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lunes, 10 de junio de 2024

Un cambio de puerto muy oportuno.

Hola navegantes. 

Hoy salimos de Laxe con un pronóstico de vientos duros del Nordeste, y se cumplió. Por suerte venían portantes y navegamos toda la etapa con el génova entero o parcialmente rizado, y con rastras por la popa, sin bajar de los 5-6 nudos y con algunas puntas de 8 nudos. Naturalmente a esa velocidad cualquier descuido puede hacer que el barco se atraviese y estás a todo menos a hacer capturas de pantalla para demostrar nada, os lo tendréis que creer bajo palabra. Por no poder, no pude ni volcar mis emociones en el papel y escribir en el cuaderno de bitácora, que hoy se ha quedado casi vacío. En la foto el Cabo Vilán.


Primero fuimos al puerto de Camariñas. La entrada de su ría tiene dirección Norte y allí el viento nos entraba de cara y se crecía al encajonarse entre sus orillas. Era un viento de los que vuelven a meterte las palabras en la boca, exactamente de fuerza 6-7 con rachas de 8, comprobado con el anemómetro de bolsillo y a la altura de la cubierta. Tened en cuenta que el viento meteorológico es el existente a 10 metros sobre el mar, y allí es todavía mayor. Así era imposible navegar a vela, y con el fueraborda a tope no pasábamos de 1-1,5 nudos (en aguas tranquilas nos lleva a 5 nudos).

La entrada a Camariñas fue la repanocha. Tardamos más de una hora en reconocer el sitio que nos habían adjudicado, colocar las defensas y las amarras y entrar en aquella ratonera. Porque su bocana está abierta al Nordeste, y aquel vientazo no sólo nos empujaba contra los demás barcos, es que hacía abatir el palo hacia sotavento con más fuerza de la que tenía el timón para corregir el rumbo, y el barco era casi incontrolable. Finalmente lo logramos. En el trak podéis ver las vueltas que dimos antes de decidirnos a entrar en la ratonera. 


Pronto nos dimos cuenta de que allí no íbamos a pegar ojo y que hasta el barco peligraba, y decidimos cambiarnos a la marina de Muxía, en la orilla de enfrente de la ría. Y eso sí que fue un acierto. No sólo está más protegida y tiene mejores instalaciones, sino que nos dieron atraque a sotavento de un velero enorme de color verde, que es como una pared de frontón que nos quita el viento, y estamos dentro del barco como en una piscina. Increíble al compararlo con lo que nos esperaba en Camariñas.



(El blanco es el nuestro).

Contentos con nuestra suerte, nos fuimos a recorrer los alrededores y los pasos nos llevaron al Santuario de la Virgen de la Barca.


En sus inmediaciones está la famosa Pedra de Abalar. Es una roca de varias toneladas que estaba en un precioso equilibrio que permitía a una sola persona hacerla balancear:

Clic aquí.

Una tormenta la desplazó unos centímetros hace años y ya no se la puede mover, a pesar de que han venido equipos de científicos a ver si conseguían volver a situarla en su equilibrio anterior. Se supone que es la piedra en la que llegó la Virgen por el mar para ayudar al apóstol Santiago. Hay muchas otras piedras con simbolismos religiosos y creencias populares que habrían vuelto ateo hasta al mismísimo San Pedro, pero ahí están. Os lo conté en una navegación anterior por estas aguas.


También hay un monumento a los voluntarios del Prestige, y unas vistas espectaculares de la entrada de la ría.


Mañana intentaremos pasar el Cabo Finisterre.

 Con cuidado, navegantes.

1 comentario:

  1. Siempre "para un roto hay un descosido", y está vez os vino de perlas cruzar la ría...
    Buen cruce del Cabo Finisterre...

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