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domingo, 8 de agosto de 2021

Por fin hacia el Norte.

 Hola navegantes.

Hoy salimos de Gallipoli con el temor de encontrarnos un viento del Sur justo de cara, de fuerza 5, que habría sido una lucha constante para avanzar. Pero hoy el pronóstico se equivocó a mejor, y solo fue de fuerza 3-4. Quiere decir que la primera mitad de la travesía, hacia el Sur, tuvimos que ceñir, pero la segunda mitad, hacia el Este, fue una galopada perfecta con el viento por el través, con el piloto automático, y Miguel y yo hablando de lo divino y de lo humano, y encima sin demasiado calor.

Por la mañana llamé a la marina de Santa María di Leuca para pedir atraque y me alegró mucho comprobar que vamos volviendo a las viejas costumbres. Me dijo que no tenía atraques libres, pero antes de que colgara le dije: "espera, tengo que decirte que el barco es de menos de 7 metros". "¡Ah!, entonces sí". Y aquí estamos, en el puerto de Santa María di Leuca, en la misma punta del tacón de Italia, donde termina el mar Jónico y empieza el Adriático.

La marina se aprovecha de su posición privilegiada para saltar a Grecia, y suele estar llena. Su característica principal es la escalera de Mussolini. Está justo detrás del puerto y se la ve perfectamente en la aproximación:


La mandó construir Mussolini, aquél dictador de no mucha monta, como un símbolo de la entrada imperial a Italia por el Sur, está rodeada de columnas y símbolos imperiales, y da acceso al faro desde el puerto. Tiene 272 escalones que me subí con la bici al hombro, para luego ganar tiempo bajando por la carretera.


Arriba está el faro que separa los dos mares:


De día la torre es blanca, pero de noche la iluminan con los colores de la bandera italiana en vertical.

Y se tiene una vista preciosa de todo el puerto, el pueblito, y encima me coincidió con la puesta de sol:



Delante de mí se extendía el Mar Adriático, que empezaremos a recorrer mañana, y lo miraba extasiado pensando las sorpresas y anécdotas que nos traerá su recorrido.

La proximidad de Grecia se ha concretado en que ya escuchamos por la radio VHF las conversaciones de los griegos. Estamos a escasas 50 millas de sus primeras islas. Igual que me pasó en Elba con la tentación de saltar a Córcega, aquí te asalta la tentación de dar un golpe de timón hacia estribor y acercarte a Grecia. Pero así no acabaríamos nunca. Porque a partir de mañana empezamos lo que podría considerarse la mitad del viaje: la vuelta a casa. En términos numéricos ya hemos hecho el 70 % de lo proyectado, 1.532 millas de las 2.175 previstas. Pero psicológicamente empezamos a tirar hacia el Norte, después de haber hecho Este por la costa francesa y el golfo de Génova, y Sur por la costa Oeste de Italia. Empezar a hacer Norte significa acercarse a Venecia, donde me reencontraré con Ana, al río Po, y desde allí a casa. 

Hoy he sacado del pañol de proa la guía Imray del Adriático y he guardado la "italian waters pilot". El cambio de libro es otro hito del viaje, porque también te acerca a casa.

Con cuidado, navegantes.

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