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jueves, 31 de agosto de 2023

La vuelta definitiva a Santander.

 Hola navegantes.

Esta tarde me entregan el fueraborda reparado, dormiré en el barco en Laredo con mi hijo Lucas, y mañana llevaremos el Corto Maltés a Santander. Será el final definitivo de la navegación a Londres, porque nuestra vuelta anticipada por carretera no cuenta hasta que esté el verdadero protagonista en su cuadra de Puerto Chico, que ahora se ve tan vacía:

El Puerto Deportivo de Laredo nos ha tratado de lujo en estos días de inmovilización forzada. Saldremos de aquí temprano. El pronóstico es antes del Cabo de Ajo de fuerza 1 y dirección variable (habrá que ir a motor) y por la tarde, y después del Cabo de Ajo, del Norte al Nordeste de fuerza 2-3, magnífico para hacer la segunda mitad de la travesía con vientos portantes.  Y todo el tiempo con sol y olitas de un metro. Esperamos llegar a Santander a primera hora de la tarde, pero lo iréis viendo mejor en el trak de la baliza (en la columna derecha, "¿Dónde estamos?"). A ver si cerramos este capítulo con normalidad.

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 30 de agosto de 2023

Un bonito y entrañable regalo.

Hola navegantes.

Mi amiga y pintora acuarelista Mayte García Silva  me ha regalado una acuarela de cuando navegamos con el Corto Maltés bajo el Tower Bridge. ¡Que detallazo!. Esta mujer va a estar en mi cabeza toda la vida, porque pienso enmarcarla y colocarla en un lugar privilegiado de mi despacho. La comparto con vosotros:

 Irá junto a mis otros recuerdos emocionantes de las navegaciones con este barquito, como en el Canal de Midi a punto de finalizar la vuelta a España:

 

La llegada a Santander después de conseguir completar la vuelta a España:

En Arcachon:

Abarloado al Joshua, de Moitessier:

En Portoferraio, en la Isla de Elba:

Bajo la Torre Eiffel: 

En la laguna de Venecia:

En las lagunas de Mantova, en pleno corazón de de Italia:

O más recientemente en Normandía, en el Arco de Etretat, también recogido en una acuarela de Mayte:

Y hasta en los malos momentos, como cuando se le clavó la pata del remolque y casi tuvimos que anular la navegación a Elba:

¡Cuántos recuerdos emocionantes!. 

Con cuidado, navegantes.

martes, 29 de agosto de 2023

Las primeras etapas vistas por mi tripulante.

 Hola navegantes.

El Corto  Maltés sigue apalancado el Laredo a la espera de solucionar la avería del fueraborda. De momento el motor está ya en las manos profesionales de Marina Montañesa, el taller oficial de Mercury en Laredo, y espero tenerlo arreglado el miércoles o el jueves, o sea que la vuelta a Santander será el jueves 31 o el viernes 1. El viaje habrá durado, entonces, tres meses redondos: del 1 de junio al 31 de agosto. Dentro de lo malo, ha sido una suerte que la avería ocurriera aquí, tan cerca de casa y con un taller oficial en la misma marina. Se puede aplicar lo que le dijo el médico a uno que había recibido un disparo en la cabeza: "ha recibido usted el balazo en el  mejor sitio que tiene el cerebro para alojar una bala". Siempre optimistas.

Mientras tanto, aquí podéis leer el relato de las primeras etapas del viaje contado por mi tripulante, Miguel Cabero. Incluye de Santander a Nantes, y lo ha publicado en su blog:

Clic aquí.

Aparte de recordar las etapas más  positivas y favorables, antes de los temporales y la deserción de Bartomeu, que gafaron el viaje, podréis ver que Miguel es un gran escritor, e incluso está haciendo sus pinitos en la publicación de un libro histórico.  Creo que os va a entretener leer lo mismo que os conté yo, pero visto por el segundo barba-navegante a bordo. Para el recuerdo, deciros que en esa travesía falleció su perro Cody, sin poder estar en casa para despedirlo. En la siguiente, el instante detenido de nuestra llegada al Pontón Belem, en pleno centro de Nantes y completamente vacío de barcos en pleno verano. La navegación fluvial es la gran desconocida.

 

Con cuidado, navegantes,

domingo, 27 de agosto de 2023

Una vuelta nada gloriosa (+7 = 2.053 milas).

 Hola navegantes.

Ante la inminencia de 4 días en que sería muy difícil avanzar hacia el Oeste por los vientos contrarios, hoy habíamos decidido, no sin muchas dudas, intentar llegar a Santander. El pronóstico era de vientos del Noroeste (justo de cara hasta el Cabo de Ajo, y luego por el través) de hasta fuerza 5-6, con olas de hasta 1,8 metros y chubascos permanentes. Los chubascos ya los habíamos experimentado durante toda la noche, y realmente parecía que caían cascadas del cielo. Pues al ir a arrancar el fueraborda pasó como ayer en Plenzia, que se calaba o se negaba a arrancar. Estuvimos una hora y media aplicando nuestros escasos conocimientos de mecánica para intentar resolverlo (cambiar la bujía y el chiclé, comprobar la chispa en la pipa de la bujía, comprobar la llegada de gasolina al carburador, revisar el desconectador de "hombre al agua", etc), todo ello bajo la lluvia, sin resultado.

