Visitas al blog:

lunes, 27 de septiembre de 2021

Dibucarta del regreso.

 Hola navegantes.

Esta navegación bien merece una bonita dibucarta de recuerdo, y que a la vez sirva de homenaje a mi barquito. Aquí va para compartir nuestro éxito con vosotros, que nos habéis seguido todos estos meses (hacer clic sobre la imagen para verla mejor):

Como siempre, al primero que la traduzca aquí abajo, en los  "comentarios", le regalo el dibujo original. ¡Ánimo que es fácil!.

Con cuidado, navegantes.

domingo, 26 de septiembre de 2021

Balance de la vuelta a Italia.

 Hola navegantes.

Aquí va un pequeño balance de la vuelta a Italia este verano:

Tiempo empleado: 111 días (5 de junio a  24 de septiembre).

Millas recorridas: 2.290 (por ahora, el viaje más largo del Corto Maltés).

Millas en canales: 87, navegando por 4 ríos: el Brenta, el Adige, el Po y el Mincio.

Islas en que hemos recalado: 18.

Esclusas atravesadas: 9.

Pernoctaciones en marinas: 93, o sea, el 83 % de las noches.

Precio de las marinas: de 5 euros por noche (Adria) a 55 euros por noche (Milazo y Procida).

Coste: 771 euros por persona y mes.

Consumo de gasolina: 210 litros. Supone que hemos hecho a motor, solo o apoyando a las velas, el 18 % del recorrido por mar. No cuento los ríos y canales, que obligatoriamente se hacen a motor pues hay que desarbolar.

Operaciones de mantenimiento, reparaciones y bricolaje: 42.

Lo mejor: entrar con mi velero en el puerto romano de la isla de Ventotene, excavado en la roca. Las excursiones por Sicilia, y especialmente le subida al Etna en erupción. Haber estado con mi velero en las míticas Islas Eolias. La llegada a Venecia, después de tantos meses imaginándola y de dos años de haber pospuesto esta aventura. Habernos librado de las posibles y tan temidas complicaciones del Covid.

  Lo peor: los problemas para encontrar atraque en algunas zonas, especialmente en el entorno de Roma, y la sensación de que nos estaban tomando el pelo al ocupar los atraques de transito para otros usos. La ola de calor en el Sur de Italia (hubo días de 48 ºC). La noche fondeados y garreando al Sur del Promontorio Gargano, por no haber alcanzado el puerto de Vieste debido a las fuertes rachas. El día que nos alcanzó el temido viento Bora, al Norte de Ancona. La colmatación de algas en los canales antes de Mantova. Y en general los altos precios y la mala calidad de las marinas en Italia.

Y mencionar que por el camino se me han perdido 5 kg.

Finalmente, unos deberes con premio para el primero que lo traduzca:

Con cuidado, navegantes.

sábado, 25 de septiembre de 2021

El Corto Maltés llegó a Santander.

 Hola navegantes.

Como estaba previsto, esta mañana llegó el Corto Maltés a Santander.

Han sido dos días de viaje por carretera, en los que ha deshecho el camino que por mar nos costó casi cuatro meses:


 Nos ayudaron en la maniobra Tito, Miguel y Nacho. Antes de botarlo aprovechamos para limpiar lo más posible los caracolillos que traía del Mediterráneo. Pero de nuevo ha quedado de manifiesto que no me libro de sacarlo el año que viene para renovarle la patente, porque realmente estaba muy, muy sucio. También aproveché para inspeccionar el mástil mientras estaba en tierra, y por suerte allí no había problemas.

Después botamos el barco sin el mástil. Esa es la parte fácil. Sólo teníamos que estar pendientes de ir aflojando las amarras, porque la marea estaba bajando, hoy concretamente casi 3 metros. De vuelta al Cantábrico tengo que recuperar los reflejos respecto a la marea, que después de 4 meses en el Mediterráneo temo haber perdido.

