Hola navegantes.
No, no lo he confundido con el mistral. El morral es el que te viene de morro. Y eso nos ha pasado hoy, un jodido viento del Este de fuerza 4-5 que venía justo de la dirección en que teníamos que avanzar. En resumen, bordos interminables y encima apoyados por el fueraborda para no retroceder. Se ha traducido en 43 millas en vez de las 22 teóricas, y 10 horas de navegación agotadora.
Pero hemos llegado a Saint Tropez, la meca, antiguamente, de los artistas y la bohemia, de la que ya sólo queda un recuerdo.
Como otras veces, nos han colocado junto a los grandes:
Da pena ver tanta pretenciososidad, tripulaciones uniformadas, plantitas y sofás de cuero en las cubiertas de popa para presumir ante los paseantes, asientos en el muelle para que los invitados se descalcen y no ensucien la cubierta, y todo ello al lado de los sin techo que piden limosna junto a las pasarelas de los yates de lujo con los zapatos llenos de protuberancias.
Y fijaos las conexiones eléctricas que necesitan:
La marina ha sido hasta ahora la más cara, y encima no les funciona el wifi. Y casi no nos ha dado tiempo a nada porque tuvimos que buscar una lavandería y hacer la colada, que también esas cosas prácticas forman parte de la vela de crucero.
Y sí, a veces los milagros existen. ¿Os acordáis que estaba preocupado porque no me funcionaba la luz de tope del mástil?. Pues ha finalizado su huelga y se ha arreglado sola. Seguramente algún pantocazo ha vuelto a restaurar una conexión floja.
Hasta mañana, navegantes.
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