En esas circunstancias apareció por el pantalán un chico con una camiseta que parecía de un taller mecánico, y le preguntamos. Resultó ser un francés que estaba de tránsito en un velero, como nosotros, pero se enrolló y nos pidió que le enseñáramos qué pasaba. Sorprendentemente, con él delante, arrancó a la primera. Sin creernos nuestra buena suerte decidimos salir, aunque ya con mucho retraso.

Ya fuera del puerto nos encontramos las condiciones esperadas, y con la mayor en el primer rizo y el motor avanzábamos entre 3 y 4 nudos, dando pantocazos. Pero antes de terminar de contornear el Monte Buciero el motor volvió a pararse. Entonces hice lo que todo hombre con sentido debe hacer en estos casos: reflexionar. Y la conclusión fue que con aquel viento de cara y sin motor no llegaríamos a Santander, y decidimos volver a Laredo.


La vuelta la hicimos sólo con el génova, y llamé a la marina para preguntar si, una vez dentro del puerto (donde entraría a vela) ellos podían darme un remolque hasta el pantalán (unos 50 metros). La respuesta ya la suponéis, negativa. No tienen ese servicio. Lo más que podían ayudarme era dándome un pantalán sin fingers, para que me fuera más fácil amarrar. Sin otra opción arrumbamos para el interior del puerto.

Antes de llegar decidí probar suerte y el motor arrancó, lo que nos permitió llegar por nuestros medios a la misma plaza que acabábamos de abandonar dos horas antes.

Ya no nos pareció prudente intentarlo de nuevo, y hemos dejado el barco en Laredo a la espera de resolver allí esa avería, que probablemente no sea más que suciedad en el carburador. Vinieron a buscarnos Ana y mi hijo Lucas en el coche, y hemos vuelto a Santander por la autopista en vez de por el mar. Como dije en el título, una vuelta nada gloriosa.

Pensando en lo positivo, a lo mejor esta avería nos ha evitado un accidente mayor con esa meteorología y con la reparación que hicimos en la cruceta de babor, y la vuelta a Santander por el mar ser habrá retrasado sólo unos días. Y hubiera sido mucho peor cuando nos pasó lo mismo en Boulogne Sur Mer, que después de los 5 días encerrados por el temporal, y con una etapa por delante de 165 millas hasta Cherburgo, también se negó a arrancar.

Con cuidado, navegantes.

sábado, 26 de agosto de 2023

Un penúltimo día muy mojado (+22 = 2.046 millas).

 Hola navegantes.

Hoy íbamos a salir temprano de Plenzia para dejar libre el sitio de la grúa, pero el motor no quería arrancar y tardamos más de media hora, bajo la lluvia, en conseguirlo. Por suerte no había nadie esperando para usarla.

La marea estaba más alta que ayer y salimos por el río sin problemas. Más tarde cruzamos el carril de entrada y salida de los mercantes del superpuerto de Bilbao bajo una niebla espesa de las de cortar con cuchillo, pero por suerte hoy había poco tráfico y creo que no nos cruzamos nada más que con uno (igual fueron más y no los vimos).

Y luego siguió un día lóbrego y una navegación desesperante con un viento moribundo, insuficiente para hacer andar al velero, y casi todo el tiempo bajo la lluvia. Nos hemos quedado en Laredo según lo previsto, aunque si hubiera habido suficiente viento estábamos decididos a seguir hoy hasta Santander. No pudo ser y llegaremos mañana. 

Pero todo apunta a que será un día tan lóbrego como hoy aunque con más viento, pero siempre del NW  y cargado de lluvia. Un horror para terminar este viaje a Londres, como si se nos hubiera enganchado en el timón la meteorología británica para no dejarnos olvidar sus características pecaminosas. Porque sólo puede llamarse un pecado el tiempo que padecimos por allí arriba, y que parece que quiere perseguirnos. Hasta ayer estaba esta costa, como toda España, con ola de calor, y llegamos nosotros y parece que estamos en invierno.

En fin, la tarde ha sido de descanso y de preparar los reencuentros, y de empaparnos paseando por Laredo, a pesar de los paraguas. Y a partir de mañana a madurar todo en la cabeza y a empezar a elucubrar sobre el siguiente reto. 

Hoy me despido con el protagonista con la obra muerta tan mojada como la obra viva, en su última noche fuera de casa. Si, ya sé que está un poco guarrete, pero es lo que tiene hacerle millas.

Con cuidado, navegantes.

viernes, 25 de agosto de 2023

Una sorpresa en Plenzia (+34 = 2.024 millas).