 

Luego viene lo difícil, que es poner el palo. Hay un momento peligrosísimo, que es cuando ya has puesto el pasador que lo une a la cubierta, pero sigue sujeto arriba por la grúa. Si en ese momento pasa un barco haciendo olas, en el seno de la ola el barco desciende, y como la grúa está sujetándolo por arriba podría arrancar el soporte de la cubierta. Por eso  hacen falta muchas manos para enganchar rápidamente la jarcia, al menos cuatro personas: una para cada obenque, una para el estay y otra para el bakestay. Cuanto antes pueda soltarse de la grúa mejor. Luego, sin prisa, se afianzan los otros dos obenques y se ajusta todo para que el palo quede recto.

Por suerte todo salió bien, y luego Ana y yo hemos dedicado casi todo el día a ajustar la jarcia, poner las velas, la electricidad del palo, y ordenarlo todo, pero ya tranquilamente en nuestro atraque. La lista de trabajos pendientes es de 14, o sea que necesitaremos varios días para dejar al Corto Maltés en plena forma. 

En los próximos días haré un balance de esta navegación de la vuelta a Italia.

Con cuidado, navegantes.

viernes, 24 de septiembre de 2021

Tratados como ganado.

 Hola navegantes.

Ayer, al anularse nuestro vuelo desde Bolonia por la huelga, gestionamos otro desde Roma a Santander y dedicamos el día a conseguir llegar a Roma. Teníamos que estar en el aeropuerto a las 4.30 h. de la madrugada, y preguntamos los posibles medios de transporte en cuatro sitios: la estación de tren, la empresa de autobuses, la estación de taxis y en un Bed and Breakfast. Finalmente fuimos en autobús y llegamos a las 12. Cuál no sería nuestra sorpresa al encontrarlo cerrado. 

Los pasajeros que habían hecho como nosotros nos encontramos en la calle, a la puerta de un edificio cerrado (aunque había personal dentro), durmiendo en un banco al raso, sin aseos, y con la máquina del café estropeada. Una forma delirante de tratar a los viajeros, como si fuéramos reses, y la lógica llevada al absurdo, pues mantienen líneas de transporte a una hora en que el aeropuerto está cerrado. Entre este colofón del viaje, el precio y la mala calidad de muchas de sus marinas, las sospechas de mal uso de los atraques de tránsito, la suciedad hecha costumbre, la pésima calidad de los servicios públicos y otros detalles, creo que no volveré a pisar ni navegar por Roma y sus alrededores hasta que haya vuelto la Unión Soviética o hasta que el Corto Maltés deje de medir 23 pies. 

La parte buena, haber descubierto otro uso de la mascarilla: ayudarte a dormir en la calle tapándote los ojos.

A una navegante solitaria que volvía de una vuelta al mundo a vela le preguntaron si había pasado miedo alguna vez. Y contestó: "sí, especialmente cuando me acechaban las fieras en los pasos cebra". Una forma irónica de decir que lo peor no estaba en el mar sino en tierra. Lo mismo voy a decir yo cuando me pregunten por lo peor de la vuelta a Italia: la anulación del vuelo de Bolonia a Santander. Ha sido una noche peor que la del promontorio Gargano cuando nos garreaba el fondeo.

Finalmente llegamos a Santander, donde nos esperaba la cola y los trámites del Covid, y que me ha recordado que, milagrosamente, lo que más temíamos este año no ha sucedido. Una interrupción o suspensión de la navegación por el maldito virus.
 
Si todo va bien esta noche llega José Luis con el barco a Santurce, y mañana le botaremos en Puerto Chico. Unos días después haré un balance en caliente de esta larga navegación.

Con cuidado, navegantes.

jueves, 23 de septiembre de 2021

¡Sniff!

 Hola navegantes.

