Hola navegantes.
Hoy escribo con los párpados pesados porque ya es tarde y hemos tenido otro día agotador. Como sabíamos que iba a seguir el viento contrario, y hoy más fuerte que ayer, nos levantamos temprano (a las 5) para salir con el amanecer y tener más margen para llegar bien a Cannes. Llegar tarde a una marina es un incordio: si no están en las oficinas, que suelen cerrar hacia las 18 h., no te dan ni la llave de las duchas ni las claves del wifi, y tampoco puedes pagar por adelantado y tienes que hacerlo el día siguiente cuando abren, lo que a su vez te impide madrugar. Total, que el pronóstico se confirmó y hemos vuelto a hacernos una jornada maratoniana de 42 millas siempre ciñendo, en 10 horas y media:
A la entrada de Cannes están las Islas Lerins, que visitaremos mañana, y las esculturas sumergidas que intentaremos visitar buceando. El problema es que también habrá viento del NE de fuerza 5-6, como hoy, y supongo que se encajonará en el estrecho entre las dos islas poniéndonos difícil el fondeo y el buceo. Ya veremos.
Después de las islas se pasa por una zona de navegación restringida, que es la que utilizan los helicópteros para aterrizar en el espigón. Ya os conté que lo han convertido en un helipuerto para los invitados de los yates de lujo, y la baliza roja en la torre de control:
Tuvimos la suerte de que nos dieran plaza en el Vieux Port, en pleno centro de la ciudad. En la siguiente foto, Ignacio preparando las amarras a la entrada del Vieux Port de Cannes.
Luego fuimos a ver la ciudad, que no tiene nada que ver con cómo la vimos en la navegación a Elba, en que coincidió con su famoso festival de cine. No obstante el espectáculo de los megayates, los coches de lujo y sus preciosas vistas al mar y a las Islas Lerins no ha cambiado.
Hasta mañana, navegantes.
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