 Hola navegantes. 

Después de la jornada familiar de ayer, hoy salimos de Motriku con intención de llegar a Santurce. Fue una jornada de vela regular, con un viento variable en dirección e intensidad, pero predominantemente flojo y del Noroeste (o sea, de cara), lo que nos obligó a tirar muchas veces del motor. Y encima lloviendo. 

Al final de la tarde, viendo que íbamos a llegar a Santurce de noche, decidimos quedarnos en Plenzia. Es un puerto pequeño cerca de la desembocadura del Río Butrón, con muy poco calado, y sin una marina deportiva. Los barcos locales se quedan amarrados a boyas en el río, y los de tránsito suelen fondear en la playa. Yo he entrado algunas veces con el Corto Maltés, con la orza y el timón subidos, quedándome en el muelle bajo la grúa y, por supuesto, saliendo el día siguiente antes de que comience su trabajo. Es un sitio muy difícil para quedarse, porque apenas hay sitio para la maniobra, la pared del muelle tiene vigas verticales (las defensas se meten entre ellas y acabas dando con el casco, por eso hay que poner el tablón sobre las defensas), y tiene una zapata de hormigón en la parte baja del muro, donde puedes tocar en bajamar.

Hoy nos hemos encontrado la entrada del río más colmatada de arena que otras veces. Ya en el puerto nos llevamos la sorpresa de que una cara conocida nos ofreció su ayuda para amarrar. Era Luis Espejo, mi compañero de la vuelta a España en 2012, que estaba de paso en Plenzia. Una casualidad increíble. A los dos se nos puso cara de viento en popa, porque recordamos a la vez, sin necesidad de palabras, nuestro paso por Plenzia al final de aquella vuelta a España. Llevábamos 3 meses en el mar, nos faltaban solo uno o dos días para llegar a casa, como ahora, inflados por la satisfacción de conseguirlo, y eso no se olvida. Un chico que nos vio desembarcar nos preguntó si éramos náufragos, porque veníamos muy flacos, con la ropa de estameña descolorida por el sol, y con barba de tres meses. Lo conté aquí:

Clic aquí.

 Es curioso tener esa misma sensación de plenitud por conseguir llegar a Londres (y lo que es más importante, volver) y compartirla con el que la disfruté la vez anterior. Hemos cenado juntos agitando el sonajero para recordar nuestras batallitas, dando la brasa con ellas a Mario y Esmeralda.

Mañana seguiremos hacia Laredo, y seguramente el domingo lleguemos a Santander.

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 23 de agosto de 2023

Una navegación tranquila (+ 31= 1.989 millas).

 Hola navegantes.

Hoy hemos hecho una tranquila navegación por Euskadi, entre Hondarribia y Motriku. Y mañana descansaremos aquí, Mario va a visitar a un antiguo amigo y yo recibiré a Ana y a la familia de mi hijo Pablo.

Por el camino hice los nudos de la línea de vida nueva. Es un cabo flotante (para que no se trabe con la hélice) y le hago un nudo cada uno o dos metros para que no se te escape de las manos y sea más fácil alcanzar el barco si te caes. Además de color naranja para que se vea bien. El cabo mide 30 metros, y a la velocidad de 3-5 nudos que solemos navegar, tienes entre 13 y 23 segundos para agarrarte a ella.


Expliqué los detalles aquí:

Clic aquí.

También he cambiado la bandera, que la anterior se pasaba de solera. Lleva a cuestas el desgaste de toda la navegación a Londres y la guardaré de recuerdo.



Esta tarde he quedado con Edu Araujo, de Onda Vasca, para una entrevista resumen de la navegación a Londres. Cuando sepa la fecha de emisión os lo diré. Y hoy me despido desde el bonito puerto de Motriku:


donde, como curiosidad, hemos visto que ya pueden atracar fuera del agua hasta las motoras. Se suben en unos flotadores de plástico rígido para que no se ensucie la obra viva, y no tener que darle patente. Si inventó para las motos de agua, pero se va extendiendo.

Con cuidado, navegantes.

martes, 22 de agosto de 2023

Ya en España (+ 144 = 1.958 millas).

 Hola navegantes. 

Ayer y hoy hemos descendido Las Landas y hemos vuelto a España, recalando en Hondarribia. Han sido 144 millas, hechas casi la totalidad a vela con un viento muy favorable del Oeste al Noroeste que nos permitió hacer casi todo el recorrido con el espí. Por cierto, la ñapa para izarlo con el amantillo de la mayor está funcionando bien, y lo único es que tardamos más en establecerlo (unos 40 minutos). Pero eso en la navegación de crucero da igual, cuando tienes por delante varias horas de navegación en la que esa vela te"regala" un nudo de velocidad.

Al pasar frente a Arcachon contacté con el Faro de Cap Ferret y me confirmaron que hoy no había ejercicios de tiro. Ha sido raro poder descender por esta costa con aguas libres, sin tener que esquivar las coordenadas de los militares.