¡Qué sensación más rara el final de un largo viaje!. Por un lado estás deseando volver a casa, a tu zona de confort, a tus rutinas. Pero por otra sabes que dentro de poco echarás de menos estos meses de vida robinsonesca, improvisada, incierta, donde cada día al salir a navegar no sabes ni dónde vas a dormir ni las aventuras que te sucederán por el camino. 

Hoy hemos sacado el Corto Maltés de la laguna en Mantova.


Nos levantamos a las 5 para estar listos a las 6, cuando saliera el sol, ya que José Luis tiene por delante un larguísimo viaje por carretera. Hace rarísimo haber venido hasta aquí en 4 meses y regresar en 2 días. Se amontonan en la cabeza los recuerdos, ya desordenados, que habrá que ir recolocando en los próximos meses.

También hace rarísimo ver alejarse a tu compañero de aventuras en la caja de un camión, tan ajeno a su medio natural, que es el agua.


Entre las curiosidades, comprobar la diferente fauna que se pega al casco en cada mar. El Corto Maltés ha salido con unas conchitas vermiformes que nunca le han salido en Santander. Allí lo que le sale es un felpudo blandito de color verde moco que se desprende muy bien. Tenía la esperanza de poder prescindir el año que viene de darle la patente, teniendo en cuenta que se la renové en el camión a la ida y le voy a retocar las zonas peores a la vuelta, pero ahora me parece que no me quedará más remedio que dársela.


Ana y yo íbamos hoy a Bolonia en tren y mañana a Santander en avión. Pero al poco de salir de Mantova nos llegó un correo anulando nuestro vuelo por una huelga. Estamos buscando un transporte alternativo con la esperanza de poder estar el sábado en Santander para botar el Corto Maltés. 

Con cuidado, navegantes.



martes, 21 de septiembre de 2021

Entrevista.

 Hola navegantes.

El domingo me entrevistó Edu Araujo en Onda Vasca con motivo de la finalización de la vuelta a Italia. Podéis escuchar la entrevista aquí:

Clic aquí

Hoy hemos pasado el día en Verona. Antes de salir vimos con preocupación que las algas que nos obstruyeron el motor en el canal de Mantova están entrando también en la laguna:


Por suerte ya no tenemos que mover el barco más que unos 30 metros hasta el pantalán de la grúa. Limpiaremos el circuito en Santander.

En Verona lo más curioso es el Arco de la Costilla, que une la Pizza dei Signori con la Piazza Erbe. Se llama así porque tiene colgada una costilla de ballena, que nadie sabe a ciencia cierta qué hace allí ni por qué se puso.


La leyenda dice que cuando pase por el arco una persona justa la costilla se caerá. De ser cierto el género humano está perdido, porque todos los días pasan miles de personas por debajo y la costilla lleva varios siglos allí colgada.

La ciudad nos ha encantado, sobre todo las vistas de sus numerosos monumentos enmarcados por el Río Adige. 



Es impresionante ver en el interior del Continente un río que ya conoces de la desembocadura. El Adige le cruzamos un poco antes de llegar a la laguna de Venecia, y nos obligó a dar un bordo mar adentro por las lenguas de arena que desprendía.

Con cuidado, navegantes.

lunes, 20 de septiembre de 2021

Navegando por la laguna de Mantova.

 Hola navegantes.

Hoy hemos aprovechado la mañana para conocer la laguna de Mantova desde dentro. Obviamente es de agua dulce y su calado, por lo que nos han asegurado, siempre es superior a los dos metros. A pesar de ello hemos ido con la orza y el timón subidos para más seguridad.

Teníamos ganas de llevarnos de recuerdo una foto del Corto Maltés con la ciudad de Mantova al fondo, como la de Venecia. Pero aquí es más difícil porque no hay un sitio adecuado desde la orilla, y no encontramos a nadie que pudiera hacérnoslas desde un barco. Pero fijaos la que conseguimos:

¿Que cómo la hicimos?. Pues dejando a Ana abandonada en mitad de la laguna, en una balsa de palés, para hacerla:


A la vuelta fuimos a probar el pantalán donde tendremos que poner el barco para subirlo con la grúa. Es un pantalán pequeñísimo al lado de uno de los puentes que comunican la laguna con el río. Pero creo que servirá.

