Hola navegantes.
Ayer y hoy hemos descendido Las Landas y hemos vuelto a España, recalando en Hondarribia. Han sido 144 millas, hechas casi la totalidad a vela con un viento muy favorable del Oeste al Noroeste que nos permitió hacer casi todo el recorrido con el espí. Por cierto, la ñapa para izarlo con el amantillo de la mayor está funcionando bien, y lo único es que tardamos más en establecerlo (unos 40 minutos). Pero eso en la navegación de crucero da igual, cuando tienes por delante varias horas de navegación en la que esa vela te"regala" un nudo de velocidad.
Al pasar frente a Arcachon contacté con el Faro de Cap Ferret y me confirmaron que hoy no había ejercicios de tiro. Ha sido raro poder descender por esta costa con aguas libres, sin tener que esquivar las coordenadas de los militares.
Cuando empezamos las guardias de la noche dejamos sólo el génova y establecimos las rastras por la popa para estabilizar el rumbo. Hacía un viento de fuerza 4-5 por la aleta, con olas de metro y medio, y esta disposición de velas en proa y freno en la popa, con la orza subida, le da mucha estabilidad al rumbo y le quita trabajo al piloto automático. A eso de las 3 de la madrugada el viento cayó, y acabamos la noche con la mayor y el génova y el viento por el través.
Durante la noche tuvimos dos incidentes pero sin importancia. Por un lado se rompió la línea de vida de arrastre, esa que siempre llevo por si alguien se cae al agua. Supongo que se trabó en la hélice al retirar las rastras.
Y por otro lado se rompió la polea de acero inoxidable de la trapa. Parece mentira las tensiones que aguanta el aparejo de una vela. Son dos cosas a resolver hoy.
Mañana haremos una etapa corta hasta Guetaria para descansar de la paliza de estos dos días, y porque además tengo una cita allí con Ana y con la familia de mi hijo Pablo, para pasar un día juntos, que hace meses que no nos vemos. Me hace rarísimo estar de nuevo en España, hablar con las marinas en español y volver a ver nuestras costumbres.
Y esto se acaba. En pocos días llegaremos a Santander, de donde salimos hace ya 3 meses. Es bonito volver cargado de tantas experiencias nuevas. Incluso las negativas, esas que te hacen crecerlo todo en un instante y que ponen a prueba tu intelecto (como la deserción de Bartomeu por un simple mareo, al que sin duda se sumó un ataque de pánico al ver lo que se avecinaba, el Raz Blanchard y el canal de la Mancha) te aportan algo. Te hacen reflexionar sobre las flaquezas del género humano, y en este caso, además, me sirvió para ganar un amigo, Luis Palma, que vale mucho más que el que pierdo.
Con cuidado, navegantes.
Enhorabuena Álvaro. Bienvenido a España!
ResponderEliminarEduardo
Queda poco para el vellocino. Velas y vientos para mar español, argonautas.
ResponderEliminarNacho S. Ayestarán