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lunes, 2 de agosto de 2021

Una paliza.

 Hola navegantes.

Esta noche ha sucedido algo sorprendente: ¡ha llovido!. Eso sí, una lluvia ridícula que se paró en cuanto volví a la cama después de recoger la ropa tendida. Por lo demás estábamos tan cansados que no nos ha despertado ni el tren que pasa a menos de 50 metros de la marina.

Teníamos pensado salir a media mañana para navegar por la noche hasta Rocella Ionica, una etapa de 62 millas, pero a las 6 había un viento tan extraordinario que cambiamos los planes. Era un viento del N de fuerza 5-6, perfecto para descender el estrecho de Mesina a propulsión. Y decidimos salir enseguida para aprovecharlo, no fuera que apareciera como ayer el Siroco y nos tocase bajar dando bordos justo en la etapa más larga del viaje. Más tarde otro navegante nos ha dicho que se midieron rachas de 33 nudos, que es fuerza 7.

Mientras nos preparábamos a toda prisa nos llamó un italiano desde la calle. Nos llamó "españoles" (habría visto nuestra bandera), dijo que él era amigo de todos los españoles y, después de preguntar cuántos estábamos a bordo, nos regaló dos cruasanes con su tarjeta de visita dentro. Es Saverio, un personaje del que hablan en la guía Imray, taxista y con un supermercado, que se esfuerza por facilitar la estancia a los navegantes de tránsito. Nos dio pena no poder aprovechar su hospitalidad, porque nos ofreció llevarnos gratis en su taxi hasta el supermercado, pero teníamos prisa por salir. Él mismo se hace una buena propaganda, porque tenía plastificada una fotocopia de la guía Imray donde hablan de él, subrayada con rotulador fosforito, y nos la enseñó en cuanto empezamos a hablar.

Nada más salir de puerto sacamos el Génova, y sólo con esa vela hacíamos más de 6 nudos, con algún pico de más de 7. A las dificultades habituales del estrecho se añadió que había dos hidroaviones cargando agua para los incendios, y teníamos que estar pendientes de sus amerizajes.

Pero al salir del estrecho de Mesina y tirar hacia el Este se acabó el viento y tuvimos que seguir a motor el largo tramo hasta el Cabo Spartivento. Es una costa baja y arenosa, que tiene como curiosidad el puerto condenado de Saline Jonice. Es como una advertencia para los otros puertos que hemos visitado que se van colmatando de arena poco a poco, y lo que puede pasarles si se abandonan. En la Guía Imray de 2015 ya advertían que su entrada era muy peligrosa por la acumulación de arena, y 6 años después en vez de puerto es como un pantano. Entre los espigones de entrada hay auténticas dunas de arena y, por supuesto, no se puede acceder. Supongo que han renunciado a recuperarlo. Lo que veis a la derecha era el espigón de estribor, y los norays están ahora a un metro de la arena, donde antes amarraban los pesqueros.

Aquí la foto del satélite:


Algunos otros puertos del Mar Jónico que visitaremos estos días tienen el mismo problema de colmatación y pueden terminar igual.

Y el resto del día fue con un viento escasísimo que nos hizo apoyarnos con el motor 8 de las 12 horas de la travesía de hoy. Una auténtica paliza, aunque como dicen los del surf, es mejor un mal día de mar que un buen día de trabajo. Y además es el primer día desde que salimos de Francia que vemos delfines. Una familia se nos acercó y se puso a jugar en nuestra proa.

Con cuidado, navegantes.

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