Visitas al blog:

miércoles, 31 de agosto de 2022

94 años a bordo.

 Hola navegantes.

Hace dos años os hablé de mi amigo Higinio, que con 92 años seguía nadando y navegando a vela después de toda una vida practicando ambos deportes:

Clic aquí.

 Pues ha estado de nuevo en Santander, y entre una sesión de natación en la playa de Liencres y una cita con una antigua amiga, le ha dado tiempo a volver a visitar mi barquito y compartir una tarde de navegación.

Hizo poco viento, lo que nos permitió ir hablando de lo divino y lo humano relajadamente, y a mí y a los demás que nos acompañaban comprender que con 30 años menos Higinio sería el Phileas Fogg de los tiempos modernos. Porque si ahora no se resigna a ver la vida desde un sillón, ¡qué haría sin esa lista de achaques y con las facilidades que tenemos ahora para organizar el tiempo libre!. Su proyecto más inmediato, comprar un vela ligera con alguno de sus hijos, y yo creo que en su interior piensa utilizarlo también él. Y ya veremos si cuando traigan su piragua a Santander no se empeña también a volver a remar, para recordar su inicio en las traineras. 

Lo que no conseguí sacarle es el secreto para llegar a su edad (ya son 94) en tan buena forma física. ¡Rayos y truenos!, la próxima vez no le dejaré subir a bordo sin revelármelo.

Con cuidado, navegantes.

martes, 30 de agosto de 2022

El peligro, detrás.

 Hola navegantes.

Ayer terminaba diciendo que en los ríos y canales el peligro estaba detrás, y es lo que voy a contaros hoy.

En el mar cualquier barco que alcanza a otro tiene obligación de apartarse, y de adelantarle dando un resguardo suficiente, que suele ser de cientos de metros, o incluso de varias millas. Allí los horizontes son casi infinitos, mirando los 360 grados columbras cualquier mercante que se te acerque desde lejísimos y entonces estás pendiente de él, y no hay ninguna necesidad de arrimarse, por lo que casi nadie lo hace. Entre eso, y que para no desviar el rumbo los del velero tenemos que centrar la atención en algún punto por la proa, nos acostumbramos a navegar largos periodos mirando solo hacia delante.

Pero en los ríos y canales se dan varias circunstancias:

1. Que el espacio es muy limitado, a veces 10 o 20 metros de orilla a orilla.

2. Que ese espacio limitado lo compartimos barcos de muy diferente tamaño, desde veleros de 6 metros como el Corto Maltés, a gabarras de carga o ferries de hasta 200 metros de eslora, el tamaño máximo de las esclusas.

3. Que al ir desarbolados navegamos a motor, y el ruido del motor, al que no estamos acostumbrados en el velero, nos impide escuchar lo que nos viene por detrás.

4. Que todos los usuarios del río van más deprisa que nosotros, por lo que no paran de llegarnos esos monstruos por la popa.

5. Que como el río está lleno de recodos y meandros, los horizontes son muy limitados y el barcarrón puede aparecerte de repente.

5. Que suelen dar el bocinazo para que nos apartemos cuando ya los tenemos encima, y entonces vuelves la cabeza y casi te quedas paralizado entre un  latido y otro al ver lo que tienes en la popa.

6. Y como peculiaridad nuestra, que nos da tanta pena desaprovechar un viento portante que cuando lo hay intentamos aprovecharlo con el paraguas o la sombrilla, lo que nos bloquea parcialmente la visión por la popa.


Por eso siempre que pasó el timón a mi tripulante en la navegación fluvial le insisto en que cada 5 ó 10 minutos mire para atrás y esté dispuesto a la maniobra para apartarse, porque lógicamente esos que nos asustan tienen preferencia.

Con cuidado, navegantes.

lunes, 29 de agosto de 2022

El peligro, arriba.

 Hola navegantes.

Al navegar vamos siempre muy atentos a la línea de costa y a la profundidad, que solemos considerar nuestros principales peligros. De hecho, un refrán marinero dice que la tierra más cercana siempre está debajo de la quilla, para enfatizar el peligro de los bajos fondos y los escollos, que a veces te puedes encontrar a muchos kilómetros mar adentro, donde no te los esperas. En la siguiente foto por ejemplo, la varada de uno de los veleros de la Volvo Ocean Race que encalló en el banco "Cargados Carajos" (sí, así se llama) en el Océano Índico a 200 km de la tierra más cercana. Y se supone que era una tripulación profesional.

