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domingo, 9 de julio de 2023

Una paliza tras otra.

 Hola navegantes.

La deserción de Bartomeu nos está trayendo a Luis y a mi la desagradable obligación de hacer etapas larguísimas como la de ayer, 66 millas, para poder cumplir las etapas y llegar a la cita con los siguientes tripulantes. 

Yo suelo planificar etapas de 20 o 30 millas diarias, que vienen a ser 6 u 8 horas de navegación a vela, o sea, como una jornada laboral. Eso nos permite navegar por la mañana, llegar a destino a primera hora de la tarde y tener algunas horas para visitar los sitios y para la intendencia. Pero estas etapas maratonianas forzadas por su deserción nos obligan a estar en el mar haga como haga, y al llegar a destino encontrarnos todo cerrado, lo que nos dificulta la vida práctica y nos impide disfrutar de un poco de turismo. Y no veáis cómo jode tragar millas sin conocer nada. Y además nos obligan a tirar mucho del motor, para poder hacer rumbos directos.

Hoy salimos de Cherburgo lloviendo, y así estuvo toda la mañana. Dejamos por babor el Castillo del Centro, en los gigantescos espigones que protegen el puerto:

Las tres primeras horas estuvimos navegando entre los escollos, siguiendo una ruta paralela a la costa sólo apta para embarcaciones pequeñas. Vuelvo a comprobar que el Navionics no aplica un margen de seguridad al calado que has dado de tu barco. El otro día amplié el del Corto Maltés a 2 metros, y hoy me ha trazado la ruta por bajíos de rocas como éste, rozando la sonda de los 2 metros:


Al final de la zona de escollos está el faro de Gateville, en la Punta Barfleur, alto y delgado como un lapicero, a partir del cual pudimos navegar por aguas libres.


Fijaos cómo vamos aquí de abrigados en el mes de julio:
 

Aunque a media mañana pudimos quitarnos los pescanovas, el cielo siguió cubierto todo el día, con unas cortinas como éstas:



Nuestra intención era llegar a Le Havre, en la desembocadura del Sena (unas 80 millas náuticas) pero finalmente no pudimos. Se hizo evidente que llegaríamos de noche y cambiamos el destino por Ouistreham. Navegamos por la zona del desembarco de Normandía, y la cartografía nos indicaba que el fondo está plagado de pecios de barcos, seguramente el resultado de aquella contienda. Algunos tienen una zona de seguridad donde está prohibido navegar, porque su contenido aún se considera peligroso. Y volvimos a pasar por un campo de tiro.

A pesar del "acortamiento" de la etapa llegamos con todo cerrado, y como hoy es domingo, no sé si encontraremos donde comprar la comida de hoy. Ouistreham es un puerto con esclusa situado en la desembocadura del Río Orne. Catorce kilómetros más río arriba hay otro puerto, en la ciudad de Caen. Al río se entra por una largo canal de 3 millas que comienza en el mar. Al final del mismo se reconoce el faro de Ouistreham:


Para ambos puertos hay que pasar una esclusa, cuya última apertura ayer era a las 18.45 y no llegábamos. Por suerte nos enteramos de que hay un antepuerto con plazas para visitantes, antes de la esclusa, y es donde nos quedamos.

Está recién inaugurado y dragado y, como veis, está casi vacío. Antes de enterarnos de su existencia nos amarramos en un pantalán cutre y ruinoso, partido por la mitad, sin agua ni electricidad ni nada, donde para llegar a la pasarela había que dar un salto sobre el agua.  Creímos tener que pasar la noche allí. Llegamos junto con otro barco holandés con el que habíamos navegado las últimas millas, y cuál no sería nuestra sorpresa al ver salir de él, para amarrar, a una señora como de 70 años que navegaba sola. Hizo la maniobra ella sola y todavía se ofreció para ayudarnos a nosotros con nuestras amarras. Viaja con un perro, y nos pidió disculpas porque tenía una prioridad: llevar a cagar al perro. Servidumbres de los amigos peludos. Esperábamos haber coincidido con ella para charlar un rato, pero tardó en volver y luego no vino a los pantalanes nuevos.

Como incidentes, ayer se me rompió la tapa de la tecla SOS de la baliza. Sí, el mismo fallo que tuvo la anterior y que me obligó a comprar otra, porque de esa pieza tan sencilla no venden repuestos. Alucinante la obsolescencia programada. Es un fallo peligroso, porque sin esa tapa puedes dar a la tecla SOS sin querer, y eso desencadena un rescate que luego, al no estar justificado, te lo cobran. De momento lo he tapado con un velcro.

Con cuidado, navegantes.

1 comentario:

  1. Aunque más largas que las habituales, las jornadas están siendo más largas que las habituales, con lo cual, aparte de lo que explicas, el cansancio se acumula, pero al menos, la meteorología, por lo que cuentas,
    se va "comportando" ya que la lluvia por alli es casi habitual....

    Buenos vientos...

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