Luego fuimos a recorrer una pista ciclable que rodea la laguna:



Para nosotros es el final de una emocionante aventura, y os mandamos un recuerdo desde Mantova:

Para terminar os enseño la moneda de 5 céntimos de euro troquelada que me traigo de recuerdo de esta vuelta a Italia:

Es una de esas tonterías que te alegran la vida al recordar los tiempos mejores. De cada esquinita de ese perfil (menos Cerdeña) traigo recuerdos inolvidables.

Mañana iremos en tren a conocer Verona, y pasado mañana esperamos a José Luis con el camión.

Con cuidado, navegantes.

domingo, 19 de septiembre de 2021

No fueron 3 sino 4.

 Hola navegantes.

Hoy nos levantamos a las 6 para coger el tren a Milano a las 8.42, pero antes tenía que arreglar un pinchazo de la bici. Anoche lo intenté, pero estaba lloviendo y fui a hacerlo en los soportales del club náutico, que tenían luz. Pero todos los mosquitos del Río Mincio habían tenido la misma idea, ir a la luz y no mojarse, y la manada entera se abalanzó sobre mí. Tuve que irme corriendo al barco y dejarlo para hoy.

Para empezar bien el día comprobé que no tenía una rueda pinchada sino dos. O sea que el balance de la visita de ayer a Mantova y sus maravillosas calles empedradas es de las cuatro ruedas pinchadas. Bonito récord.

El tren estaba adaptado para las bicis, pero obviamente no para "nuestras bicis", que como no llegaban al soporte inferior, en las curvas bailaban el rock and roll:

En Milán fuimos a ver, cómo no, la catedral, una de las más grandes del mundo católico. En una de las naves vi una escultura de un anciano muy musculoso. ¡Qué cateto soy!. Resulta que es San Bartolomé, que sufrió suplicio siendo desollado vivo, y se le ven los músculos tan bien porque le falta la piel. ¡Vaya morbo!.

El escultor no escatimó ni un detalle morboso. La estatua parece tener tres piernas. Y es porque el Santo lleva colgado del cuello su propio pellejo, y la piel de una de las piernas la ha hecho coincidir con la pierna desollada:

También se ve que en la espalda lleva, como si fuera el final de una bufanda, la piel de su cabeza, que mantiene la forma de su cara. Y el brazo derecho parece terminar en dos manos, porque el escultor morboso también hizo coincidir allí la mano desollada con su propio pellejo:

Había unas niñas contemplando atónitas la escultura. No sé lo que pensarían, pero ese Santo, después de ver al crucificado,  alguno de los frescos de las paredes, y el cadáver de un obispo en su mausoleo, hacía pensar que estábamos en el museo de la tortura en vez de en una iglesia. Pobres criaturas.

Para seguir con el morbo, me he enterado que San Bartolomé es el patrón de aquellos que trabajan las pieles, fabrican o usan cuero, guantes, abrigos, cinturones y botas, encuadernadores, pastores y vaqueros. También de las modistas por llevar su piel sobre los brazos. Ahí queda eso.

Cambiando de tema y como curiosidad ajena a nuestro viaje, enseñaros el Ferry que ha contratado Brittany Ferries para renovar su flota de aquí a 2.028:

Es verdad, no estáis soñando. Es la locura de los foils, que he criticado en otras ocasiones, llevada al extremo. Yo he dicho que más que barcos son aviones, porque vuelan sobre el agua a la que sólo están unidos por el alerón. Pues ya no hay que disimularlo: un auténtico avión sustentado en el agua por foils, que podrá llevar a 150 pasajeros a más de 150 nudos (mi barquito navega a 3-5 nudos). Supongo que tendrán que definir pasillos en el mar donde no nos metamos los demás. Si no, los navegantes deportivos tendremos que pasarnos a los submarinos.