Viendo a esos profesionales con el barco roto a 200 km de la tierra más cercana, y con el remordimiento del error garrafal de navegación que cometieron (porque ese banco está cartografiado) se comprende el sentido de esta frase que leímos en un grafiti en el muelle de Horta: "quien va al  mar por gusto iría al infierno por pasatiempo".

Pero los veleros pequeños tenemos peligros especiales que nos vienen de arriba, del aire, y no de debajo del agua. Ya os hablé en otras ocasiones de la altura de los puentes y la dificultad de calcularla, así como de la falta de información de algunos que se encuentran en zonas no consideradas transitables en velero, pero que nosotros a veces, con  nuestro pequeño calado, sí que transitamos. Por ejemplo, aquí relaté este verano las dificultades para pasar bajo el de Puentedeume, en el Golfo Ártabro:

Clic aquí

 Y cómo finalmente conseguimos pasarlo:

Clic aquí

Pero hoy quiero referirme a los postes y tendidos de alta tensión, con motivo del desgraciado accidente en el Río Eo, que se ha saldado con el fallecimiento de un chico, electrocutado a través del mástil:

Clic aquí

 Navegando por la orilla del río se acercaron mucho a una línea de alta tensión y la electricidad se condujo por el mástil:

En ocasiones las líneas de alta tensión se llevan paralelas a una cauce de agua, y los cables sobrevuelan zonas consideradas no accesibles por un velero, pero que sí que lo son con los de orza abatible. De hecho un caso similar ocurrió en Santander, creo que sin víctimas pero sí con un incendio del velero. Desde entonces están marcados con esta señal, que creo que debe ser única en el mundo:

"Prohibido veleros". Aunque os parezca mentira, en pleamares vivas se puede navegar entre la señal y el poste de alta tensión:

De hecho, podéis ver una barca varada, y comprobar que algunos veleros de orza abatible podrían pasar por el mismo trayecto que ha llevado ella en pleamar.

 Otro peligro, éste más conocido, es el de las líneas de alta tensión que atraviesan los ríos y canales, porque obligatoriamente tienes que pasar por debajo. Pero estas están bien marcadas en la cartografía, tanto por el riesgo de tocarlas físicamente con el mástil (que sería como tropezar con un puente) como por el de crear un arco eléctrico con el mástil y provocar una descarga, aunque el mástil no alcance el cable. Esa eventualidad depende de la altura del mástil y de la intensidad del voltaje que pasa por la línea. Por eso en las cartas diferencian la altura libre bajo la línea, que suele indicarse en negro, y la “altura libre de seguridad” que tiene en cuenta ese riesgo, y que suele indicarse en magenta. La diferencia puede llegar a ser de cinco metros. En varios de los ríos que navegamos sin desarbolar durante la vuelta a Francia tuvimos que estar muy pendientes de esto, sobre todo cuando nos agarraba la niebla y los cables no se veían aunque nos fijáramos. Más adelante desarbolamos para el descenso desde el Canal de la Mancha hasta el Mediterráneo, y con el palo quitado el riesgo desaparece.

Así que ya sabéis, hay que navegar mirando para delante, para abajo, ¡pero también para arriba!. Y en los canales es igual de importante navegar mirando para atrás, pero eso es otra historia.

Con cuidado, navegantes.


jueves, 25 de agosto de 2022

Entrevista Colegio de Médicos.

 Entrevista en el Boletín del Colegio de Médicos de Cantabria sobre la vuelta a Italia en el Corto Maltés. Podéis verla aquí:

Clic aquí.

miércoles, 24 de agosto de 2022

Dormir de 20 en 20 minutos.

 Hola navegantes.

En la navegación oceánica en solitario a bordo de un velero se ha asumido el axioma de que hay que dormir 20 minutos, poner el despertador, levantarse a mirar si hay algún barco en el horizonte, y volver a la cama para otros 20 minutos. Se afirma que 20  minutos es lo que tardaría en alcanzarte un barco mercante que estuviera justo detrás del horizonte, y que por tanto te daría tiempo a reaccionar antes de que te colisione. Pero desde la cubierta de un velero esto no te lo garantiza en absoluto.

