Hola navegantes.
Las cinco días que nos ha retenido en puerto la borrasca Patricia han sido lo segundo peor de este viaje, después de la deserción de un tripulante que se mareó y me dejó tirado solo con el barco a más de mil kilómetros de casa. Por eso anteayer, en cuanto se anunció una ventana meteorológica favorable, salimos de Boulogne como si la ciudad estuviera apestada.
La cosa no empezó bien. Por supuesto amaneció lloviendo, pero lo peor es que no arrancaba el motor. Cuando conseguimos arrancarlo limpiando el chiclé y cambiando la bujía, se caló en mitad de la maniobra de desatracar. O sea que salimos un poco temerosos de qué sería de nosotros si nos fallaba en la larga travesía que planeábamos.
Porque queríamos recuperar el tiempo perdido para poder llegar a nuestra cita con las chicas el día 8 en San Malo. Nos habíamos propuesto llegar a Cherburgo, 150 millas, dos tercios del Canal de la Mancha, en un día y una noche porque hoy viene otro temporal que tampoco nos dejará navegar. Y lo conseguimos:
Y además a vela, aunque os parezca mentira por el trak tan perfecto. Salió un viento del Oeste de fuerza 4-5 que nos permitió ir todo el día con la mayor y el génova en una ceñida no muy forzada y a rumbo directo, porque nuestro rumbo era Suroeste. Y por la noche, cuando el rumbo empezaba a ser Oeste, el viento roló al Noroeste y pudimos seguir en la misma ceñida, aunque ahora, por precaución, con un rizo en la mayor.
Y digo por precaución porque en la navegación nocturna es conveniente ir un poco escaso de trapo, y no verte obligado a la maniobra de tomar rizos, y a que con las olas se te vaya el suelo de debajo de los pies, a oscuras. En resumen, fue un solo bordo de 150 millas amurados a estribor. Establecimos las velas en Boulogne y nos las cambiamos, salvo para tomar ese rizo, hasta 150 millas después.
Pero aunque lo conseguimos yo no estoy contento con este récord. No me gusta esta forma de navegar con prisa, cuando ningún puerto tiene ya aliciente alguno, aparte del de verle directamente por la popa. Agravado con que lo malo en el Canal de la Mancha es que en una navegación larga obligatoriamente tienes que sufrir alguna marea en contra. Aquí lo ideal son navegaciones de 6 horas y hacerlas con la marea a favor, con lo que puedes alcanzar fácilmente velocidades de 8 nudos. Pero cuando la tienes en contra, como nos pasó dos veces en esta etapa, puedes quedarte en 1 nudo, o incluso cero nudos o navegar hacia atrás. Y esos ratos son desesperantes.
Al inicio de la noche pasamos junto a un parque eólico en el mar, el que a la ida vimos desde Fécamp. Yo nunca había navegado entre eólicos, y es impresionante ver esas estructuras artificiales salir del mar, suponiendo un nuevo peligro a los muchos que ya nos encontramos:
Cuando acabamos de pasarlo se nos acercó la patrullera de vigilancia del parque, se puso a unos 10 metros por el costado de estribor, y uno de los guardias salió a cubierta haciendo aspavientos con las manos. Luego me dijo por la radio que me había metido en la zona restringida del parque, donde la navegación está prohibida. Le pedí disculpas y no pasó de la regañina. Debían estar aburridos, porque al repasar el trak del Corto Maltés sin prisa vi que, en efecto, yo había pasado sus boyas amarillas por fuera, como es reglamentario. Pero que la zona restringida sobresale un triangulito por fuera de una de ellas (o sea, está mal colocada) y ese triangulito es en el que nos habíamos metido.
Sería como acusarte de invadir una propiedad privada por pisar una esquina del felpudo. Increíble.
Más adelante volvimos a pasar el meridiano cero y pasamos de longitud Este a Oeste. Cruzamos el carril de entrada de los mercantes al puerto de Le Havre. Allí el susto fue por otro fallo del balizamiento. Era ya noche cerrada y me apareció en la proa una columna oscura. Era nada menos que una de las marcas cardinales del canal, que no le funcionaba la luz de destellos. Casi me la trago. Otro ejemplo de por qué es imprescindible la vigilancia en el mar y siempre tiene que haber un tripulante vigilando visualmente la proa. En ese momento era mi guardia, Mario estaba durmiendo, y si hubiera entrado a hacerme un café o al baño el Corto Maltés habría quedado allí para el descanso eterno.
El día siguiente llegamos la Punta Barfleur, el cabo anterior a Cherburgo, con la marea en contra (la calculamos de más de 4 nudos). Y nos fue imposible navegar contra ella. Pero a estas alturas del viaje ya habíamos adquirido el estado mental de los vikingos, así que, con lo cansados que estábamos, todavía nos tomamos con naturalidad quedarnos 3 o 4 horas esperando que la marea se invirtiera. Es este trozo del trak donde parece que hemos bebido:
Y cuando la corriente de marea se invirtió nos encontramos el famoso efecto de viento contra corriente (la marea hacia el Oeste a unos 4 nudos, y el viento soplando desde el Oeste con fuera 4-5), lo que provocaba unas olas altas y picudas, y algunas rompientes, provocando un mar forestal casi tan asustante como el del Raz Blanchard. De hecho, en la cartografía a esta costa la llaman el Raz Barfleur, para manifestar su peligrosidad. La palabra francesa "Raz" creo que no tiene traducción al castellano, y significa un estrecho donde la corriente de marea se acelera, y crea un mar tumultuoso al oponerse a la dirección del viento.
Completamente agotados tras navegar 165 millas seguidas, entramos en Cherburgo a media tarde. En las oficinas de la marina tenían un aperitivo de recepción a los nuevos navegantes (lo ofrecen todos los viernes) y esta vez dimos buena cuenta de él. Lo digo porque en la vuelta a Francia también llegamos a Cherburgo un viernes, pero entonces el aperitivo era sólo de caracoles, y yo ni me acerqué.
Hoy está anunciado otro temporal del Oeste y tampoco podremos navegar. Se anuncia corto, o sea que esperamos poder seguir mañana.
Con cuidado, navegantes.
Vaya etapa accidentada!, y a lo accidentada sumemosle tantas horas en una zona con fuertes corrientes de marea, pero habéis brillado salvandola, tras 5 días prisioneros de Patricia...
ResponderEliminarEspero que, tras el paso del próximo temporal, podáis continuar con una mínima dosis de normalidad...
Buenos vientos!
Rodolfo.
Desde luego Patricia es de armas tomar, me alegro de que al final saliese todo bien. Un saludo.
ResponderEliminar