Con cuidado, navegantes.

sábado, 18 de septiembre de 2021

Se rebelaron las pequeñajas.

 Hola navegantes.

Hoy hemos pasado un día de descanso en Mantova visitando la ciudad. Está en la orilla de tres lagos, en realidad tres ensanchamientos del Río Mincio, por el que llegamos nosotros,  comunicados entre sí. La verdad es que es increíble haber llegado en barco hasta aquí desde España, primero por el mar costeando dos países (tres con Mónaco) y luego remontando cuatro ríos. Y eso con un barquito de menos de 7 metros y un fueraborda de 6 CV.

La parte mala es que, como estamos en un río, esto está trufado de mosquitos, de los que parece que no han hecho una comida completa en su vida. El atardecer es insoportable. Tenemos que encerrarnos en el barco y echar bien de espray para darles matarile.

Entre las cosas prácticas, hoy tuvimos que buscar una tienda de bicis para comprar una cubierta y dos cámaras, porque las pequeñajas, que no habían dado problemas en todo el viaje desde Santurce, se han puesto de acuerdo en pincharse a la vez. Tres pinchazos en 24 horas.

No es extraño porque Mantova ha mantenido el empedrado de muchas de sus calles supongo que de la época medieval, y están empedradas con cantos de río:

Entrar en ellas con la bici es peor que el París-Dakar. Se te aflojan hasta los empastes.

Entre las curiosidades, una iglesia, la Basílica de Sant' Andrea, que afirma poseer restos de la sangre de Jesucristo (dicen que la trajo Longino, el soldado que le dió el lanzazo en el costado, que la recogió del pie de la cruz). Se le han quedado viejas las sillas y ha lanzado una campaña de "adopta una silla". Cada silla dicen que les cuesta 100 euros, y si adoptas una tienes el honor de que esté rotulada con tu nombre o el de uno de tus seres queridos.  Como veis, una donación desinteresada. De verdad que no me lo invento:



Hemos intentado alquilar un coche para estos días y las empresas con las que hemos contactado, y son las famosas, tienen un stock de coches de alquiler que asciende a dos. Obviamente los tienen ya alquilados y con lista de espera. Así que vamos a movernos por aquí en tren, y mañana iremos a conocer Milán. Aquí también hay gracias derivadas del Covid. Para ver "La última cena", de Leonardo, hay lista de espera hasta el día 23. Ver para creer.

Entre los trámites, hemos ido a dar el visto bueno al sitio donde sacará el camión nuestro barco del agua:



Está aquí al lado, en el Club Motonáutico Mantovano, y como el camión no atraviesa la ciudad no necesita permisos específicos. Si este sitio no sirviera tendríamos que ir a otro muelle público de la ciudad, y ese ya necesitaría un permiso municipal.

Con cuidado, navegantes

viernes, 17 de septiembre de 2021

Un final con emociones fuertes.

 Hola navegantes.

Ayer decía en un comentario que una de las razones para no seguir por el río Po era que ya no estábamos para emociones fuertes. Pues las hemos tenido en el canal de Mantova.

Han sido otra vez las malditas algas, como en la vuelta a Francia. Entramos en un tramo del canal, unos pocos kilómetros, absolutamente colmatados de algas, en algunos tramos el 100 % de su superficie, para que no hubiera forma de evitarlas.

Entramos allí encomendándonos al de las causas perdidas, que no me acuerdo cuál es, pero no sirvió de nada. El motor sufrió un calentón por las algas enredadas en la hélice y por la obstrucción de la toma de agua. Conseguimos salir de la zona de algas enfriando el cárter con agua fría  (que hervía en cuanto le tocaba) y al llegar a aguas un poco más libres fondeamos en medio del canal, porque no había ningún pantalán en las cercanías. Allí sacamos el motor, limpiamos todo y le dejamos enfriar, después de lo cual parece que ha vuelto a ir normal. Pero el susto no nos lo quita nadie. Ya os he comentado que en las aguas interiores no hay servicio de salvamento. Si no se hubiera resuelto uno de los dos tendría que haberse ido nadando a la orilla, hacer autoestop  hasta Mantova, y haber vuelto con un mecánico o con un remolque.