El horizonte que vemos desde el mar depende, lógicamente, de la altura del observador. Poniéndote de pie en el techo de la cabina tienes los ojos como mucho a 3 metros de la superficie del mar, y así el horizonte visible es de dos millas y media:


Como los mercantes actuales hacen una velocidad de 20-25  nudos, recorren esas dos millas y media en 7 minutos, no en 20. Y si a eso añadimos la velocidad del velero (5 nudos) cuando se va a rumbo de colisión, la velocidad de aproximación entre los dos barcos es de 25-30 nudos,  y entonces la distancia al horizonte de dos millas y media se recorre en 5-6 minutos. O sea que para estar seguro de no chocar con un  mercante habría que ponerse el despertador cada 5 minutos, no cada 20.

Y no es por daros el tostón con todo lo negativo, pero aquí es obligatorio hacer un triste inciso. Cuando un mercante choca con un velero es como un mosquito en el parabrisas: no se entera nadie a bordo del mercante. El ruido de sus máquinas y la agitación de su potente desplazamiento entre las olas hacen ese impacto imperceptible. Algunos se enteran al ver una raya de pintura de otro color a lo largo del casco al llegar a puerto, o lo más pintoresco (un caso real que me contaron) porque en el siguiente puerto el práctico les dijo que llevaban el mástil de un velero colgando del ancla. Y claro, si no se enteran no pueden parar a ayudarte o a recogerte.

Por ejemplo, el de la foto siguiente es un profesional y no estaba durmiendo. Vio un mercante en el horizonte con una velocidad de aproximación de 12 nudos, bajó a revisar algo en la batería, y cuando salió... ¡catacrash!, casi toca funeral. El horizonte está mucho más cerca de lo que creemos.

Conque, sin ayudas electrónicas (como el radar o el detector radar) o duermes de 5 en 5 minutos o no estás cumpliendo el RIPAM (Reglamento Internacional para Prevenir Abordajes en el Mar). Y en navegación costera hay muchos más peligros, como palangres u objetos flotantes no balizados. Yo creo que no es prudente dormir nada de noche si vas solo en navegación costera. Por eso, entre otras cosas, no me gusta navegar solo.

Con cuidado, navegantes.

lunes, 22 de agosto de 2022

Publicidad náutica (29).

 Hola navegantes.

Esta foto anuncia el salón náutico de otoño en Cap d'Adge (Francia).


Una imagen sugiere que la chica está soñando con la navegación, a vela o a motor, da igual, en un día veraniego bajo el edificio de un faro. Bien desarrollada la idea y original, si no fuera porque (en mi opinión) se utiliza a la mujer para vender cualquier cosa. El hombre que lo vea (la mayoría de los que asisten a estos salones,o por lo menos los que deciden la compra, son hombres) pensará que la mujer bonita se merece el capricho en el que piensa, y valdría igual para vender un coche o un apartamento.

sábado, 20 de agosto de 2022

Bilbao-Santander en 6 h. (o encontramos el dinosaurio vivo).

 Hola navegantes.

En la entrada del 14 de agosto, preparando la navegación a Bilbao, os dije que en la vela los vientos portantes son más raros de encontrar que un dinosaurio vivo. Pues los hemos encontrado. A la ida batimos nuestros propios récords con Santander-Santoña en 3 horas y Colindres-Bilbao en 5. Pues hoy hemos venido de Bilbao a Santander (38,6 millas náuticas) en 6 horas, haciendo un rumbo directo como si hubiéramos venido en una motora:


 Salimos de Santurce con un pronóstico de vientos flojos del NE que pronosticaban muchas horas de motor, y con intención de recalar en Laredo. La primera hora tuvimos que ayudarnos con el motor, pero a las 12, con el cielo completamente despejado, salió un viento del NE de fuerza 3, que fue aumentando hasta fuerza 5, que toreábamos con la mayor y el espinnaker haciendo puntas de velocidad de más de 10 nudos al coger las olas en surf:


(en "duración total" pone 7 h. porque pongo en marcha el Navionics al empezar la maniobra de desatracar y lo apago cuando terminamos de arranchar el barco a la llegada, e incluye por lo tanto tiempos muertos de navegación). Juan y yo nos encontrábamos tan a piñón con aquel viento portante que decidimos intentar aprovecharlo hasta Santander, porque si nos quedábamos en Laredo mañana tendríamos vientos del NW (o sea, de cara) y el cielo cubierto, que nos harían la travesía muy desagradable. Y así lo hicimos. El viento fue aumentando progresivamente hasta que comprendimos, por alguna  orzada mal controlada, que llevábamos demasiada vela y quitamos la mayor y echamos unas rastras por la popa para equilibrar la dirección, aparte de subir la orza. Con esa disposición hemos hecho casi todo el viaje, con el barco bien equilibrado y turnándonos al timón, porque era agotador. El resultado, una MEDIA de 6 nudos, que es la velocidad máxima teórica de mi barco, y mantenida durante 6 horas. Impresionante.

