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miércoles, 23 de julio de 2025

Una bonita sorpresa.

Hola navegantes.

Una de las cosas que más me gustan de la navegación a vela es descubrir sitios inesperados a los que te llevan las combinaciones aleatorias de la meteorología y tu tiempo disponible. Viajamos sin ir a sitios predeterminados como el turista,  sino a donde te permite la meteorología, el viento, las mareas y las corrientes. Y eso nos ha pasado hoy. 

Salimos de La Ciotat,  donde hemos estado retenidos dos días por el mistral, con la intención de llegar al Golfo de Marsella. Lo hemos hecho contra un viento de cara (otra vez el mistral pero más flojo, sólo fuerza 3-4) a base de dar bordos "a la francesa", o sea  con apoyo del motor, porque si no no conseguíamos remontar el viento. Y de esa manera llegamos a la Isla Riou al mediodía. La Cala Monasterio, que a la ida estaba abarrotada, hoy estaba casi vacía y decidimos parar allí a comer y echar una siestita. 


Después no nos apetecía entrar en Marsella, una gran ciudad con todas sus incomodidades, ni en las islas Frioul, que ya recorrimos a la ida. Mirando la cartografía vimos que en el Este de la Rada de Marsella hay un puerto llamado "Pointe Rouge" (Punta Roja), un nombre sorprendente porque no está en una punta ni las rocas de la costa son rojas. Nadie nos había hablado de él y decidimos entrar. 

El puerto es una marina estándar y una marina seca, donde se guardan los barcos en seco durante el invierno en una especie de repisas de 4 ó 5 alturas. Fuimos en las bicis a recorrer el pueblo del mismo nombre, y lo que vimos nos encantó y nos sorprendió.

En primer lugar  y como cosa curiosa, han mantenido la catalogación diferenciada de sus dos playas como una para hombres y otra para mujeres. Por supuesto que la diferenciación ya no se cumple,  pero el mero hecho de mantener en los carteles y en los planos turísticos el nombre "playa del baño de las damas", y en otra de los hombres, reconoceréis que es para sacarte una sonrisita.


Pero lo más impresionante del pueblo es el Parque Pastré, un parque urbano de 112 Ha con distintos ambientes vegetales


tres castillos (el primero parece el de Moulinsart, del capitán Haddock):



 canales de agua derivados del canal de Marsella, que trajo el agua a Marsella y le dio un nuevo desarrollo, una laguna:


 y donde todavía hay jabalíes salvajes, a los que por cierto se prohíbe dar de comer:


y donde en el siglo XIX hubo avestruces, traídas de Africa y que se consiguió que se reprodujeran:


Todas esas cosas, al final de un día que se esperaba anodino, son un aliciente más de la navegación. 
 
Mañana seguiremos hacia el Oeste, acercándonos a España.

 Con cuidado, navegantes.

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