Cuando empezamos las guardias de la noche dejamos sólo el génova y establecimos las rastras por la popa para estabilizar el rumbo. Hacía un viento de fuerza 4-5 por la aleta, con olas de metro y medio, y esta disposición de velas en proa y freno en la popa, con la orza subida, le da mucha estabilidad al rumbo y le quita trabajo al piloto automático. A eso de las 3 de la madrugada el viento cayó, y acabamos la noche con la mayor y el génova y el viento por el través.

Durante la noche tuvimos dos incidentes pero sin importancia. Por un lado se rompió la línea de vida de arrastre, esa que siempre llevo por si alguien se cae al agua. Supongo que se trabó en la hélice al retirar las rastras.

Y por otro lado se rompió la polea de acero inoxidable de la trapa. Parece mentira las tensiones que aguanta el aparejo de una vela. Son dos cosas a resolver hoy.

Mañana haremos una etapa corta hasta Guetaria para descansar de la paliza de estos dos días, y porque además tengo una cita allí con Ana y con la familia de mi hijo Pablo, para pasar un día juntos, que hace meses que no nos vemos. Me hace rarísimo estar de nuevo en España, hablar con las marinas en español y volver a ver nuestras costumbres.

Y esto se acaba. En pocos días llegaremos a Santander, de donde salimos hace ya 3 meses. Es bonito volver cargado de tantas experiencias nuevas.  Incluso las negativas, esas que te hacen crecerlo todo en un instante y que ponen a prueba tu intelecto (como la deserción de Bartomeu por un simple mareo, al que sin duda se sumó un ataque de pánico al ver lo que se avecinaba, el Raz Blanchard y el canal de la Mancha) te aportan algo. Te hacen reflexionar sobre las flaquezas  del género humano, y en este caso, además, me sirvió para ganar un amigo, Luis Palma, que vale mucho más que el que pierdo.

Con cuidado, navegantes.

lunes, 21 de agosto de 2023

Por fin a vela, y a toda caña (+37 = 1.814 millas).

 Hola navegantes.

Los tres últimos días de calma chicha y navegación a motor han sido, tras la deserción de Batomeu y el confinamiento en Boulogne por el temporal, el peor recuerdo de este viaje. Pero parece que ya se ha acabado la mala racha, y ayer vinimos navegando a vela en modo rodeo hasta Port Médoc, a una velocidad endiablada. Desde la salida de La Cotinière nos agarró un viento primero de fuerza 2-3, y al final del día de fuerza 4-5, primero del Nordeste y luego del Noroeste, que nos entraba por la aleta y nos permitía navegar a más de 5 nudos. Y en la entrada del Garona, con la marea a favor, hasta a más de 9 nudos (la mejor captura de pantalla que saqué fue ésta de 8,8 nudos, y los 9 y pico os los tendréis que creer).

Además hemos probado el invento del espí, y con el viento por la aleta de fuerza 2-3 va perfectamente. Lo llevamos izado casi dos horas. No hemos querido probarlo con vientos más fuertes o por el través para no forzar el palo, pero por lo menos las ventolinas nos las va a resolver.

La entrada al estuario del Garona la hicimos por el Sur del faro de Cardouan. La entrada por el Norte era más corta en millas, pero nos hubiéramos encontrado la corriente de marea en contra, y el famoso efecto de viento contra corriente (el viento del Oeste y la corriente descendente hacia el mar) que genera olas picudas y rompientes, y habría sido más incómodo y más largo en tiempo. Por el contrario, al llegar al Sur del faro de Cardouan dos horas más tarde, la corriente se había invertido (ya había empezado a subir la marea) y nos empujaba hacia dentro a casi dos nudos. Y además pudimos navegar por encima de los bajos arenosos a rumbo directo.

Dedicamos la tarde a descansar para la etapa de hoy y a recorrer un poco el pueblo en la bici. Tiene una zona que llaman "puerto viejo de ostras" que es una especie de canal con el agua marrón, y en su orilla una fila de casetas, y barcas abandonadas.




En su día se cultivaban ostras, entrando allí el agua desde el estuario del Garona por un canal de 2 km. Las ostras se exportaban a todo el país. Pero en los años 70 la contaminación por cadmio del agua puso fin a ese cultivo y la zona se abandonó. Más adelante el Ayuntamiento decidió recuperarla, y las antiguas casetas de pescadores hoy son chiringuitos con terrazas encima de esas aguas estancadas, y estudios de fotografía, pintores, escultores y otros artesanos. También se organizan conciertos y actos culturales.