Posteriormente, en Mantova, el dueño del Club Motonautico Mantovano, donde nos hemos quedado, me ha dicho que ni a los de aquí se les ocurre navegar por el Po. Que es fácil varar en los arenales, con el agravante de que si haces algo mal, la corriente del río te mete más adentro en el arenal y luego no hay quien te saque. O sea que hicimos bien en no jugarnosla y terminar la navegación aquí.

Por lo demás, la navegación de hoy ha sido muy interesante. Aquí el paso de la última esclusa del viaje, la de Valdaro, que ya tiene al menos 4 metros de desnivel:


Por cierto, se me olvidó decir que en Italia no se paga nada por el paso de los canales y las esclusas, a diferencia de Francia, que hay que sacar un permiso y te lo cobran.

Como curiosidad, deciros que el Navionics tiene en esta zona errores de bulto, y es más fiable el Google Maps. Fijaos, en la llegada a Mantova nos ha hecho pasar dos veces sobre el suelo firme, obviamente por no tener bien recogida la cartografía:



La entrada a Mantova es preciosa, a través de un ensanchamiento del Río Mincio, que forma una laguna que es Reserva Natural, llena de aves y, desgraciadamente para nosotros los navegantes, también de algas y de nenúfares, que para los demás serán preciosos:


 Finalmente se accede a los 3 lagos que rodean Mantova por un canal estrecho, que hace unos años era una esclusa y aún mantiene sus norays y las ranuras para las compuertas:



Los próximos días os contaré cómo es Mantova y las ciudades que visítenos hasta que venga José Luis con el camión. 

Me despido con una imagen crepuscular del Corto Maltés sobre la línea del cielo de Mantova.



Con cuidado, navegantes.

jueves, 16 de septiembre de 2021

Lloviendo como en Cantabria.

 Hola navegantes.

El día de hoy ha estado marcando por la lluvia, como si no hubiéramos salido de Cantabria. A media mañana paramos en Castelguglielmo para comprar gasolina, y estuvimos allí retenidos casi 3 horas porque estaba cayendo la del pulpo.


Fuimos en bici a por la gasolina mojados, al súper mojados, pasamos las esclusas mojados, y paramos a dormir mojados. En este tramo del canal apenas hay servicios para el turismo, y nos hemos quedado abarloados a la plataforma de un restaurante que hace funciones de terraza con mesas. Le expliqué al dueño, Giancarlo Battilani, nuestra situación y no sólo nos ha dejado quedarnos esta noche, sino que nos ha dejado conectarnos a su torre de luz para tener corriente y poder cargar la batería, ya que hoy el panel solar no ha rendido nada. Giancarlo ha trabajado en España. Y yo pocas veces he amarrado el barco en un sitio tan raruno. Gracias Giancarlo.

Además del restaurante, tiene peniches de alquiler y algunas casas flotantes fijas para alquilar en verano. El restaurante se llama Tintero Risto-bar y es especialista en pescados.

Por lo demás ha sido un día anodino, de seguir tragando millas hacia el oeste. 

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Saberse las señales.

 Hola navegantes.

Ya os he dicho otras veces que los títulos náuticos del mar no sirven para los ríos, hay que sacarse un título específico que los complementa, el CEVNI. Se aprenden sobre todo las señales y las reglas de preferencia, que son distintas que en el mar.

