Visitas al blog:

viernes, 21 de junio de 2024

Un muelle fenicio.

Hola navegantes. 

Anoche volvimos a dormir en un silencio intacto, ese en el que oyes un ligerísimo ruido blanco que procede de tu interior, posiblemente el movimiento de los cilios de tu propio caracol. Y en el que los enfermos de corazón oyen su propio soplo o la apertura y el cierre de la válvula artificial que les han colocado. Una extraña sensación. Ni el graznido de las gaviotas, ni las olitas contra el casco, ni los ruidos de la ciudad, sólo eso.

Luego ha amanecido un día veraniego y hemos decidido quedarnos en Ribeira para conocer los alrededores. Hemos hecho una excursión en bici por la senda costera hasta el puerto de Aguiño  y luego hasta la Punta de Couso.

La senda costera está construida con  barandillas y con maderas y te permite ir descubriendo todas las playas y otros sitios preciosos de la entrada de la ría de Arosa.




El puerto de Aguiño es sólo pesquero, es el primero a babor al entrar en la ría, y está exageradamente rodeado de escollos y arrecifes. La guía Imray advierte de que no se debe entrar a no ser que las condiciones sean perfectas, ni de noche. Lo más espectacular son las Islas Centolleiras, que están alineadas hacia el Sur y las han unido con puentes y escolleras para que sean transitables. Se llama O Carreiro de Aguiño y es la separación entre las aguas de la Ría y las del Atlántico.


Pero todo alrededor, en bajamar, parece un tablero de damas de rocas. Una de ellas, por cierto, es también una Piedra de Abalar como la que os conté en Muxía. De los millones de piedras que hay en el mar alguna queda en un equilibrio inestable, porque su centro de gravedad coincide con una forma convexa de su base, y se la puede hacer oscilar con poco esfuerzo, aunque pese toneladas.


Aguiño es la tierra del percebe, y tiene un monumento a este molusco, y otro a la aguja de las rederas:



Teníamos curiosidad por ver un puerto fenicio que se construyó en el siglo VII antes de la Era Común (como se llama ahora a antes de Cristo, para no clasificar la Historia, con mayúsculas, por un solo personaje). El del bar donde tomamos un café nos dijo que nos iba a resultar difícil encontrarlo, pero qué va, hasta la calle que conduce a él lleva su nombre: 


Y siguiéndola se vuelve a la senda costera donde es imposible no encontrarlo:



Parece mentira que lleve 28 siglos aguantando, cuando el que construyeron los norteamericanos en Gaza se lo llevó el primer temporal a las pocas semanas de construirlo. 


Mañana seguiremos mariposeando por la Ría y acercándonos a la Isla de Cortegada, que tenemos autorización para visitar el domingo. 

Con cuidado, navegantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios son bienvenidos. Lo más cómodo es poner tu nombre al final del texto y luego elegir como identidad "anónimo".