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miércoles, 28 de junio de 2023

Las algas no nos pudieron (pero casi).

 Hola navegantes. 

Ayer salimos de Lengager para afrontar la escalera de 11 esclusas seguidas que conocen como el "vuelo de Hédé", porque son descendentes y desde arriba las ves todas hacia abajo como desde un avión. En efecto, las 3 primeras fueron ascendentes, y llegamos al punto culminante del sistema hidráulico, donde un lago suministra agua a las dos vertientes, la atlántica y la del Canal de la Mancha. Ese lago se llama Bassin de Bazouges, y durante 7 km navegamos por un lago rodeado de árboles altísimos que parecían, ahora de verdad, el Amazonas.


Después de atravesarlo llegamos a la famosa escalera. Son 11 esclusas encadenadas que se pasan muy deprisa gracias a la buena coordinación de los escluseros. Y también al poco tráfico, la verdad. Ya llevamos 52 esclusas y todas las hemos pasado solos menos una. 

Las esclusas descendentes son comodísimas de pasar. Te metes en la esclusa llena y se vacía por el otro lado de las compuertas, con lo que los remolinos se forman fuera. Lo contrario de las ascendentes, que se llenan con tu barco dentro y parece una coctelera.

Como el mismo esclusero te acompaña a todas las de la escalera me enrollé con él, y por un lado me enseñó su oficio dejándome abrir una de las esclusas, y por otro me prestó una rotaflex para lijar la parte de acero inoxidable de la polea que estoy adaptando para la driza de la mayor.


Un trabajo que a mano, y con las únicas lijas que tengo a bordo (las de madera) me habría llevado horas, lo hicimos en pocos minutos. Gracias, Franc.

Aprovecho también para enseñaros cómo son las zapatas de las esclusas. Un bloque de hormigón que soporta el peso de las compuertas, y le quita unos centímetros al calado teórico del canal. Algunos me han dicho que se puede pasar por los canales con más calado del teórico, porque el fondo es de barro y puedes "ararlo". Que lo intenten con esa zapata.


En una de las esclusas invitamos a acompañarnos a una pareja con dos hijitas pequeñas, que estaban viendo el proceso desde la barrera. Se quedaron alucinadas, pero aceptaron y se embarcaron hasta la siguiente. Creo que les emocionó.

A media tarde llegamos a las zonas que en la información que nos dieron en la Capitanía de Redón consideraban como de "navegación perturbada" (por las algas). Y en efecto el canal navegable se fue reduciendo


hasta que se cerró del todo y no quedaba más remedio que navegar sobre ellas.


El proceso fue el mismo que en la vuelta a Francia: a la misma potencia del motor vas perdiendo velocidad hasta que te paras, debido a las algas que vas arrastrando con la orza y el timón. Las del timón las iba quitando poco a poco con el bichero, pero a las de la orza no se llega. Finalmente el motor se para al quedar bloqueada la hélice. Nos pasó dos veces. Y te encuentras como pegado con goma arábiga al fondo, en mitad de un mar de algas del que no puedes salir. 

Con paciencia quitas lo que puedes hasta que vuelve a arrancar, y continúas pero sabiendo que un poco más adelante se va a repetir. Pero en esta ocasión nos sonrió la suerte. Ya os dije que esos tramos los iban a a limpiar esta semana con la cortacésped, que es como llaman a la máquina que limpia los canales. ¡Pues nos cruzamos con ella!



Con iba en dirección contraria, obviamente de ahí en adelante encontramos el paso despejado y pudimos volver a nuestra navegación de crucero. Fue un alivio como cuando en la carretera te adelanta la quitanieves.

Un esclusero nos contó que estas algas invasivas crecen 2 cm cada día, y que la limpieza la contratan a una empresa privada que cobra un millón de euros por hacer dos pasadas a todos los canales de Bretaña. Y otro navegante que también había tenido una avería de motor por las algas (con una motorona) y estaba inmovilizado en Evran, me dijo que las semillas las llevan los pájaros, porque él tiene en su jardín un estanque no comunicado con el canal, y también allí les han salido.

Finalmente alargamos mucho la etapa y llegamos a Evran después de pasar 23 esclusas, un doctorado. En Evran hay un puerto que casi da vergüenza que sea gratis, porque tiene agua y electricidad, unas duchas y aseos mejores que los de muchas marinas, y además veníamos de ver a la cortacésped trabajando para nosotros sin que tampoco nos cobren por usar los canales.

En Evran probamos la polea de la driza, con la sorpresa de que lo habíamos hecho bien y entró a la primera. A ver lo que dura. De todos modos Bartomeu, mi siguiente tripulante, me trae una nueva, y si ésta reciclada da problemas tendremos la solución fácil.


Me despido con una foto del Corto Maltés en Evran, descansando después de la batalla.

Con cuidado, navegantes.

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