Un ejemplo. Ayer afrontamos la entrada de un río con este puente:


Cualquiera pasaría por la derecha, que no tiene vano, y más al comprobar la altura del vano del que aparece justo por mi proa:

o

Os dais cuenta de que hay barcos que ni siquiera desarbolados cabrían por allí (un inciso: la gente piensa, al planificar una navegación fluvial, en el calado, pero se olvida del vano de los puentes, y a veces eso es lo que te limita; las guías fluviales dan las dos informaciones).

Pues volviendo al puente, una señal te indica que hay que pasar precisamente por el que intuitivamente nunca pasarías. Seguramente el de la derecha se derrumbó, y los escombros están en el fondo esperando para hacerte un bonito agujero bajo la flotación.

Otro ejemplo. Veis este puente y viene de frente otro barco por el vano de la izquierda:


Seguro que el sentido común te dice que pases por el de la derecha. Pues solo debe usarse en que tiene un rombo amarillo, el de la izquierda. Como es un solo rombo significa que se circula en los dos sentidos, cuando es de un solo sentido se marca con dos rombos amarillos. 

Y aquí una imagen de lo que está siendo nuestra proa en estas etapas: en vez de horizontes vacíos, un laberinto de vegetación, ciudades, infraestructuras, y otras cosas no tan bonitas, cuya aparición tras cada recodo te anima el trayecto:


Los canales del Po no están pensados para la navegación deportiva. Fijaos dónde hay que esperar la apertura de la esclusa:

Son esas dos bricolas separadas por unos 20 metros y sin conexión con la orilla. Están pensadas para que una barcaza amarre su proa y su popa, pero en el Corto Maltés no alcanzaríamos ni a amarrarnos a ellas. Y cuando hemos encontrado algún pantalán de nuestro tamaño, era uno privado donde no nos han visto o han hecho la vista gorda:

 
Hoy hemos pasado dos esclusas, y la segunda, la de Bussari, ya tenía un desnivel considerable, unos 2 metros. A pesar de ello es tan grande que el llenado de hizo casi sin enterarnos.

Y nos hemos venido a dormir a Pizzon, que tiene un pantalán público y gratuito a la entrada de un afluente del río, con un molino, rodeado de una vegetación exuberante. Lo malo es que no tiene agua ni luz. Nuestra única opción para mantener hoy en frío la comida era comprar hielo. Fuimos en bici al pueblo más próximo, Fratta Polesine, para buscarlo, pero antes de recorrer ni un kilómetro se reventó la rueda de atrás de mi bici. Volvimos al barco andando, y el encargado de un ecomuseo que hay en el molino nos dió el hielo que tenía él en la nevera, que no era mucho. Y nos indicó un grifo donde mañana podremos rellenar de agua nuestros depósitos, que es otra de las esclavitudes de la navegación, encontrar agua.

Un poco más tarde estaba en el borde del río arreglando el pinchazo, cuando me llama desde lo alto de un terraplén un señor y me pregunta si necesito algo. Es el encargado de una pensión-restaurante muy cercana que estaba dando un paseo en bici. Charlamos un rato y también él me ofreció una bolsa de hielos. Entre los dos nos han resuelto el problemilla de hoy, y nos acostamos encantados de que aún haya gente que se ofrece a ayudarte. 

Mañana seguiremos remontando el canal del Po hacia el Oeste. Estamos yendo más deprisa de lo previsto porque las esclusas son lo que más enlentece la navegación fluvial, y aquí hay muy pocas.  Igual llegamos a Mantova con unos días de margen antes de que llegue el camión desde España. Si es así los dedicaríamos a recorrer algunas ciudades de los alrededores de Mantova.

Con cuidado, navegantes. 

martes, 14 de septiembre de 2021

La paz de los canales.

 Hola navegantes.

No es que sea un decorado del nacimiento del mundo, pero los canales me transmiten paz. Al contrario que el mar, del que siempre esperas un zarpazo y sales a la defensiva.