Nosotros vamos a iniciar hoy el descenso de Las Landas, con pronóstico de viento muy favorable (flojo y del Oeste al Noroeste) y sin ejercicios de tiro. Muy posiblemente no entremos en Arcachon (llegaríamos de noche y no está permitido) y navegaremos de noche para llegar mañana a algún puerto francés o español de la esquina del golfo de Vizcaya. Me parece mentira estar ya tan cerca de España y de casa.  Así que hoy posiblemente no tengáis noticias de nosotros porque no habrá cobertura, pero podréis seguirnos, como siempre, por la posición que manda la baliza, en la columna derecha de este blog (apartado "dónde estamos"). 

Con cuidado, navegantes.

domingo, 20 de agosto de 2023

Otra motorada (+44 = 1.778 millas).

Hola navegantes.

De ayer hay poco que contar, salvo que fue la tercera motorada seguida. Seguimos sin viento y vinimos a La Cotinière, en la costa Oeste e la isla de Oléron, casi todo el tiempo "a la francesa". 

Sólo salió viento cuando faltaba media hora para la llegada. Y allí las olas de mar de fondo Noroeste, procedentes seguramente del temporal de ayer en Bretaña, al encontrar los fondos someros de la isla, crecieron casi hasta dos metros.

 Pues justo a la entrada del puerto, con ese viento del noroeste y una corriente hacia el Sur de un nudo, y esas olas, pillamos un palangre mal señalizado. Sólo estaba marcado con corchera blanca del tamaño de una bola de billar. Por suerte lo pillamos con el timón y no con la hélice, porque sacar el fueraborda en esas condiciones para destrabarlo habría supuesto derivar hacia el Sur, y luego tener que recuperar el tramo perdido contra en viento y la corriente. Del timón lo quitamos fácilmente con el bichero.

Y el puerto, que a la ida estaba vacío, ahora estaba invadido por el turismo de playa y restaurante. El pantalán de tránsito estaba ocupado por dos dragas, y nos quedamos abarloados a una motora de pescadores.

O sea, todo regular. Hoy intentaremos llegar al estuario del Garona, y posteriormente bajar a España por Las Landas. Por suerte no hay anunciados ejercicios de tiro para la próxima semana.

Con cuidado, navegantes.

sábado, 19 de agosto de 2023

Otro día de motor (+47 = 1.734 millas).

 Hola navegantes. 

Por desgracia ayer fue otro día de poquísimo viento, y nos hemos tenido que hacer toda la etapa hasta Les Sables d'Olonne (47 millas) apoyando a las velas con el motor para crear viento aparente. Un rollo. Sólo a la hora de comer le apagamos un poco, pero por dejar de oírle, no porque hubiera aumentado el viento.

Por buscar algo bueno, el poco viento nos permitió diseñar la forma de utilizar el espí con el amantillo de la mayor. En primer lugar hemos dado la vuelta al cabo del amantillo para que salga de la polea por la proa del palo en vez de por la popa. Y en segundo lugar, hemos limitado con un cabito la ascensión del puño de driza del espí, de modo que no llegue a la perilla del palo. Este simple cabo, que es la misma driza del espí que tuve que sacar porque se liaba con el enrollador, se ata por un extremo al puño de driza, y el otro se lleva al cáncamo del tangón. Este cabo limitador cumple 3 funciones:

1. Evitar que se desgarre la tela del espí al izarlo con el winchi, ya que el amantillo no tiene un tope al izado.

2. Evitar que el punto de tiro esté por encima de los obenques altos, lo que con viento fuerte podría partir el palo. 

3) Limitar la capacidad de "volar" el espí apartándose del palo, como pasaría si el amantillo, que ahora es la driza, fuera directamente a la perilla del palo.

 Parece difícil de entender pero se comprende al ver la foto (clic encima para verla mejor):


Estoy casi seguro que para vientos de popa o por la aleta nos va a servir, pero no lo tengo tan claro si viene por el través. Y por supuesto no lo pondré con vientos duros para no forzar la flexión del palo.

Hoy ha amanecido lloviendo. Nuestra intención es llegar a La Cotiniere.

Con cuidado, navegantes.

NOTA: debido al gran número de personas que se han suscrito a este blog, resulta que agoto el número de correos electrónicos disponibles a mitad de mes. Es posible que los últimos días de cada mes no os lleguen las entradas ni los comentarios a vuestro correo electrónico, y tengáis que entrar directamente al blog.

viernes, 18 de agosto de 2023

¡Qué chasco, más motor! (+37 = 1.687 millas).

 Hola navegantes.

Ayer despedimos a Ana, que se volvía a Santander en BlaBlaCar y autobús, y Mario y yo seguimos hacia España. Salimos del río Vilaine por su megaesclusa, con otros 15 o 20 barcos.



Primero hay que darse unas vueltas por delante de la esclusa para que el esclusero sepa el número de barcos, y pueda anunciar en unos carteles luminosos cuánto tiempo va a estar cortada la carretera al levantar el puente.



Todas las instrucciones las va dando el esclusero por el canal 11, que es sólo de escucha,  y luego dentro de la esclusa por el viejo sistema de la voz en grito.

