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jueves, 30 de abril de 2020

Dibupoema "Las cuatro y diez", de Luis Eduardo Aute.


En el móvil, poner la pantalla horizontal.

Las cuatro y diez (Luis Eduardo Aute).

Fue en ese cine, ¿te acuerdas?,
en una mañana Al Este del Edén,
James Dean tiraba piedras
a una casa blanca, entonces te besé.

Aquella fue la primera vez,
tus labios parecían de papel,
y a la salida en la puerta
nos pidió un triste inspector nuestros carnets.

Luego volví a la academia
para no faltar a clase  de francés,
tú me esperaste hora y media
en esta misma mesa, yo me retrasé.

¿Quieres helado de fresa
o prefieres que te pida ya el café?
Cuéntame cómo te encuentras
aunque sé que me responderás: muy bien.

Ten esta foto, es muy fea,
el más pequeño acababa de nacer.
- ¡Oiga! me trae la cuenta.
-¡Calla! que fui yo quién te invitó a comer.

No te demores, no sea
que no llegues a la hora al almacén.
Llámame el día que puedas,
date prisa que ya son las cuatro y diez.



 Aquí el dibupoema (clic encima):  




 Y aquí la canción de Aute:



miércoles, 29 de abril de 2020

Dibupoema "19 días y 500 noches después", de Benjamín Prado y Travis Birds.


Esta es la versión de la famosa canción de Sabina pero ahora vista por la chica protagonista, que naturalmente es un poco distinta de la de él:

19 días y 500 noches después (Benjamín Prado / Travis Birds).

Lo nuestro duró
lo que duran dos peces de hielo
en un güisqui on the rocks.
Lo sé por qué fui
la infeliz que mordía su anzuelo
mientras le creí.
De pronto me vi
como el busto de un rey destronao
pisoteado en el suelo.
Yo era la sota de las barajas
y la planta baja
de los rascacielos.

Y es que tenían razón
sus amantes,
con él hay un antes
pero un después no.
Conmigo fue así,
dijo que era
su media naranja
y se puso a exprimir.
Ya luego empezó
a dar vueltas
igual que un león
dentro de una jaula,
que rugía
mirando a la luna,
mujer solo hay una
y esa es mi María.

Luego se fue;
bajó a por tabaco
y volvió a los tres meses,
vino haciendo eses
y hecho un perro flaco,
pidió que le abriese
con dos arrumacos;
le quité la llave,
el abono transporte,
por decirlo suave:
le di pasaporte
y le dije "colega,
tú has perdido el norte";
yo he estado tan ciega
que pensaba
que ya me quedaba
sin Alfa ni Omega
si él me abandonaba.

A esa canción
en la que contaba
la historia a su modo,
en la que me echaba
la culpa de todo:
de las tropelías
y las tonterías,
donde me compraba
con bisutería
mientras le servía
jarros de agua fría,
yo le añadiría,
por ponerle el broche,
que a mí, sin embargo,
sus famosos 19 días
y 500 noches
se me hicieron largos.

Dijo hola y adiós
y el portazo sonó
como un signo de interrogación.
En vez de sufrir
me lié con uno del PP
y socio del Real Madrid,
que canta hip hop,
juega al pádel, al tenis y al golf,
y es antitaurino,
ha montado su propio bufete,
yo le pongo un siete,
él me ve y hace el pino.

Sabina huyó.
Se fue dando saltos
igual que un conejo,
pero como artista
ha llegado muy lejos.
Ve a Dios retratado
al mirarse al espejo.
Yo le vi en las Ventas
cantar nuestra historia,
y como el caballo
atado a una noria
que va como un rayo
tras la zanahoria,
mi voz le seguía
y al bailar que soñar con los pies
volví a ser la de ayer
cuando le quería.

A esa canción….

Aquí el dibupoema (clic encima):


Y aquí la canción en la preciosa voz de Travis Birds (qué más hubiera querido Sabina que hubiera sido ella la de la historia):

martes, 28 de abril de 2020

Dibupoema "19 días y 500 noches", de Joaquín Sabina.


Hola navegantes.

Veréis qué divertido leer hoy la versión masculina de una relación tóxica, y mañana la versión femenina.

19 días y 500 noches (Joaquín Sabina).

Lo nuestro duró
lo que duran dos peces de hielo
en un güisqui on the rocks.
En vez de fingir
o estrellarme una copa de celos
le dio por reír.
De pronto me vi
como un perro de nadie
ladrando a las puertas del cielo.
Me dejó un neceser con agravios,
la miel en los labios
y escarcha en el pelo

Tenían razón
mis amantes
en eso de que antes
el malo era yo.
Con una excepción,
esta vez yo quería quererla querer
y ella no.
Así que se fue,
me dejó el corazón en los huesos
y yo de rodillas:
desde el taxi y haciendo un exceso
me tiró dos besos,
uno por mejilla

Y regresé
a la maldición
del cajón sin su ropa,
a la perdición
de los bares de copas,
a las cenicientas
de saldo y esquina,
y por esas ventas
del fino Laina
pagando las cuentas
de gente sin alma
que pierde la calma
con la cocaína.
Volviéndome loco,
derrochando la bolsa y la vida
la fui, poco a poco,
dando por perdida.

Y eso que yo
paro no agobiar con flores a María,
para no asediarla con mi antología
de sábanas frías y alcobas vacías,
para no comprarla con bisutería
ni ser el fantoche
que va en romería
con la cofradía
del Santo Reproche,
tanto la quería
que tardé en aprender a olvidarla
diecinueve días
y quinientas noches.

Dijo hola y adiós
y el portazo sonó como un signo
de interrogación.
Sospecho que así
se vengaba a través del olvido
Cupido de mí.
No pido perdón,
¿para qué? si me va a perdonar
porque ya no le importa.
Siempre tuvo la frente muy alta,
la lengua muy larga
y la falda muy corta

Me abandonó
como se abandonan
los zapatos viejos,
destrozó el cristal
de mis gafas de lejos,
sacó del espejo
su vivo retrato,
y fui tan torero
por los callejones
del juego y el vino
que ayer el portero
me echó del casino
de Torrelodones.
Qué pena tan grande,
negaría el Santo Sacramento
en el mismo momento
que ella me lo mande.

Y eso que yo…

Aquí el dibupoema (hacer clic encima):


 Y aquí la canción: