Hola navegantes.
Hoy por la mañana, muy tempranito (a las 6) resolví un problema eléctrico que no dejaba funcionar a la neverita y anoche me quitó el sueño. Al final fue una tontería y creo que ya está resuelto. También he comprobado que no me funciona la luz de tope del palo. Eso creo que ha sido por algún golpe que se llevó con la pluma de la grúa al arbolar, y va a costarme más resolverlo.
Luego fuimos a recorrer la isla en bici, concretamente la del Norte, porque la del Sur no es ciclable y no nos daba tiempo a todo. Subimos al Hospital Carolina, un antiguo lazareto, que ahora están reconstruyendo, y con unas vistas espectaculares sobre el castillo de If y Marsella.
Luego vino un día típico del Mediterráneo, con brisas variables que nos han obligado a meter motor la mitad de la travesía. En total 30 millas en 8 horas, de las cuales las mitad a vela y la mitad a motor. Y todo bajo un sol como el as de oros, que nos ha obligado a utilizar todos los recursos, el de la foto y llevar un cubo de agua dulce en la bañera, como hacíamos en los canales, para refrescarnos cada pocos minutos. Y pido disculpas por el moreno Agromán.
Hemos venido a la Isla Bendor, una de las dos que compró Paul Ricard y, sin duda, uno de los paraísos de este viaje. Ya la conocía de la navegación a Elba y estaba deseando volver, y estoy encantado porque esta no ha cambiado. Ya se ha ido la última lancha con los últimos turistas, y nos hemos quedado casi solos en este lugar en que puedes escuchar el ruido de tus párpados.
La isla tiene un hotel, que ahora está cerrado, un centro de exposiciones, un museo de las bebidas espirituosas y de pinturas de Ricard, que por vocación era pintor aunque su padre le obligó a elegir una profesión más rentable y se dedicó a vender alcohol. Pero no vive nadie y al irse la última lancha con los turistas que vienen a la playa, se queda desierta.
Mañana seguiremos nuestra navegación hacia el Este.
Con cuidado, navegantes.
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