, aunque un barco sea insumergible si se va a hacer navegación de altura hay que llevar una balsa salvavidas, aunque no lo exija la legislación. 

Además los barcos insumergibles tienen otros inconvenientes. Los espacios de estiba se ven muy reducidos, porque una parte del hueco que se usaría para armarios, o parte de la sentina, están ocupadas por el porespán. Eso te dificulta la intendencia en los viajes largos pues tienes menos espacio para la despensa y para la ropa. Y lo peor de todo, que con el tiempo y la vejera puede haber infiltraciones de agua que van embebiendo el porespán, aumenta de peso y se pudre, perdiendo su función de flotador.

En resumen, un barco nuevo insumergible puede ser un plus de seguridad si asumes que el espacio de estiba es menor, pero ante un barco viejo yo sería muy precavido. 

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 7 de diciembre de 2022

Publicidad náutica (43).

 Hola navegantes.

Nada, no pueden resistirse. Hasta las tiendas de acastillage náutico recurren al encanto femenino, como ésta, que más parece anunciar un local granuja que un almacén de motores, remolques, cordajes, velas, etc.

Ahora que hasta las señales de tráfico están luchando contra estereotipos machistas (como el niño varón llevando a la niña de la mano) sería bueno dejar de utilizar el cuerpo femenino para vender cualquier cosa.

 Con cuidado, navegantes.

martes, 6 de diciembre de 2022

¡Ay, la marea!.

 Hola navegantes.

Mirad lo que les ha pasado a unos despistados que no calcularon bien la marea:


En el Mediterráneo no pasa, pero en el Atlántico las mareas pueden subir y bajar hasta 14 metros en vertical (en Normandía) aunque en Santander son como mucho de 4-5 metros. En Normandía a veces te encuentras situaciones así:

En la vuelta a Francia, que navegamos casi todo el Canal de la Mancha, tenía que dedicar por lo menos un cuarto de hora al llegar a puerto para calcular la longitud de las amarras, y no quedarme colgado como el de la foto al bajar la marea. Aquí están los detalles de cómo hay que hacerlo:

Clic aquí

 Uno de los problemas es que al subir la marea las amarras se quedan flojas, y si sopla el viento de tierra te aleja el barco del muro, y parece que se ha soltado. La solución a eso es colgar un peso en mitad de la amarra que haga catenaria, pero es tan lioso que yo no suelo hacerlo.

 

 También hay que tener en cuenta la marea para calcular las corrientes de marea, pero esta vez para navegar, no para amarrarse al muelle. Aquí expliqué el problema de las corrientes en la vuelta a Francia, que en algunos pasos alcanzaba los 10-11 nudos:

Clic aquí.

Si el verano que viene intentamos la navegación a Londres tendré que volver a repasarlo todo. ¡Qué pereza!.

Con cuidado, navegantes.

domingo, 4 de diciembre de 2022

¡Que risa!

 Hola navegantes.

En pleno momento fuerte de la regata mirad lo que hacen dos de los tripulantes, arriba a la derecha:

¡Jugar con el móvil!. Apuesto a que están subiendo alguna foto a sus redes sociales, porque si no lo subes no existe. En vez de disfrutar del momento con la tensión, la escora, la ola que se invita a bordo, y estar disponibles para lo que les exijan en la maniobra, se distraen con el móvil.  Una visión del momento que están viviendo más corta que las mangas de un chaleco, pero por desgracia la que prevalece ahora. 

Con cuidado, navegantes.

viernes, 2 de diciembre de 2022

Dibucarta a los humanos.

 Hola navegantes.

 “Una carta a la mar” era una propuesta de la Vicepresidencia del Gobierno de Cantabria, coordinada por el Museo Marítimo del Cantábrico, con el objetivo de sensibilizar y fomentar la participación de la sociedad en los objetivos de la Agenda 2030, relacionados con la conservación de mares y océanos, en el marco del Día de los Océanos (8 de junio).

Bajo ese título se trataba de concienciar a la sociedad sobre el medio marino y la necesidad de su conservación, mediante la participación ciudadana, escribiendo una carta al mar. No era un concurso sino una participación abierta escribiendo, dibujando o haciendo un vídeo relacionado con la conservación de los océanos. Algunos de los trabajos de iban a arrojar al mar en seis botellas para que las corrientes y el viento marcasen sus rumbos. A finales de junio de este año se iba a realizar en el Museo Marítimo una tertulia donde se comentarían y visualizarían las cartas a la mar, con la participación de los autores.

