Así es, esos barcos de alta tecnología que cuestan varios millones de euros también se rompen. Le ha pasado al AC75 del equipo suizo Alinghi Red Bull cuando navegaba en Barcelona con un viento de apenas fuerza 5, igual o más flojo que los que hemos cogido nosotros para venir desde Santander a la Ría de Muros en un barco de serie modestísimo, y con 35 años de solera. Se le partió el mástil en pleno vuelo y se vino abajo como un castillo de naipes. Aunque no hubo heridos, eso se atribuye a la suerte o a que tienen un enchufe para el cielo, porque un accidente así se puede cobrar alguna vida.
Si no fuera por el riesgo para los tripulantes, te daría la risa al ver esas sumas pecaminosas echadas a perder en un entrenamiento, y el ridículo del astillero. El vídeo del accidente aquí:
Silvio Arrivabene, codirector del equipo, ha salido con cara de palo a explicar lo sucedido, y en vez de decir "tierra trágame" ha explicado cómo van a recuperar el barco, que naturalmente va a ser tirando de talonario. Parece una inocentada porque el nombre del codirector italiano, traducido al castellano, significa "Silvio Llega Bien".
Cualquier parecido de esos bólidos con el deporte de la vela es pura coincidencia. En mi opinión solo sirven para inflar el ego de alguno al que le sobra el dinero.
Y volviendo a nuestra navegación, Ana y yo hemos pasado dos días en Santiago, estamos volviendo a Portosin, y el próximo mes recorreremos tranquilamente las Rías Bajas.
Con cuidado, navegantes.
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