Hoy salimos de Chioggia para iniciar la fase fluvial de la vuelta a Italia. Al poco de pasar la primera esclusa nos despistamos y empezamos a ver atracados veleros en la orilla. Algo muy atípico porque por nuestra ruta es obligatorio desarbolar. Fijaos por qué sitios hemos tenido que pasar:

Se nos había olvidado bajar la antena, que va en el balcón de popa, y casi se nos dobla. Al consultar la cartografía vimos que nos habíamos metido por el Río Brenta, en vez de por el Canal del Valle. Una confusión tremenda, porque el río nos devolvía al mar un poco más al norte del delta del Po, por donde pasamos hace una semana. Dimos media vuelta y cogimos el camino bueno. Los ríos y los canales no son como las carreteras, no hay carteles que te indiquen la dirección y es fácil confundirse. Si no llegamos a fijarnos en los veleros con sus mástiles, volvemos al mar.

Hoy hemos pasado 3 esclusas, y como os dije tienen un desnivel mínimo, unos 20 cm. Hay un cartel que dice que es obligatorio amarrarse para el tránsito, y con razón. La primera la pasamos con una motora italiana y el patrón no se molestó en amarrarse, se limitó a sujetarse con una mano a la barandilla. Las otras las pasamos solos a pesar de su tamaño monumental:


Cerca de la segunda esclusa nos llamó un pescador desde la orilla y nos preguntó si eramos "los españoles". Nos estamos haciendo famosos en Italia. Al decirle que sí nos ha hecho la foto que he puesto la primera, y nos la ha mandado a través del presidente del Club Náutico de Mantova, donde vamos a recalar dentro de unos días. Para nosotros es una foto emocionante, porque nunca podemos hacernos una desde fuera en la que salgamos los dos. Uno de las profesores de la escuela de vela de San Giorgio, en, Venecia, también nos conocía de oídas.

La navegación han sido 21 millas apacibles, protegiéndonos del sol con el paraguas y preparando todo para el paso de las esclusas. Las que tienen mucho desnivel son como estar dentro de una Thermomix, y el barco puede chocarse con las paredes. Por eso he protegido la luz de estribor con una defensa:

y he prolongado las defensas laterales con el tablón, que protege todo el casco:

También os enseño el invento para llevar el timón desde la entrada a la camareta, donde se va más cómodo y se puede leer con el paraguas:


He amarrado la caña, pasado los cabos por las poleas del espí, y de ahí al carro de la escota de la mayor. Moviendo el carro a babor o estribor el barco responde en la misma dirección. Así puedes gobernar el barco desde la entrada a la camareta.

 A la hora de comer hemos parado en un pantalán donde hemos tenido que abarloarnos a un velero ruinoso. Me dan mucha pena estos barcos abandonados. Siempre pienso que al dueño le surgió un imprevisto en su país, o bien se puso enfermo, dejó aquí el barco y nadie volvió a acordarse.

Nos hemos venido a la pequeña ciudad de Adria. Una ciudad enternecedora, porque es la que da nombre al Mar Adriático. En la época de los romanos era uno de los principales puertos del Adriático. Posteriormente el crecimiento del Delta por los sedimentos del Po la fue alejando del mar. Y ahora está 25 km tierra adentro. A pesar de ello padece la influencia de la marea, que sube por el río Po, y en las mareas vivas se inunda. Por eso ahora el río se cierra con unas compuertas cuando se espera una subida de más de 60 cm. Menos mal que mañana es sólo de 50 y no dependemos de las compuertas para salir.

En Adria nos hemos quedado en el sitio más barato de este viaje: 5 euros (sí, cinco). Naturalmente por ese precio no tiene servicios, ducha, wifi ni club social, pero en el Sur de Italia nos pedían 40 en sitios similares. Además su dueño, Roberto, es una persona amabilísima, le hemos pedido poder enchufarnos a la corriente y nos ha sacado una alargadera por la ventana del taller. 



Mañana seguiremos por el Po hacia el Oeste.

Con cuidado, navegantes.