El balance de esta semana, en lo deportivo magnífico, como acabo de contar. En la experiencia náutica, haber aumentado el poso de conocimientos con la experiencia del puente colgante, que he pasado tantas veces y he comprendido que lo hacía mal. En lo humano, una convivencia magnífica con Juan, que ya nos ha acompañado en otras navegaciones, y una hospitalidad maravillosa de la gente de Euskadi, con unos puertos acogedores y unos navegantes que enseguida se prestan a ayudarte, a conversar, a compartir anécdotas y proyectos.



 Y el gustazo de volver a pasear por Bilbao, una ciudad preciosa que cada vez que volvemos a ella nos descubre algún encanto nuevo o algún rincón desconocido. Y sólo lamentar, como comenté otro día, que la isla fluvial del Manhattan Vasco nos impida llegar a Bilbao en el futuro con el velero, perdiéndonos esa experiencia tan bonita. Lo mismo pasó con el puente de Somo, que nos cerró el acceso al Río Cubas en Santander.

Con cuidado, navegantes.

viernes, 19 de agosto de 2022

Adiós, Bilbao.

 Hola navegantes.

Hoy por la mañana nos vinieron los Reyes. Héctor, el patrón del "Ibai Alai", el barco de los recorridos turísticos por la ría, nos trajo una botella de vino y productos de su huerta para hacernos más llevadera la vuelta. Gracias, Héctor.

Hemos dedicado la mañana a conocer más sitios de Bilbao, que no paramos de descubrir. Lo primero, ir a conocer el "Manhattan Vasco", la isla artificial que os conté en el Nervión. Se accede por un puente de reciente construcción, que ya os dije que ha sustituido a la península natural que existía en el mismo lugar:


La siguiente foto es una histórica que he recuperado de cuando estaba esa obra realizándose, para que comprobéis el trabajo monumental: quitar un istmo natural para sustituirlo por un puente. Al parecer el objetivo fue bifurcar la corriente del río en dos ramas, para que fueran menos perjudiciales las crecidas:


Esperemos que en poco tiempo sea un centro de atracción de las ciudad, como lo fue la isla fluvial de Nantes, en Francia, que tuvo el mismo desarrollo: una isla industrial convertida en centro de ocio.

La isla está todavía en obras e instalando infraestructuras, y no puede accederse a la mitad de su superficie.


Si te pones un poco nostálgico, da pena pensar el cambio que se va a producir, por ejemplo cambiar esta casita por el bloque proyectado, pero así es el progreso:


Luego hemos subido a la Basílica de Begoña por unas interminables escaleras, las Escaleras de Mallona, ya bajo un sol de derretir el plomo. 

Y finalmente Ana me ha llevado a limar un poco mi costra de ignorancia artística en la exposición de pintores vascos del BBVA, que nos ha gustado mucho.

Hemos recorrido la ría por la orilla de enfrente, y desde allí se comprende por qué dicen que el Guggenheim recuerda la silueta de un mercante. Se necesita esa perspectiva para reconocerlo:


Nos hemos despedido de esta bonita ciudad con el temor de que sea nuestra última visita en barco si se construye el puente de la orilla Oeste de la isla, que como os dije no será transitable por veleros. Y por la tarde hemos descendido el Nervión otra vez contra la marea, que ahora era entrante.

Al llegar al puente colgante llamé por el canal 14 a la barquilla y, en efecto, con toda naturalidad acordamos que pasaría cuando ella llegara a Portugalete ("Portu") y mientras cargaba y descargaba los coches. Otros dos barcos deportivos, un velero y una motora, pasaron una poco después que nosotros, y los dos llamaron por el 14.

Hoy dormiremos en Santurce y mañana iniciamos la vuelta a Santander.

Con cuidado, navegantes.



jueves, 18 de agosto de 2022

Un día más en Bilbao.

 Hola navegantes.

