Ayer la estrategia nos salió bien. Como os dije, queríamos venir a Port-Saint-Louis-du-Rhône para huir del mistral que se anunciaba para una semana seguida. Ayer iba a ser el último día de mistral moderado, y a partir de hoy iba a soplar con fuerza de temporal. Pues salimos de Carry-le-Rouet temprano, cuando todavía soplaba del NE. Aunque muy fuerte, nos entraba por el través y fuimos sólo con el génova las 2-3 primeras horas con velocidades de 4-5 nudos. Cuando llegamos a la boca del Golfo de Fos ya era de fuerza 5-6 del NW, justo de morro, y tuvimos que hacer las siguientes dos horas a motor y dando pantocazos. Además tuvimos que respetar el dispositivo de separación de tráfico que hay para los mercantes, y esquivar a alguno porque tienen preferencia. Y las últimas millas, en el canal de Saint Louis, que tiene dirección Este-Oeste, el viento nos entraba por estribor y las hicimos otra vez con el génova solo. Total, que hemos conseguido llegar al puerto que enlaza con los canales antes de la tempestad anunciada, lo que nos evita estar una semana encerrados en un puerto esperando que se calme.
El golfo de Fos se ha formado al cerrar los sedimentos del río Ródano una bahía preexistente, y su contorno y sus fondos cambian cada año. En esta zona la tierra crece 10 o 15 metros cada año hacia el mar. Por eso no es raro quedar varado al confiar en que conoces su entrada. Hoy hemos visto dos veleros siniestrados. Uno había varado en la arena y los movimientos posteriores habían enterrado el barco entero en la arena, asomando sólo los palos en la playa:
el otro se había hundido en el agua:
De hecho las numerosas playas de la lengua de arena que cierra el golfo tienen el nombre del barco que ha varado en ellas. Una pena y un mal augurio.
Este puerto se construyó para dar acceso al río Ródano a través de una esclusa unos kilómetros antes de sus desembocadura, porque la navegación en la desembocadura de los ríos es imposible. Después el mismo río, a través de un afluente, se conectó con el canal de Midi, y es la ruta que vamos a seguir nosotros. En principio pasaremos por Sète y el Etang de Thau (el tercero de los que nos propusimos navegar) para llegar a Narbona, donde subiremos el Corto Maltés a un camión . Y por el camino habrá una sorpresa que ya os contaremos.
La marina de Port-Saint-Louis-du-Rhon es comodísima, y especialmente la sala multiusos que tiene para nosotros. Hay allí una televisión con butacas, una amplia mesa para comer, nevera con congelador, microondas, lavadoras y baños. Y todo con aire acondicionado. La vamos a usar mucho estos días, como la vez anterior, para estar y para comer en las horas de más calor en vez de estar aguantando en el barco.
Como el puerto está tan lejos del mar y tan fuera de las rutas, casi ningún navegante se acerca si no son los que quieren entrar en los canales de Francia. Para Ana y para mí este puerto supone un reencuentro con un pasado negro, aunque el tiempo ha borrado ya lo malo. En 2016 pasamos por aquí al volver de la isla de Elba, y una avería del fueraborda nos tuvo retenidos 10 días, sufriendo incontables percances hasta conseguir repararlo (lo conté en "Un tripulante llamado Murphy"). Me había jurado no volver, pero ya veis, las circunstancias de esta navegación nos van a obligar a repetir el mismo trayecto. Va a ser gracioso ir leyendo los capítulos del libro a media que pasamos por los mismos sitios e ir comparando.
Con cuidado, navegantes.
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