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domingo, 6 de julio de 2025

Desembarcamos en el islote Brescou.

Hola navegantes. 

Ayer fuimos temprano al islote Brescou. Íbamos decididos a fondear en sus inmediaciones y desembarcar nadando o en nuestro inflable de juguete. Pero al rodearlo vimos que en su orilla Noroeste había un pequeño embarcadero, como para cuatro barcos pequeños. Uno que estaba fondeado nos dijo que tuviéramos cuidado que estaba rodeado de rocas (lo que ya sabíamos) pero el agua estaba muy clara, se veía el fondo, y nos dábamos cuenta de cuándo empezaría a ser peligroso. Despacísimo llegamos al embarcadero, que tenía un metro de calado.



El fuerte, en efecto,  está casi en ruinas: 





En el cartel pone que las obras durarían 6 meses a partir de junio del 2023, y ya veis cómo están. 

Una vez al año se usa para ejercicios de la legión francesa, y han hecho su logotipo en la playa con piedras. Un cartel avisa de que no se toque: 


 Nos dimos un baño antes de volver. La playa es de piedras (como veis en la foto anterior) y los fondos anodinos, a pesar del cartel que hay en el embarcadero prometiendo casi un paraíso natural.


Desde luego, y a pesar de todo, un sitio muy bonito e interesante de conocer. 


Después vinimos a Sète. El monte de Saint-Claire es la única elevación en esta costa plana, y cuando aparece en el horizonte se confunde con una isla.


Lo mismo pasa al acercarse a Cap d'Agde. Pero ya de cerca ves todos sus detalles, entre otros en cementerio donde está enterrado el poeta Paul Valéry (cementerio que él mismo glosó en su poema "Le cimetière marin") y el cantautor Georges Brassens, uno de mis preferidos. Cerca está el museo Paul Valéry.


En Sète siempre vamos a ver el "puente" por el que pasamos al volver de Elba, obviamente porque en esa ciudad, que llaman "la pequeña Venecia", es fácil confundir el camino: 


Es evidente que no pongo la foto para presumir de nada, sino para advertir de los peligros inesperados de los canales. Había una corriente hacia el mar que nos impulsaba contra el puente, el canal era muy estrecho para dar la vuelta, y el Corto Maltés en marcha atrás se desvía descaradamente hacia babor (al tener el motor en estribor) con lo que es casi imposible retroceder en línea recta, y menos con la orza y el timón subidos. Por suerte el nivel de agua estaba bajo, si no habríamos dejado allí el techo de la camareta.

Sète está petado de gente y de coches, y ayer había un atasco permanente. Además había ferias que estuvieron agrediendo el aire hasta más allá de las 3 de la madrugada, pero estábamos tan cansados que ni eso nos impidió dormir. Tanto en Sète como en los anteriores puertos del Mediterráneo estamos coincidiendo con gente que vive sola en pequeños barcos, muy en precario, casi siempre hombres de mediana edad.  De esos que te da miedo preguntarles si están solos o tienen familia, porque te imaginas la respuesta. Supongo que están así a consecuencia de un divorcio. 

También aprovechamos para las primeras gestiones para desarbolar aquí y pasar los 4 puentes levadizos que separan el Mediterráneo del Etang de Thau, para desde allí coger el Canal de Midi hacia Narbona, en vez de desde La Nouvelle, que fue un Purgatorio. En Narbona es donde intentaremos que nos coja el camión.

Hoy seguiremos hacia Port Camargue.

 Con cuidado, navegantes.

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