Al salir al Río Vilaine no embalsado nos cogió la corriente de la marea vaciante, y con la mayor y el motor bajábamos a 7 nudos.

Lo malo, que el viento siguió de vacaciones y tuvimos que hacer toda la etapa a motor. Después de tantos días escuchando a mi querido enemigo por los canales, el primer día de mar, que estábamos deseando navegar a vela y en silencio, se ha resumido en otras ocho horas de escándalo. Y encima hemos pasado bruscamente del frío de Inglaterra a este calor tórrido tan difícil de soportar.

Nos hemos quedado en el puerto de L'Herbaudière, al Norte de la isla de Noirmoutier. Como estamos en agosto los puertos están muy llenos, y concretamente en éste han colocado a los barcos abarloados en dos filas en la punta de los pantalanes, donde normalmente no atraca nadie. Los pasillos quedan estrechísimos, y eso le da un aspecto curioso al puerto.

Mañana seguiremos hacia el Sur, por desgracia en otra jornada de poco viento.

Con cuidado, navegantes.

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jueves, 17 de agosto de 2023

Sorpresas negativas al arbolar (+8= 1.650 millas).

 Hola navegantes.

Ayer arbolamos en Folleux con dos desagradables sorpresas, que han resultado en dos inconvenientes para nuestra navegación inmediata.

La primera, que al revisar la jarcia antes de levantar el palo vimos que los remaches de una cruceta tenían holgura, un desgaste que puede terminar con que se cae el palo. A mí no me gusta hacer grandes intervenciones en los viajes, porque el más pequeño inconveniente se traduce en esperas y dilaciones que te echan a perder toda tu planificación. Y es lo que me ha pasado hoy. Estuve dudando mucho si cambiar los remaches o no, y decidí que sí porque creía tener todo lo necesario, y era una oportunidad única al tener el palo tumbado. Quité los dos remaches que estaban peor, con la sorpresa de que el agujero era demasiado ancho para los remaches que tenía, que no agarraban. Busqué en el único taller de la zona y tampoco tenía remaches de ese diámetro, asegurándome que en todos los puertos del río Vilaine no los encontraría. Me ayudaron a fijar los remaches más grandes que tenían (que todavía eran pequeños para el agujero) con una resina de poliuretano, y espero que la reparación dure hasta Santander.

Si alguien conoce un sistema para sustituir un remache cuando el agujero es muy grande, que me lo diga.

La segunda, que el cambio de poleas que hice para la driza del espí no ha funcionado. Como me temía, la driza se trababa con el enrollador y me inutilizaba tanto el espí como el Génova. Como el palo ya estaba arbolado no me quedó más remedio que sacar la driza del espí para por lo menos tener el Génova.  La conclusión, que ya no dispongo de esa vela, que me hace ganar un nudo o uno y medio. Tengo la ilusión de poder izar el espí con el amantillo de la mayor, que va al tope del palo en vez de encima del estay, pero no estoy seguro de poder.

Estuvimos toda la mañana y una parte de la tarde resolviendo estos problemas, y colocando todo en el barco para la navegación a vela. A media tarde recogimos a Mario en un pueblo de mitad del Río, La Roche Bernard, y dormimos en Arzal justo al lado de la presa. Hoy pasaremos la esclusa en la apertura de las 9, y empezaremos el recorrido hacia el Sur por el mar.

Con cuidado, navegantes.

miércoles, 16 de agosto de 2023

Ganas de volver al mar ... y a casa (+25= 1.642 millas).

 Hola navegantes.

Ayer dividimos la etapa en dos. La primera hasta Redon, recorriendo los dos mismos ríos que al ir a La Gacilly. Antes de comer estábamos en Redon, pero ayer era festivo en Francia y estaba todo cerrado, hasta los restaurantes. En el único que vimos abierto tardaron casi tres cuartos de hora en servirnos y estábamos de los nervios. Porque en el pantalán de espera de Redon había pedido permiso para estar una hora u hora y media (lo justo para comprar gasolina y comer) y al final fueron más de tres.

Por la tarde vinimos a Folleux, donde hoy a primera hora vamos a arbolar. Nos quedamos en el mismo muelle bajo la grúa, cogimos la electricidad de su cabina, y dedicamos media tarde a prepararlo todo y limpiar la suciedad acumulada en los canales, especialmente en las amarras, las defensas, y la tabla que ponemos sobre ellas. Los que crean que la vela es ir de fondeo en fondeo con una piña colada que piensen en la operación Mistol al salir de las esclusas:



Y todavía queda la operación Mistol con el barco entero, pero eso se queda para un muelle que tenga manguera.

Hoy, después de arbolar, recogeremos a Mario, que se incorpora de nuevo a la tripulación, y mañana me despido de Ana, que se vuelve a Santander en autobús. Es la última despedida antes de reencontrarnos en Santander, y siempre tiene algo de especial. Voy notando el cansancio de tres meses seguidos en el barco, y estaré deseando llegar a casa.