Por razones que desconozco todo eso no llegó a realizarse, y me he quedado con cara de circunstancias y con la dibucarta de mi participación sin un destino fijo. Se trata de un comentario sobre la contaminación plástica que hemos visto en nuestras navegaciones con el Corto Maltés, que en los casos más graves nos ha bloqueado la hélice sometiéndonos a un cierto peligro, y ello con la silueta de mi pequeño velero (clic encima para verla mejor):

La titulé "Dibucarta a los humanos" porque acababa de publicar el libro  "¿Cuándo llegamos? (la vuelta a Italia del Corto Maltés)" que como sabéis es el relato de nuestra navegación de la vuelta a Italia hecho en primera persona por mi barquito, y se me había quedado en la cabeza la costumbre de pensar en las cosas del mar a través de su visión. Así que sin querer la dibucarta me salió también como si la estuviera escribiendo el Corto Maltés hablándonos a nosotros, los humanos, que contaminamos el mar.

A falta de un destino mejor se la regalaré al primero que la transcriba aquí debajo, en los comentarios. ¡Animo que es fácil!.

Con cuidado, navegantes.

jueves, 1 de diciembre de 2022

El siguiente cuaderno de bitácora.

 Hola navegantes.

Como todos los años, los interminables meses de invierno sirven para ir haciéndose la ilusión, y concretando los planes de la siguiente navegación del verano. Entre las cosas más emocionantes está preparar el cuaderno de bitácora que recogerá nuestras peripecias y las anécdotas del viaje. En esta ocasión, que intentaremos llegar a Londres, la portada va a ser un mapa del Reino Unido con las sombras de Corto Maltés y una chica sobre él, recibiendo el viento del Oeste en las espaldas.

Y el interior lo he adornado intercalando las fotos de algunos de los faros de Francia e Inglaterra que iremos encontrando por el camino, por ejemplo el de Saint Mathieu:


Es el más occidental de Francia y uno de los más famosos y fotografiados. Su estética es preciosa, pintado de blanco reluciente como un traje de Primera Comunión y con el copete rojo, y también por estar construido a uno o dos metros de una abadía benedictina de la Edad Media. En sus inmediaciones hay un cenotafio (que significa “tumba vacía”) de los marinos, o sea, un monumento funerario sin nadie enterrado, como homenaje a los marinos muertos. Una pena que sólo está dedicado a la memoria de los fallecidos de la marina militar, mercante y de pesca, olvidando a la marina deportiva, que también los tiene. En el mar, frente al faro, una de las balizas que marca el canal de navegación y los escollos se llama "Los Viejos Monjes" y supongo que será un homenaje a los religiosos de barba cárdena que construyeron la Abadía, sin sospechar que unos siglos después les pegarían el faro. 

A lo largo de los meses de navegación intentaré ir recogiendo historias relativas a los faros que crucemos para contároslas.

En esta entrada, de un viaje anterior a Francia, podéis ver lo que tengo costumbre de anotar en el cuaderno de bitácora:

Clic aquí.

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Publicidad náutica (42).

 Hola navegantes.

A veces,curiosamente, las revistas de náutica anuncian un coche. Casi siempre son todoterrenos que intentan despertar el lado "macho" de los lectores, por ejemplo este:

Creerse que uno puede remolcar una embarcación por pistas como las que ha tenido que atravesar el de la foto es más simple que doblar a Rin Tin Tin. Cuando me llevaron el Corto Maltés en un remolque para la navegación a Elba íbamos por autopista, y aún así el barco acabó herido casi de muerte, como resultado de los baches y las curvas, y (todo hay que decirlo) de una mala colocación en el remolque por parte del transportista:

 Por suerte pude conseguir otro transportista que lo recogió de la autopista en un camión, me lo llevó a Getxo, y allí me lo repararon en un  tiempo récord, pudiendo continuar nuestros planes de llegar a la Isla de Elba ese mismo verano.

 

 Podéis ver la historia aquí:

Clic aquí.

Desde entonces ni se me ocurre transportar el barco en un remolque y siempre lo hago en un camión.

