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miércoles, 16 de agosto de 2023

Ganas de volver al mar ... y a casa (+25= 1.642 millas).

 Hola navegantes.

Ayer dividimos la etapa en dos. La primera hasta Redon, recorriendo los dos mismos ríos que al ir a La Gacilly. Antes de comer estábamos en Redon, pero ayer era festivo en Francia y estaba todo cerrado, hasta los restaurantes. En el único que vimos abierto tardaron casi tres cuartos de hora en servirnos y estábamos de los nervios. Porque en el pantalán de espera de Redon había pedido permiso para estar una hora u hora y media (lo justo para comprar gasolina y comer) y al final fueron más de tres.

Por la tarde vinimos a Folleux, donde hoy a primera hora vamos a arbolar. Nos quedamos en el mismo muelle bajo la grúa, cogimos la electricidad de su cabina, y dedicamos media tarde a prepararlo todo y limpiar la suciedad acumulada en los canales, especialmente en las amarras, las defensas, y la tabla que ponemos sobre ellas. Los que crean que la vela es ir de fondeo en fondeo con una piña colada que piensen en la operación Mistol al salir de las esclusas:



Y todavía queda la operación Mistol con el barco entero, pero eso se queda para un muelle que tenga manguera.

Hoy, después de arbolar, recogeremos a Mario, que se incorpora de nuevo a la tripulación, y mañana me despido de Ana, que se vuelve a Santander en autobús. Es la última despedida antes de reencontrarnos en Santander, y siempre tiene algo de especial. Voy notando el cansancio de tres meses seguidos en el barco, y estaré deseando llegar a casa.

 Pero esto no ha terminado. Aún nos quedan dos semanas de navegación por el Golfo de Vizcaya, que este año tiene una preocupación añadida, las orcas. En efecto, esas que muerden los timones y que ya hay hundido 4 o 5 barcos y averiado a decenas de ellos, se han desplazado de sus zonas habituales. Todos los años estaban entre el Estrecho de Gibraltar, Portugal y Galicia, y este verano ya han atacado a dos veleros frente a Ondarroa y a Zumaia, por donde evidentemente tenemos que pasar nosotros para llegar a Santander. No hay forma de relajarse.

Ahora está amaneciendo y el cielo que veo por el tambucho encima de mi cama es del color de las alas de una mosca, y estoy cruzando los dedos para no tener que arbolar bajo la lluvia. Ya os contaré.

Con cuidado, navegantes.

1 comentario:

  1. Aunque aún os quedan millas, y días!, esto, tras arbolar, huele a fin de crucero...
    El cansancio es señal de que cuando llegues a Santander, tendrás la sensación de haber aprovechado el tiempo, a diferencia de otras veces que nos sabe a poco...

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