Hoy ha amanecido un día otoñal, con lluvia, y en vez de volver al mar hemos decidido quedarnos en esta preciosa ciudad de Bilbao. Y hemos dedicado todo el día a visitar el Guggenheim.

El principal atractivo, una exposición con la historia del automóvil, donde algunos modelos casi nos hacen llorar al recordar los viejos tiempos, como el "huevo", ese BMV que se abría por delante:


o el Dos Caballos "Sáhara", para el desierto, que tenía dos motores, uno delante y otro detrás, cada uno con su llave de encendido, su arranque y su depósito. El delantero movía las ruedas delanteras y el trasero las de detrás, con un ventilador en el capó:



Y a su lado, los coches futuristas y los prototipos experimentales, de algunos de los cuales sólo se fabricaron 2 ejemplares:


Una exposición muy recomendable. En las otras plantas, exposiciones de arte moderno con "obras" que, seguramente por mi incultura artística, yo no querría para mi casa ni regaladas.

Todo el día se lo ha pasado lloviendo pero parece que mañana mejora, y volveremos a Santurce. Me despido con un recuerdo de la grúa Carola, cuya historia os conté otro día (Clic aquí):


Con cuidado, navegantes.

miércoles, 17 de agosto de 2022

La ría del Nervión.

 Hola navegantes. 

Finalmente el viento de fuerza 6 anunciado para anoche no se presentó, y hemos dormido como si el Corto Maltés estuviera en una piscina. 

Hoy hemos subido la ría del Nervión hasta Bilbao. Lo hemos hecho a motor porque el escaso viento no conseguía hacernos avanzar a vela contra la fuerza de la marea, que era vaciante. La navegación empieza pasando bajo el puente colgante, que tiene una barquilla colgada cerca del agua y tiene preferencia sobre la navegación. Esta foto no es de hoy, es de una navegación anterior pero os la pongo para que veáis lo monumental que es el puente al compararlo con mi barquito:


El recorrido el río arriba tiene únicamente la dificultad de acertar en las bifurcaciones. Ahora están casi todas las boyas de la canal bien pintadas y no hay dudas, pero en viajes anteriores estaban oxidadas y sin pintar y teníamos que preguntar el camino a los barcos que nos cruzábamos. Aún así sigue habiendo algunas despintadas  y hay que seguir muy de cerca la cartografía para no confundirse:


En la foto anterior (clic encima para verla mejor) en la bifurcación hay una boya verde-roja-verde que indica que el canal principal está a babor. Pero la parte verde inferior está tapada con un graffiti y las otras apenas se distinguen sobre la maleza de detrás.

Unas millas más adelante llegamos al "Manhattan Vasco", una isla separada artificialmente en el Río Nervión, que se va a dedicar a construcciones de alto estanding y centros de ocio. Os hablé en otra entrada de ella:

Clic aquí

Pues las obras siguen a buen ritmo, ya se ven bloques de viviendas en construcción


así como el inicio de un nuevo puente hacia la orilla Este, que será para el tranvía, de escaso vano, y que nos impedirá a partir de entonces llegar a los veleros a Bilbao. Otra cosa que perdemos. Por otra parte, han consolidado toda la orilla con bloques de hormigón, han elevado el nivel del suelo (se ve bajo los edificios en la foto anterior) y han consolidado los dos extremos de la isla, las puntas que más aguantarán los envites de las crecidas del río y de las mareas:





En la ría, los barcos de los recorridos turísticos siguen asegurándolos con cadenas y candados. Hace años un barrenado se dedicó a soltar las amarras y dejarlos derivando por el río. 


Y en la ciudad hemos visto algo que había leído de otros países pero no lo conocía en España:


La luz de los semáforos de peatones en el suelo, para que la vean los que van absortos con el móvil mirando hacia abajo. ¡Qué vida esta!.

Con cuidado, navegantes.


martes, 16 de agosto de 2022

Sigue la racha.

 Hola navegantes. 

Hoy ha seguido la racha de buena suerte y hemos vuelto a tener un viento magnífico del oeste, con poca ola, que nos ha permitido venir de Colindres a Santurce (25 millas) en 5 horas, en un solo bordo y a rumbo directo.


Pusimos el espinaker al salir del resguardo del monte Buciero y no le tocamos hasta el abra de Bilbao. En algún momento registró el GPS una velocidad de 8,4 nudos:


Llegamos tan pronto que paramos a comer, a bañarnos y a echar la siesta en la playa de La Arena. 