Con cuidado, navegantes.

martes, 29 de noviembre de 2022

Repeler a las orcas con arena.

 Hola navegantes.

Podéis ver entradas anteriores sobre el problema de los ataques de las orcas a veleros poniendo "orcas" en el buscador:

 

Hoy quiero comentaros dos novedades. La primera que han atacado nada menos que a  Sir Robin Knox Johnston, el primer hombre que dio la vuelta al mundo a vela en solitario, sin escalas y sin ayuda exterior. Ha sido atacado por orcas cerca del cabo Finisterre el 24 de noviembre en un velero Farr 56. Por su carisma y ser un personaje público, un gurú del mundo de la vela, esperamos que las autoridades presten un poco más de atención a este "problemilla" que tarde o temprano se va a saldar con algún fallecido.Aquí os conté algunas cosas de este personaje:

Clic aquí 

Clic aquí

 Y la segunda es la posibilidad de rechazar a las orcas con arena. Haciendo caso de los pescadores de Portugal, una pareja sueca que realizaba una larga travesía con su velero "Wilma" frente a las costas portuguesas a finales de octubre, se preparó para un posible enfrentamiento con arena de playa, que llevaban en bolsas. Aquí veis al de las gafotas recogiéndola:

 

Al parecer las ballenas evitan instintivamente las aguas arenosas para proteger sus agujeros de respiración. Cuando se produjo el ataque el 29 de octubre empezaron a espolvorear arena en el agua sobre el timón . Apenas podían creerlo, pero el ataque cesó inmediatamente y las orcas se fueron. Reconocen que no pueden descartar otra posibilidad, que su robusto timón de acero inoxidable fuera demasiado duro para sus mandíbulas. Los suecos hicieron sacar el "Wilma" en Amora, cerca de Lisboa, como medida de precaución, pero no pudieron encontrar el menor signo de daño en el barco.

 

Podéis deducir la robustez del timón de los escalones que le han soldado para salir del agua en caso de caída. La arena es una forma de "defensa" poco agresiva y natural, y posiblemente efectiva, que merecerá la pena probar. 

Con cuidado, navegantes.

lunes, 28 de noviembre de 2022

Publicidad náutica (41).

 Hola navegantes.

Este es un anuncio de un retrete marino con trituradora. Consiste en un motor eléctrico que tritura los restos orgánicos antes de verterlos al mar. La gracia es que ha comparado el propio retrete con una lancha propulsada por un potente fueraborda, como para presumir de la potencia de su trituración.

Yo no soy partidario de ningún sistema eléctrico si puede ser sustituido por uno manual. Los retretes normales de los barcos funcionan con una bomba manual, parecida a las de inflar las ruedas de las bicis, y son independientes de cualquier electrónica. Por el contrario, las trituradoras dejan de funcionar al faltar la corriente, y si por cualquier circunstancia te quedas sin batería no puedes desaguar el váter. ¡Ea!. 

Por otra parte, meten un ruido atronador como una Thermomix, que por la noche despierta no sólo a los de tu barco sino a los de los barcos de al lado. Lo he comprobado, y sé que no hace mucha gracia. Y sólo faltaría no poder utilizar el váter por la noche para no molestar. 

En resumen, aunque el anuncio es ingenioso me parece un invento totalmente prescindible.

Con cuidado, navegantes.

viernes, 25 de noviembre de 2022

Black friday de ExLibric.

 Hola navegantes.

La editorial ExLibric, que publica mis libros, me informa de su oferta con motivo del black friday. Hará un 5% de descuento en todos, y no cobrará los gastos de envío a domicilio. Todo ello para los pedidos que se hagan hasta el domingo 27 inclusive. Hay que pinchar en el libro en la columna derecha de este blog, y al realizar la compra introducir en la casilla "Código de cupón" el siguiente:

#BBW2022

Además os recuerdo que se puede descargar gratis el libro "Dibupoemas de otros" en PDF. Sólo hay que pinchar sobre su imagen en la columna derecha del blog.

Aprovechad estos días de mal tiempo para revivir las navegaciones del verano con un libro.

Un saludo.

jueves, 24 de noviembre de 2022

Foils: fracturar la proa.

 Hola navegantes.

