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lunes, 23 de agosto de 2021

Llegamos a Pescara.

 Hola navegantes.

Hoy salimos de Marina del Sole para una etapa anodina hasta Pescara. Para llegar a la cita con Ana en Rimini solo necesitamos hacer 20-23 millas cada día, y nos lo podemos tomar con calma.

Y en efecto fue anodina. Otra vez salió viento del Norte, de cara, pero de poca intensidad, y tuvimos que apoyarnos con el fueraborda para no eternizarnos. Por el camino hemos visto alguna de las plataformas petrolíferas que proliferan en el Adriático. Son un lío más para la navegación, porque tienen una amplia zona de exclusión a su alrededor que hay que respetar a rajatabla. Las de ayer, por ejemplo, a punto de llegar a Marina del Sole, había que dejarlas por babor abriéndonos casi 3 millas de la costa, o por estribor en una franja estrechísima de 100 entre la zona de exclusión y las rocas de un arrecife artificial. Optamos por lo segundo.

Lo otro que distrajo nuestra atención fue ver una tortuga gigante, sorprendentemente cerca del puerto, como a una milla. Es la tercera que veo en este viaje.

Hemos llegado a Pescara a las 14 horas. Como regalo de bienvenida nos han dado un botecito de aceite de oliva de producción local que se aplica con espray:


Dentro de mi absoluta incultura culinaria, pensé que el espray era para untarte el aceite en la piel con algún fin medicinal, pero no, debe ser una forma fina de aplicar el aceite a las ensaladas.

Con toda la tarde por delante hemos dedicado tiempo a la intendencia (la colada y el súper) y a conocer Pescara



En el propio Río Pescara hay un puerto fluvial en que los barcos se amarran de una forma curiosa. La proa la aproximan al muelle, y la popa, en vez de amarrarla a un muerto sumergido, la amarran a una cadena sostenida en el aire por columnas inclinadas. El sistema es tan complejo y caro en comparación con echar un bloque de hormigón al fondo, que tiene que haber una buena razón para hacerlo así. Si me entero os lo contaré:



Y en relación con la planta que nos ofrecieron en Rodi Gargánico, y que servía para las picaduras de medusas, en efecto era una premonición. Ya tenemos por aquí a las indeseadas a la deriva.

Con cuidado, navegantes.


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