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jueves, 22 de junio de 2023

En agua dulce

 Hola navegantes.

Ayer salimos de La Turballe un poco tarde por distintas razones. La primera fue imprevista, y tiene relación con las gestiones para desarbolar. 

Llamé primero al puerto de Redon, donde me habían dicho que podía desarbolar con el mástil de un velero más grande, que ellos se encargaban. Pues resulta que el que me cogió ayer el teléfono no sabía nada, decía que allí no. Después de una conversación propia de Groucho Marx con Homer Simpson, resulta que hay un marinero especial, Pierre, que sabe hacerlo y debe ser como un trabajito personal, no un servicio del puerto. El tal Pierre trabajaba el jueves y el viernes, pero no el sábado, el domingo ni el lunes. O sea que si no llegábamos hoy jueves para hacerlo mañana viernes, ya no podíamos desarbolar hasta el martes. Y eso suponiendo que a Pierre no le pasara nada. O sea, un plan poco fiable.

Entonces llamé a la segunda opción, el puerto de Arzal, el primero tras la esclusa. Pues allí no tenían la agenda libre hasta el mes de julio. Es un puerto de invernada y supongo que toda la flota está pensando en botar el barco para su verano.

Con el estrés en alza, los tres o cuatro posibles sitios alternativos no contestaban. Y uno podía hacérmelo pero con el siguiente procedimiento: como no tiene grúa al lado del agua me proponía sacar el barco con un remolque, llevarlo a debajo de la grúa, desarbolar y volver a echarlo al agua. Todo por la "módica" cifra de 170 euros.

Finalmente nos sonrió la fortuna y hemos encontrado un taller, en un pueblecito en mitad del recorrido del río, Fouleux, que tiene grúa junto al agua, cobra 58 euros, y además podemos dormir el día anterior en el muelle de la grúa y es gratuito. Por supuesto es lo que haremos. A ver si no se tuerce.

La segunda razón para salir tarde fue que al río Vilaine teníamos que entrar con cierta altura de marea, porque en bajamar el calado en su desembocadura es sólo de 0,1 a 0,6 metros. La bajamar era a las 13:52, y por lo tanto queríamos llegar a media tarde.

La navegación fue maravillosa, con un vientecito del SW cuando nuestro rumbo era NW y N, que aprovechamos con la mayor y el espinaker casi todo el tiempo. Por el camino modifiqué la longitud libre de la escota de la mayor para que no llegara a los obenques, y tiré la arena que llevaba para las orcas. Ya hemos salido de Golfo de Vizcaya, y volveré a cogerla en una playa de Francia para la vuelta.

(Nota: después de escribir esto he leído que ya se ha producido un ataque por orcas a más de 3.000 millas de Portugal, en las Islas Shetland. La pauta es la misma, tirarse a destruir el timón del velero. Mal asunto).

Llegamos a la esclusa del Vilaine para la apertura de las 18 h. Entramos los segundos, y se reprodujo el show que ya conocíamos de anteriores entradas. Los barcos entramos como sardinas en lata, y el público mirando todo desde las gradas que han puesto para contemplar el espectáculo. Hoy no había tanto público como otras veces, que las gradas llegan a estar llenas.

La diferencia del nivel de agua en esta esclusa es ridículo, apenas unos centímetros, nada que ver con algunas de la vuelta a Francia que eran de 25 metros (sí, 25 metros de desnivel, creedlo). En un momento se abrió la compuerta, se levantó el puente de la carretera y todo había terminado sin darnos cuenta de haber subido con el barco un escalón.


Ya estábamos en el agua dulce del río, y en ella estaremos las próximas dos semanas navegando hacia en Norte por el interior de Francia. Adiós a las aguas color berilo del mar, y hola a las marrones de los ríos y canales.

Nos quedamos en el puerto de Arzal, el primero tras la esclusa. Fuimos a conocer el pueblo, pero debe ser sólo una colonia de casas construidas cuando se hizo la presa. Después de subir con las bicis una cuesta de casi 2 km por una carretera nacional, resulta que el único bar del pueblo estaba ya cerrado (eran las 19:30), la única pizzería también cerrada, y el único supermercado ¿adivináis qué?, también cerrado. Volvimos al puerto y también aquí todo cerrado. Alucinante.

Como en todos los puertos, hay barcos abandonados. Pero aquí, al estar en agua dulce, en vez de crecerles algas de varios metros que viven bajo la flotación, lo que ocurre es que las plantas terrestres echan las raíces en el agua, se pegan al casco y florecen al aire. Un deterioro muy curioso y distinto al que estamos acostumbrados.



Esa preciosa planta acuática salía del timón de un Fantasía. Las telarañas y la suciedad de la cubierta son las mismas.

El pueblo no debe ser muy atractivo para vivir porque no les van ni los médicos. Un cartel en la calle pedía médicos para Arzal, como en los restaurantes piden camareros:

Yo, desde luego, no me vendría. Hoy seguiremos remontando el río tranquilamente hasta llegar a Fouleux, donde esta tarde prepararemos el barco para desarbolar mañana.

Con cuidado, navegantes.

3 comentarios:

  1. Madre mía, eres un titán! Todo son contratiempos, ahora con el desarbole que tenías ya apalabrado.
    Bueno, felicidades por el paso de la esclusa y a disfrutar de las aguas interiores. Ya sabes cuánto me gustaron las del Loira.
    Nota: te tomo prestada la palabra "berilo". Describe con mucho acierto el color del agua del mar en ocasiones. Creo recordar que tenía ese aspecto la tarde de la arribada a La Cotiniére.
    Un abrazo. Os sigo.

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    1. Si, es un color entre azul marino y verde que vemos muchas veces al navegar.

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  2. ¡Vaya con las orcas!, se pensaba queera un comportamiento solo del grupo de las orcas ibericas, pero ahora ya parece que va a ser a nivel general. Buena proa para mañana ya que buen viento ya no lo necesitais tanto durante la navegacion fluvial. Un abrazo, Daniel.

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