En varias entradas os he explicado mi opinión contraria a los barcos con foils, que navegan a velocidades astronómicas por fuera del agua, sometiendo a riesgos a los demás barcos y a sus mismos tripulantes. Podéis buscar esas entradas en la esquina superior izquierda de este blog, escribiendo "foil" en la casilla  "Buscar" y dando a la lupa.

 


 (Por cierto, el número y la gráfica indican el número de visitas al blog, y pronto llegaremos al medio millón. Gracias).

 Estos engendros se empezaron a usar en vela ligera, luego en competiciones en campos de regata, como la Copa América, pero ya se usan para navegaciones oceánicas y para la vuelta al mundo. Uno de los peligros mayores para los tripulantes es que mientras "navegan" por el aire pueden alcanzar los 40 nudos o más, pero al plantarse en el agua se paran, pudiendo salir despedidos y golpearse con el mástil u otra parte fija, lo que equivale a darse con un árbol desde una moto lanzada a 100 por hora. De hecho, ya ha fallecido un tripulante en este tipo de accidente.

Ahora se añade un riesgo nuevo, que es la rotura total de la proa y el hundimiento inmediato por la gigantesca vía de agua. Le ha ocurrido al  barco con el que el equipo de Nueva Zelanda está preparando la próxima Copa América. En un entrenamiento con un viento que no tenía la menor duda, pero con poca ola, iban lanzados a 40 nudos y al posarse en el agua se clavó la proa y se fracturó. Aparte del riesgo que ya he mencionado para los tripulantes, se abrió una grieta en la proa que habría hundido el barco en pocos minutos si no llega a ser porque estaban cerca las lanchas de acompañamiento, que lo impidieron. Fijaos qué grieta:

 

Ese mismo accidente en mitad del océano se habría saldado con el hundimiento del barco antes de poder reaccionar para lanzar la balsa salvavidas y tomar otras medidas de emergencia, y posiblemente con la vida de los tripulantes. Como ahora todo se hace bajo la luz de los proyectores para nutrir las redes sociales, el accidente está grabado y podéis verlo aquí:

Clic aquí

 Supongo que, igual que con los ataques de las orcas, hará falta algún fallecido más para que se tomen medidas para racionalizar esta locura.

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 23 de noviembre de 2022

Cortarse el pelo.

 Hola navegantes.

Muchos marinos no son donantes de pelo, y en las navegaciones largas llega un momento en que hay que resolver cosas de la vida diaria que en tierra son muy fáciles, como cortarse el pelo.

Hacerlo navegando yo lo considero un riesgo. La escora, los pantocazos, las olas y los golpes de botavara hacen peligrosa la manipulación de las tijeras. Si no queda más remedio, por ejemplo en las navegaciones oceánicas, yo recomiendo hacerlo un día de calma chicha y sin oleaje, y taparse la cara y los ojos con las manos cuando tienes las tijeras delante de la cara. 

Por lo tanto, es mejor en las escalas. Y allí puede hacerse:

1) En  la baño de la marina, igual que te afeitas. Nunca me lo han dicho pero estoy casi seguro que está prohibido, y nunca he visto hacerlo a nadie. 

2) En el pantalán. Esto sí lo he visto, poniendo una silla en el pantalán. A mí no me parece lo mejor, porque obstruyes el paso, ensucias el suelo (suele ser de maderas y se quedan los pelos en las rendijas) y das el espectáculo a los demás amarristas.

3) En el baño del barco. La única ventaja es que allí no te ve nadie, pero el espacio es enano, te mueves mal, se ensucia todo, y si cedes a la tentación de limpiarlo con la ducha o ducharte tú después, corres el peligro de obstruir la bomba del desagüe con los pelos. Y limpiar una bomba de desagüe obstruida es una de las tareas más desagradables de un barco.

4) En la bañera del barco. Es como lo hacemos nosotros. Conviene amarrarse con la proa al pantalán para que te vean menos, y hay que hacerlo un día sin viento para no llenar de pelos a los barcos de al lado. Después de barrer se pasa la manguera, y lo poco que queda se va por el imbornal.

5) Obviamente, los que no son de bolsillo pobre van a una peluquería, igual que van a cenar a un restaurante privándose de uno de los placeres del barco, cenar a bordo a la luz del crepúsculo, que parecen no apreciar.

Con cuidado, navegantes.