En Santurce hemos recorrido la ría hasta Portugalete, que está en fiestas disfrutando de chorraducas tan antigua como el tiempo mismo (gigantes y cabezudos, churros, azúcar hilado, etc). Hemos visto alguno de sus sitios emblemáticos (como la escuela de náutica, cuyo edificio tiene forma de mercante:)


y por supuesto el famoso puente colgante, y después de cenar hemos tenido hasta un espectáculo de fuegos artificiales sobre el puente colgante rompiendo la pared de oscuridad. 


Una buena celebración de nuestra llegada tras una navegación tan excelente.

No nos hemos decidido a ir hoy a Plencia porque el pronóstico daba para esta noche vientos del oeste de hasta fuerza 6, y si no encontráramos amarre dentro del puerto de Plencia (que está en el interior del Río Butrón) habríamos tenido que fondear en la playa, que está abierta precisamente al oeste. Garantía de no pegar ojo. Así que Plencia se queda para la vuelta.

Hasta mañana, navegantes.



lunes, 15 de agosto de 2022

A Colindres a propulsión.

 Hola navegantes.

Pues el pronóstico acertó, y hemos tenido un viento de los que alejan los horizontes y procedente del oeste, el que llamamos "gallego", pero que siempre trae lluvia y esta vez no. Total, que hemos llegado al Monte Buciero, en la entrada de Santoña, en 3 horas, cuando normalmente son 7 u 8, y mi récord en 11 horas (fue la primera navegación tras el confinamiento, y estábamos deseando estar en el agua). Y eso para hacer 19 millas, lo que no está nada mal. Y el trak con un rumbo directo, paralelo a la costa, como si fuéramos en una motora. Pusimos el espinaker al salir de Santander y no le quitamos hasta el Buciero.


A sotavento del monte fondeamos para bañarnos, comer y echar la siesta, y luego vino una navegación fluvial por el río Asón hasta el puerto de Colindres, empujados por el viento y la marea, a 5 nudos sólo con el génova. Más río arriba no se puede seguir porque hay un puente de carretera, y no pasamos por debajo.

Nos quedamos en el puerto pesquero de Colindres, y recorrimos el precioso pueblo.


 Como curiosidad, el ayuntamiento está en una antigua escuela de 1909, y no es que entonces la enseñanza discriminara a las niñas, es que hasta tenían entradas separadas para niños y niñas, algo hoy inaudito pero que ha quedado en la fachada como recuerdo de la época.




Y un artista espontáneo ha adornado algunas paredes con leyendas y figuras hechas con latas, y alusivas a su pueblo:


Mañana, según la meteorología, iremos a Plencia o a Santurce.

Hasta mañana, navegantes.

domingo, 14 de agosto de 2022

Una navegadita por Euskadi.

 Hola navegantes.

Después de un mes tranquilo, disfrutando de las experiencias familiares que me perdí el año pasado por la vuelta a Italia, ha vuelto la necesidad de horizontes despejados y vamos a hacer una navegadita de una semana por Euskadi. Saldremos mañana con rumbo Este y con la intención de recalar en Colindres, Plencia, Santurce, Bilbao y Laredo.


Como siempre, podréis seguirnos en la columna derecha del blog, apartado "Dónde estamos", y en estas entradas diarias contaré las anécdotas de la navegación y de las escalas.

Aunque en la vela los vientos portantes son más raros de encontrar que un dinosaurio vivo, en esta ocasión las etapas largas de la ida y la vuelta van a ser con portantes, si es que el pronóstico acierta, lo que también es raro. Para mañana y pasado mañana dan vientos del Oeste de fuerza 2 a 4 y sin lluvia, para los días intermedios  viento del Oeste y lluvia, y para la vuelta, el fin de semana, vientos del Nordeste de fuerza 2 y 3, y despejado. Ojalá se confirme.

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 10 de agosto de 2022

Nuestra vuelta a Italia en la revista Skipper.

 Hola navegantes.

La revista Skipper de agosto de 2022 ha publicado un artículo sobre nuestra vuelta a Italia en el Corto Maltés. Podéis verlo aquí (en la página 90 de la revista, 91 del PDF):

Clic aquí 

Espero que os guste. 


lunes, 8 de agosto de 2022

Publicidad náutica (28): me parto.

 Hola navegantes.

