Hola navegantes.
A falta de pocos días para la salida a Francia las cosas se ponen a cambiar a toda prisa (esta vez a mejor, que conste). España ha anunciado que a partir del lunes 7 se podrá entrar en el país solo con el certificado de vacunación (14 días tras finalizar la pauta). Es de esperar que otros países europeos hagan lo mismo. Yo de momento, para entrar en Francia, a pesar de estar vacunado tengo que hacerme una PCR el martes 8 y rellenar una declaración responsable con mis datos y el siguiente contenido:
Esta declaración hay que presentarla a las autoridades junto al resultado de la PCR. Si Francia e Italia deciden lo mismo que España (lo que evidentemente van a hacer enseguida) nos facilitará nuestra navegación al máximo, pues ya tendremos que preocuparnos sólo de los que nos gusta a los que flotamos: la meteorología, la intendencia, y disfrutar de los sitios que vamos descubriendo. Ojalá sea así.
Mientras tanto os recuerdo la etapa siguiente de la navegación a la isla de Elba, entre Vernazza y Viareggio:
Salimos con dirección a Porto Venere, uno de los destinos más bonitos de esta costa. Está detrás de una península y se accede a él por un estrecho paso entre el continente y la isla Palmaria. Es un parque natural y las actividades náuticas están muy reglamentadas. Salimos de Vernazza con muy poco viento y aunque izamos el espí, la verdad es que sólo a vela navegamos poco.
A media mañana hicimos una parada técnica para un baño higiénico. En otras palabras, para bañarnos enjabonándonos en el mar y con la ducha solar en la bañera. Nos quedamos como nuevos. Lo malo es ver desaparecer con el jabón lo que ya considerábamos un bronceado. Cosas de la vela.
En Porto Venere nos dejaron amarrar gratis en el muelle, era temporada baja y estaba casi vacío. Subimos al Castillo que domina pueblo, con unas vistas preciosas a la bahía y a la isla Palmaria, y la iglesia que está en la punta de la península. Vimos también la gruta Byron, que se supone inspiró al poeta algunas de sus poesías. Lord Byron era un gran nadador, y al parecer en varias ocasiones nadó desde Porto Venere hasta Lerici, en la orilla de enfrente de la bahía, unas 3 millas. Se comenta que en Lerici tenía amistad con dos mujeres, y que iba a verlas nadando para que no le reconocieran si iba andando por la orilla. Igual son supercherías, porque otra teoría dice que iba a ver a su amigo y también poeta y escritor Percy Bysshe Shelley, que en 1822 había recalado en Lerici en medio de su agitada vida y que poco después moriría en un naufragio de su velero muy cerca de allí, cuando volvía de Pisa. El pobre Byron moriría por aplicarle mis colegas un exceso de sangrías a base de sanguijuelas, un tratamiento que entonces se preconizaba para casi todo. Se dice que las sanguijuelas le chuparon dos litros de sangre y él, que había resistido tantas adversidades, no pudo contra los gusanitos.
Como hacía muy bueno y empezó a levantarse viento del Oeste, cogimos carrerilla y decidimos adelantar poco más y llegar a Viareggio. Salimos a primera hora de la tarde y, en efecto, al principio aprovechamos un viento maravilloso que nos permitió ir con la mayor y el espí a 4 ó 5 nudos. Pasamos frente a las montañas de Carrara, que tienen un color blanco que parece nieve, si no fuera porque con esa temperatura y tan cerca del mar era imposible que la nieve durase. Era el color natural de la roca. Pero a las 16.30 aquella brisa convaleció y tuvimos que acabar la etapa a motor.
Entramos a Viareggio a las 19 h., después de navegar desde las 8.30 y habiendo recorrido 32 millas. El espigón tiene las esculturas de unos niños en las rocas, algunos ellos, ¡como no!, haciendo pis.
Con cuidado, navegantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios son bienvenidos. Lo más cómodo es poner tu nombre al final del texto y luego elegir como identidad "anónimo".