 Pero esto no ha terminado. Aún nos quedan dos semanas de navegación por el Golfo de Vizcaya, que este año tiene una preocupación añadida, las orcas. En efecto, esas que muerden los timones y que ya hay hundido 4 o 5 barcos y averiado a decenas de ellos, se han desplazado de sus zonas habituales. Todos los años estaban entre el Estrecho de Gibraltar, Portugal y Galicia, y este verano ya han atacado a dos veleros frente a Ondarroa y a Zumaia, por donde evidentemente tenemos que pasar nosotros para llegar a Santander. No hay forma de relajarse.

Ahora está amaneciendo y el cielo que veo por el tambucho encima de mi cama es del color de las alas de una mosca, y estoy cruzando los dedos para no tener que arbolar bajo la lluvia. Ya os contaré.

Con cuidado, navegantes.

martes, 15 de agosto de 2023

No, no volvemos a Inglaterra (+32 = 1.617 millas).

 Hola navegantes.

Al ver el trak de ayer que nadie piense que nos hemos vuelto locos o que hemos recibido un golpe en la cabeza. Y es que después de salir de la esclusa de Mâlon temprano, porque ya no dependíamos del horario de los escluseros pues las habíamos pasado todas, y navegar 4 horas hacia el Sur hasta llegar a Redón, en vez de seguir hacia el mar ¡volvimos grupas hacia el Norte! 



Lo hemos hecho para dormir en La Gacilly, uno de los pueblos más bonitos y curiosos de Francia. Se llega a él saliendo de Redón por un canal enano, que acaba desembocando en el Río Oust, tan ancho y caudaloso como el Vilaine, y luego por un afluente, el Río Aff. Este último es casi un riachuelo, en algunas zonas tiene solo un metro de calado, y ni siquiera viene en la Guía Imray de las vías navegables interiores de Francia. Pero nosotros sabíamos que se podía llegar porque en nuestra navegación anterior a Bretaña con el Corto Maltés habíamos venido con las bicis por el camino de sirga, y sabíamos que tenía un puertecito.

El Río Aff es tan pequeño que cuando tuvimos que adelantar a una minipeniche que navegaba con un motor eléctrico se tuvo que apartar a la orilla y prácticamente parar para no correr riesgos. Es un tipo de peniche que sólo hemos visto aquí, como una plataforma con una habitación encima y un fueraborda eléctrico:

Y cuando nos cruzamos con otra barca daba miedo tocar el fondo cuando cada uno tenía que arrimarse a su banda de estribor. Y no sólo el fondo, sino también las ramas de los árboles que amenazaban por arriba.

Pero acabamos llegando a La Gacilly, donde el río deja de ser navegable, y nos quedamos en su minúsculo puerto.

El pueblo es precioso. Está todo el río adornado con macizos de flores, y las calles del pueblo igual, y el aire impregnado de distintas fragancias, todas muy agradables. En la foto, el final del río navegable. Por ahí no paso ni yo.

Aquí nació en 1930 Yves Rocher, el empresario de perfumería que empezó fabricando una pomada hemostática en el granero de su casa, según una receta que le confió una curandera, y a su muerte había fundado una empresa que empleaba a más de 15.000 personas. Y se comprende que se dedicase a ese negocio después de pasar la infancia en este vergel. Por supuesto tiene un museo, un jardín donde cultivan sus flores aromáticas, y una tienda.

Pero lo principal es que es un pueblo de artesanos. Hay más de 30 talleres de artistas de la cerámica y el barro, escultores de la madera, del hierro, del cuero, de materiales reciclados y de la chatarra, joyeros, sopladores de vidrio, etc. que se instalaron aquí hace más de cuarenta años y te dejan ver sus talleres y su forma de trabajar. Además en los meses de verano se desarrolla un festival de fotografía titulado Pueblos y Naturaleza, y todo el pueblo está adornado con cientos de fotografías en gran formato expuestas en paneles por las calles, en las fachadas y entre los árboles de las zonas verdes.

El muelle es gratuito y hemos pasado aquí la noche. Hoy tenemos que retroceder a Redón, y luego llegar a Folleux, donde mañana volveremos a arbolar.

Y me despido con dos curiosidades. La primera, un fueraborda a pedales. Es una idea que muchos hemos tenido en la cabeza y es la primera vez que veo realizada. Alguien ha puesto a su velero una bici en la popa:


Al navegar a vela la hélice de la bici se levanta para no ofrecer resistencia, y al llegar a puerto y bajar las velas se baja. Un complicado cachivache que aquí en el río (porque lo hemos visto en Redon) es práctico, pero inútil en el mar, con las olas y el barco escorado.

Y la otra, una señalización contradictoria y peligrosa. Está en la salida de Redón. El vano de un puente está marcado con los triángulos rojos y blancos, que significa que no debes pasar fuera del que indican los blancos, y el de al lado con el rombo amarillo, que indica el vano por el que se debe pasar.

