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jueves, 31 de julio de 2025

Creerse una catedral.

Hola navegantes. 

Hoy salimos de Carnon con dirección al Etang de Thau. A media mañana llegamos a la pasarela de Pilou. Es una pasarela peatonal que da acceso a un islote entre el canal y el Mediterráneo, donde hay nada menos que una catedral, la de San Pedro y San Pablo de Maguelone, de
la que el Papa Urbano II dijo que era la segunda después de la de Roma. 

 La citada pasarela interrumpe totalmente el paso por el canal, pero enseguida apareció el chico que la maneja y al vernos acercar se apresuró a abrirla. Obviamente la abren ante la mera presencia de 
un barco. El sistema es bien curioso. Tiene unas bisagras en la mitad de su longitud y en el extremo del tramo móvil un fueraborda. Lo arrancó y dio avante, con lo que el tramo móvil describió una curva franqueándonos el paso. Y en cuanto hubimos pasado la volvió a cerrar. 


Nos amarramos en un Halte Nautique un poco después de la pasarela, abarloados a una peniche, para ir a conocer la "catedral". En la entrada de la pasarela un cartel advertía: “Atención. Cierre de la pasarela a las 20:30 h. Regreso  imposible después de la hora indicada”. Nos imaginamos que a esa hora terminaba la jornada laboral del encargado, y la pasarela se queda abierta para el tráfico de los barcos. Como la catedral está en una isla, si te descuidas te quedas a dormir allí con San Pedro y San Pablo. 

El recorrido empieza en un portón de piedra almenado, donde un sendero lleva a la catedral, y que posiblemente tuvo una función más ceremonial que defensiva. Porque, en efecto, el portón no forma parte de una muralla sino que está allí aislado. 


Lo más curioso es que la isla donde se encuentra la catedral, que ahora está en el interior de un “étang” y por lo tanto separada del Mediterráneo, históricamente estuvo en el mar abierto en el entorno de un gran puerto que era ni más ni menos que el de Montpellier, que ahora está ocho kilómetros tierra adentro. En la foto, a la izquierda el Mediterráneo y a la derecha el canal por el que veníamos nosotros.


Respecto al comentario del papa Urbano II, siempre me pareció raro que en aquel páramo desierto estuviera semejante maravilla. Seguramente el papa al consagrarla se dejó llevar por su entusiasmo, o fue su manera de combatir al diablo en vez de lanzarle un tintero, como Lutero. La Guía Imray, más discreta, no la llama “catedral” sino “abadía”. Ahora que la hemos conocido puedo deciros que seguramente Urbano II lo dijo en una fase maniaca. Es un edificio religioso modestito, prácticamente en ruinas aunque se están esforzando por restaurarlo. Y por supuesto que la Iglesia tiene cientos de catedrales más grandes y magníficas que esa. Pero no vamos a quitarles su ilusión.






Al abandonar el islote todavía teníamos un obstáculo previsto en nuestra ruta, que era el puente de la ciudad de Frontignan. Aunque es un puente de carretera y se podría haber hecho con la altura que hubieran querido, resulta que está 80 cm por encima del agua, lo que impide cualquier tráfico marítimo por debajo. Por allí no pasa ni una piragua. 


Y lo más sangrante es que a pocos metros está el del ferrocarril, que típicamente puede salvar desniveles
menores que los de los coches, y ese sí que tiene vano para pasar
los barcos (4,5 metros) y no interrumpe nada. Y aunque
la carretera tiene poquísimo tráfico  sólo abren el puente tres veces al día, y todo el tráfico del canal se interrumpe allí. Es una complicación absolutamente innecesaria para la navegación. Imaginamos que el pueblo sale ganando, porque todos los barcos amarran en el muelle anterior al puente, y sin nada mejor que hacer, se van a conocer el pueblo, lo que les dejará algún rédito, supongo.

El sistema de abrir el puente es curioso, porque se levanta en su totalidad como un ascensor, no dividido en dos mitades que basculan hacia arriba como es lo habitual. 

En una hora más llegamos
al Étang de Thau.  Nos hemos quedado en uno de los primeros puertecitos a estribor, Atelier Bilbo,  que ni siquiera viene en la guía Imray. Su logotipo es una especie de duende que me suena de la mitología vasca. Si alguien lo sabe que lo comparta. 


Mañana me enteraré si tiene algo que ver con Euskadi. Es un astillero de mantenimiento de barcos que tiene algunos pantalanes, y cuando un usuario se va a navegar alquilan su plaza por días. Por supuesto el ambiente es de trabajo, sucio, con olor a patente y a gasoil, pero auténtico y más barato que Sète (15 € en vez de 32). Además Sète ya lo hemos conocido y ahora queremos conocer mejor el Etang. Aquí el ambiente cerca de los pantalanes: 


Y aquí nuestro acceso a las duchas (bueno, a la ducha, que sólo hay una):


Pero tiene todo lo que Ana y yo necesitamos y dormiremos tranquilos, para mañana recorrer el tercer Etang del viaje.

 Con cuidado, navegantes.

2 comentarios:

  1. Bilbo Bolson : el protagonista de "el hobit" de J.R. Tolkien

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    Respuestas
    1. ¡¡Qué bochorno!. ¿Se ha notado mucho que no me gusta la literatura de ficción?

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