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lunes, 14 de agosto de 2023

Mucho bueno (+29 = 1.585 millas).

 Hola navegantes.

Ayer salimos de Rennes para enlazar enseguida con el Río Vilaine, que nos llevará al Golfo de Vizcaya. Y fue un día muy bueno por muchas razones, a pesar de su dureza (29 millas y 13 esclusas en 9 horas y media).

En primer lugar, porque algunos escluseros se acordaban de nosotros, de nuestro paso en la otra dirección hace un mes y medio cuando subíamos hacia Londres. Ya os he dicho que por aquí pasan muy pocos barcos, y además españoles y con destino Londres supongo que cero. Nos preguntan por nuestro viaje y suelen quedarse con una sonrisa bobalicona, mirándonos con admiración. Y siempre termino diciéndoles que es mucho mejor Francia que Inglaterra. Yo me lo creo, y más aún para navegar, pero si alguien piensa que no es una verdad, se le parece mucho.

En segundo lugar porque en Pont-Rean, a mitad de camino, nos estaban esperando nuestros nuevos amigos Bruno y Christine. Os hablé de ellos cuando estuvimos en Plouer Sur Rance en el viaje de ida. Tienen un Tonic 23 como el Corto Maltés y estuvimos intercambiando ideas y experiencias con nuestros barcos. Nos han invitado a comer y nos han hecho unas fotos y un vídeo con el barquito por los canales:



El encuentro nos ha servido de descanso físico y psicológico en una jornada agotadora, y pocas veces tenemos ocasión de ver fotos o vídeos del Corto Maltés desde fuera.

Y finalmente, porque hemos acabado con las esclusas. O casi. Desde luego con las de los canales de Bretaña sí, que han sido 61 a la ida y otras 61 a la vuelta. Nos queda, por supuesto, la de la salida del río Vilaine al mar, y a lo mejor otra en Redon para ir a La Gacilly, pero eso os lo contaré mañana. Y encima nos hemos librado de las algas.

Hoy voy a enseñaros algunas cosas prácticas de los canales. 

Las compuertas son casi todas de madera, llenas de remiendos y de la flora que les ha ido creciendo. 


Las renuevan cada 10 años, y las más modernas son de hierro:


En el interior de las esclusas hay un olor especial e indefinible, que es una pena no poder transmitir por las pantallas. Es una mezcla de humedad, lodo y piedra húmeda, inconfundible cuando lo has olido una vez.

En las esclusas de los ríos siempre hay, unos metros antes, una bifurcación en el cauce. Por una de las ramas se va a la esclusa y por la otra al salto de agua. Si te confundes te caes con el barco por la cascada.


Esta bifurcación no la hay en las esclusas de los canales, porque en ellos no hay un río que deba circular y desaguar cuando la compuerta está cerrada. Aquí podéis ver el salto de agua de una de las esclusas del Vilaine. En muchas de ellas hay un antiguo molino:

Algunos de estos molinos los han vendido a particulares, como algunas casas de los escluseros. Es como los faros, que al dejar de estar habitados los venden. El problema es que les venden también el puente levadizo o rulante para pasar a la casa, que pasa a ser mantenido por un particular y no puedes tocarlo ni con el bichero, porque se quejan si se lo despintas. Eso te complica la maniobra dentro de la esclusa:



En muchos lugares hay placas recordatorio de las crecidas históricas del río:


Y aquí podéis ver los objetos curiosos que llevamos en la bañera en la navegación fluvial: los cojines para amortiguar el ruido del fueraborda, y el cubo siempre a mano para baldear la cubierta con el mismo agua del río:

Ayer estábamos tan cansados que cuando pasamos la última esclusa nos quedamos en el mismo pantalán de espera, sin ir a buscar un núcleo habitado. El esclusero, Denis, y su mujer, Marie, hicieron todo lo posible por que pasáramos cómoda la noche. Gracias, chicos. Al no haber electricidad para el calefactor calentamos el barco con velas, que son suficientes al ser un espacio pequeño. Las pongo en el suelo porque el calor va para arriba, y si las pones en la mesa calientan el aire cerca del techo, no donde estás durmiendo o desayunando. Por supuesto no las dejamos al dormir. Hoy nos han subido de 16 a 17 ºC en media hora, mientras desayunábamos.


Hoy vamos a navegar a Redón, y nos quedaremos allí o en algún sitio de su entorno, y mañana tenemos que llegar a Folleux, donde volveremos a levantar el mástil para continuar a Santander por el mar.

Con cuidado, navegantes.

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