Sería como si en la carretera te encontraras a la vez la señal de prohibido girar a la izquierda y a la derecha. Al llegar te entra la duda, y en la navegación, y más por un río donde te lleva la corriente, no hay lugar para las dudas. Yo pasé por la de los triángulos y me fue bien.

Con cuidado, navegantes.

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lunes, 14 de agosto de 2023

Mucho bueno (+29 = 1.585 millas).

 Hola navegantes.

Ayer salimos de Rennes para enlazar enseguida con el Río Vilaine, que nos llevará al Golfo de Vizcaya. Y fue un día muy bueno por muchas razones, a pesar de su dureza (29 millas y 13 esclusas en 9 horas y media).

En primer lugar, porque algunos escluseros se acordaban de nosotros, de nuestro paso en la otra dirección hace un mes y medio cuando subíamos hacia Londres. Ya os he dicho que por aquí pasan muy pocos barcos, y además españoles y con destino Londres supongo que cero. Nos preguntan por nuestro viaje y suelen quedarse con una sonrisa bobalicona, mirándonos con admiración. Y siempre termino diciéndoles que es mucho mejor Francia que Inglaterra. Yo me lo creo, y más aún para navegar, pero si alguien piensa que no es una verdad, se le parece mucho.

En segundo lugar porque en Pont-Rean, a mitad de camino, nos estaban esperando nuestros nuevos amigos Bruno y Christine. Os hablé de ellos cuando estuvimos en Plouer Sur Rance en el viaje de ida. Tienen un Tonic 23 como el Corto Maltés y estuvimos intercambiando ideas y experiencias con nuestros barcos. Nos han invitado a comer y nos han hecho unas fotos y un vídeo con el barquito por los canales:



El encuentro nos ha servido de descanso físico y psicológico en una jornada agotadora, y pocas veces tenemos ocasión de ver fotos o vídeos del Corto Maltés desde fuera.

Y finalmente, porque hemos acabado con las esclusas. O casi. Desde luego con las de los canales de Bretaña sí, que han sido 61 a la ida y otras 61 a la vuelta. Nos queda, por supuesto, la de la salida del río Vilaine al mar, y a lo mejor otra en Redon para ir a La Gacilly, pero eso os lo contaré mañana. Y encima nos hemos librado de las algas.

Hoy voy a enseñaros algunas cosas prácticas de los canales. 

Las compuertas son casi todas de madera, llenas de remiendos y de la flora que les ha ido creciendo. 


Las renuevan cada 10 años, y las más modernas son de hierro:


En el interior de las esclusas hay un olor especial e indefinible, que es una pena no poder transmitir por las pantallas. Es una mezcla de humedad, lodo y piedra húmeda, inconfundible cuando lo has olido una vez.

En las esclusas de los ríos siempre hay, unos metros antes, una bifurcación en el cauce. Por una de las ramas se va a la esclusa y por la otra al salto de agua. Si te confundes te caes con el barco por la cascada.


Esta bifurcación no la hay en las esclusas de los canales, porque en ellos no hay un río que deba circular y desaguar cuando la compuerta está cerrada. Aquí podéis ver el salto de agua de una de las esclusas del Vilaine. En muchas de ellas hay un antiguo molino:

Algunos de estos molinos los han vendido a particulares, como algunas casas de los escluseros. Es como los faros, que al dejar de estar habitados los venden. El problema es que les venden también el puente levadizo o rulante para pasar a la casa, que pasa a ser mantenido por un particular y no puedes tocarlo ni con el bichero, porque se quejan si se lo despintas. Eso te complica la maniobra dentro de la esclusa:



En muchos lugares hay placas recordatorio de las crecidas históricas del río:


Y aquí podéis ver los objetos curiosos que llevamos en la bañera en la navegación fluvial: los cojines para amortiguar el ruido del fueraborda, y el cubo siempre a mano para baldear la cubierta con el mismo agua del río:

Ayer estábamos tan cansados que cuando pasamos la última esclusa nos quedamos en el mismo pantalán de espera, sin ir a buscar un núcleo habitado. El esclusero, Denis, y su mujer, Marie, hicieron todo lo posible por que pasáramos cómoda la noche. Gracias, chicos. Al no haber electricidad para el calefactor calentamos el barco con velas, que son suficientes al ser un espacio pequeño. Las pongo en el suelo porque el calor va para arriba, y si las pones en la mesa calientan el aire cerca del techo, no donde estás durmiendo o desayunando. Por supuesto no las dejamos al dormir. Hoy nos han subido de 16 a 17 ºC en media hora, mientras desayunábamos.


Hoy vamos a navegar a Redón, y nos quedaremos allí o en algún sitio de su entorno, y mañana tenemos que llegar a Folleux, donde volveremos a levantar el mástil para continuar a Santander por el mar.

Con cuidado, navegantes.