Siguiendo con la serie de anuncios náuticos, fijaos en éste. Un producto para la teka de la cubierta, que para demostrar lo fácil que es de aplicar han puesto con  el cepillo a uno que parece que va de boda.


Aunque te da la risa, hay que reconocer que el que lo parió tuvo ingenio. Habría que ver el traje y los zapatos del novio llenos de manchas de color amarillo bilioso al terminar el trabajito.

Por cierto, una cosa que siempre me ha llamado la atención es ver cómo limpian el barco algunos de los que en casa dicen que no sirven para limpiar. 

Con cuidado, navegantes.

sábado, 6 de agosto de 2022

Una preciosa y entrañable acuarela.

 Hola navegantes.

Mi amiga de la Universidad, colega de profesión y recientemente artista, Mayte García Silva, me ha hecho una preciosa y entrañable acuarela del Corto Maltés en Venecia. La foto más mítica del viaje, nuestro velerito frente al coloso "campanile" de la Plaza de San Marcos, y frente al Palacio Ducal, y navegando junto a una de las típicas "bricolas" que balizan los canales de la laguna, con un sol espléndido y bajo un cielo de cartulina. Una imagen que criará musgo en mi cabeza con el paso de los años, pero que no se borrará nunca, y menos ahora, con este homenaje. Os la enseño para compartirla.

Gracias, Mayte.

viernes, 5 de agosto de 2022

El Baluchon a punto de finalizar su circunnavegación.

  Hola navegantes.

Yann Quenet, el francés que está dando la vuelta al mundo en un velero de 4 metros que construyó él mismo, está a punto de finalizarla. ¡Vaya uno!. Os he hablado otras veces de él en este blog, la última aquí. Se ha quedado un poco esmirriado en la última travesía desde Azores, pero ya se encuentra frente a Plouescat, en el Canal de la Mancha, esperando que las grandes corrientes de marea de la zona le permitan avanzar.

 Voiles el Voiliers le ha hecho una entrevista en el mar, que podéis ver aquí (en francés):

Clic aquí

Parece que ya lo ha logrado. ¡Enhorabuena, Yann!. No sé si en Francia te recibirán con mucha trompetería, pero desde luego el podio de honor de los grandes navegantes te lo has ganado, por lo menos en mi interior. Te deseo lo mejor en la vuelta a casa.

 


martes, 2 de agosto de 2022

Casi naufraga en el Canal de Midi.

 Hola navegantes.

En entradas anteriores os hablé del navegante francés Paul de Meerschman, que con un barco como el Corto Maltés ha recorrido varios países europeos hasta el Mar del Norte, ha cruzado el Atlántico y recorrido parte del Caribe. Debido a la pandemia de Covid y a una avería importante, regaló el barco en el Caribe y regresó a Francia. Podéis ver su historia aquí:

Clic aquí 1

Clic aquí 2 

En cuanto lo leáis vais a comprender que Paul no es de los que se sienta en un sillón con orejeras a ver correr la arena del reloj. Pasados los confinamientos y la pandemia, Paul ha vuelto a las andadas, ahora con un velero aún más pequeño. Se ha comprado un Micro Challenger, un velero de 5,5 metros de eslora, con el que piensa seguir sus aventuras. Lo ha comprado en el Sur de Francia, y este verano está transportándolo al Atlántico por el Canal de Midi. Pues en ese plano de agua aparentemente tan tranquilo ha estado a punto de naufragar. El 23 de junio, estando amarrado en La Gironde (el río donde desemboca el Canal de Midi) le sorprendió una fuerte tormenta entrándole las olas por la popa. Por alguna razón incomprensible (supongo que por un  despiste) tenía taponado el imbornal de drenaje de la bañera, y las olas la inundaron. 




A continuación al agua penetró en los cofres y en la cabina, todo ello en un cuarto de hora. Y el barco no se fue a pique gracias a que es insumergible, o sea, tiene parte del casco relleno con porespán para que no se hunda incluso lleno de agua. Pero los daños en el interior y la escasa electrónica de a bordo deben ser importantes.

Después del disgusto, Paul dedicó una tarde a secar todo lo mejor que pudo, y por suerte pudo proseguir su navegación, estando ya en la Isla de Oléron. Pero esta anécdota confirma que los ríos y canales no son menos peligrosos que el mar para navegar, y en varias ocasiones os he dicho que mis peores momentos como navegante los he vivido en las aguas interiores, no en el mar.

¡Suerte, Paul!.