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domingo, 30 de junio de 2024

Llegamos a Pontevedra por el Río Lérez.

Hola navegantes. 

Cuando estuvimos en las Rías Bajas en 2017 descubrimos que se podía llegar a la ciudad de Pontevedra remontando el Río Lérez, y este año nos propusimos repetirlo. 


Sus dificultades son el poco calado (zonas de 1,1 metros) y el paso bajo dos puentes que te dan palpitaciones aunque sepas que su vano es de 12 metros, y por lo tanto suficiente para el Corto Maltés, que tiene 10,7 metros sobre el agua.

Hoy pudimos remontarlo al final de la marea creciente. Todo el primer tramo, hasta el primer recodo, tienes por la popa la preciosa Isla Tambo. 


Al ir con la marea alta no nos preocupaba el calado pero sí la altura bajo los puentes, que lógicamente en marea alta es menor. Siempre que he pasado bajo un puente, aunque supiera su altura, me he quedado alucinado porque desde abajo siempre parece que no vas a caber. Y si no fijaos en el segundo de Pontevedra: 


Después de los nervios llegamos al Club Naval de Pontevedra, una modesta marina antes del tercer puente, ya infranqueable. Tiene un grave problema de colmatación que le ha hecho perder profundidad en los pantalanes más cercanos a la orilla, que no pueden utilizarse porque se secan en bajamar. Ya lo tenían en 2017 y siete años después siguen esperando una solución, que pasa por el dragado del río. A los transeúntes nos colocan, por suerte, en el pantalán más exterior: 


Por cierto, los que me conocéis a ver si acertáis lo que no propio de mí en esa foto.

Como la marina está en agua dulce, el deterioro de los barcos es diferente que en el mar, y en vez de crecerles algas bajo la flotación les crecen árboles sobre ella, con las raíces en el agua del río. Lo curioso es que el deterioro ha empezado a verse no sólo en los barcos, sino también en las plataformas flotantes para las motos de agua:


Dedicamos la tarde a recorrer Pontevedra, un catálogo de edificios civiles y religiosos con el que no os voy a aburrir. Entre las curiosidades, la Basílica de Santa María la Mayor, que debe haber recibido a un sacerdote moderno porque ha puesto código BIDI hasta para dar limosna, una mesita camilla para confesarse en vez de usar el confesionario, y una batería de rock and roll para las celebraciones: 




Cuando visito los edificios religiosos me hacen mucha gracia estos cambios, motivados por la modernidad y la necesidad de enganchar a las generaciones jóvenes. En otro viaje os conté que en las Islas Anglonormandas vimos una iglesia en que el cura había dedicado una capilla lateral a pub. Me gustaría haberlo visto en tiempos del Santo Oficio.

Por cierto, la fachada de esa basílica está necesitando no ya una limpieza sino más bien una poda. Le ha crecido tanta vegetación que parece un jardín vertical.

 
Me dijo una feligresa que están a punto de limpiarla. A ver si no es como el dragado del río. 

Mañana intentaremos salir de la Ría de Pontevedra y llegar a la última de este viaje, la de Vigo.

 Con cuidado, navegantes.

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sábado, 29 de junio de 2024

La Isla Tambo.

Hola navegantes. 

Sanxenxo ha sido por el día una ficción de normalidad, y por la noche una fotocopia de Vilagarcía. Una discoteca escandalosa desparramando su ruido hacia los barcos como si allí no estuviera durmiendo nadie, y eso hasta las 5 de la mañana. Un horror. Os lo diré desnudo de literatura: si en la ría de Arosa hay que huir de Vilagarcía, en la de Pontevedra hay que huir de Sanxenxo. 

Pero igual que en Vilagarcía lo compensó la visita a Cortegada, aquí lo ha compensado la visita a Tambo. Vinimos muy temprano desde Sanxenxo a Combarro con un viento del Nordeste flojito, que nos permitió hacer toda la travesía con una ceñida no muy forzada y sobre un mar sin olas.



Tambo es una isla con un largo pasado, pero fundamentalmente desde 1943 fue un dominio militar y estaba prohibido su acceso. Ahora los militares la han abandonado y mientras se decide su destino se puede visitar. Aunque ya no es militar en Google Maps sigue saliendo pixelada. 

Con las embarcaciones privadas se puede ir sólo a la playa de su costa Norte, para recorrer la isla es necesario acompañarse de un guía. 


La isla es un enorme bosque de eucaliptos, y nada más pisarla te parece escuchar todo con la RRR, el sonido en que se basa la disciplina militar. Barrrco, embarrrcadero, farrro, arrrboles, senderrro... ¡ARRR!. Para simplificar lo escribiré todo normal, pero lo sentía como os he dicho. Antes eran tierras de cultivo de los habitantes de Combarro. Por eso en Combarro los hórreos están al borde del mar, era más cómodo para separar y almacenar el grano que se traía en las barcas. Al parecer los militares plantaron eucaliptos como arboles de crecimiento rápido para ocultar sus instalaciones, y con los años se han adueñado de todo el territorio.

En su costa Oeste tiene un pequeño islote con el faro, que es de los antiguos, con la escalera por el exterior. Más adelante se hicieron con la escalera por dentro para seguridad de los fareros. Tiene un embarcadero pero está prohibido usarlo.



El embarcadero principal está junto a la playa, pero solo pueden usarlo las navieras con visitas organizadas.



Se recorren las sendas entre los eucaliptos y se visitan algunos sitios curiosos, como una cueva que tapa la marea y en la que cuelgan las raíces de los eucaliptos:




Una de las tres fuentes de agua potable que tuvo la isla (ya solo queda una y no es permanente, lo que en parte se debe al gran consumo de agua de los eucaliptos):



Rocas modeladas por la erosión: 


El lazareto, que fue uno de los más grandes de España, un edificio de más de 100 metros con enormes ventanales para que circulara el aire, y su capilla:




El polvorín de los militares, un almacén enterrado por si hubiera una explosión: 




Las barracas de los militares, con hasta un naranjo y un limonero, que entre tantos eucaliptos eran como un objetor entre fusiles: 





Y muchas cosas más.  Ojalá la Xunta encuentre una forma de conservar este tesoro, aunque parece que no se incluirá en el Parque Natural de las Islas Atlánticas porque su flora no es autóctona y hay un emisario de la fábrica de celulosa en sus proximidades. Una visita superinteresante y uno de los objetivos de nuestra navegación de este año.

Finalmente, hoy ha tocado una de esas cosas domésticas que también forman parte de la vela de crucero:


Y me despido con una preciosa imagen de Combarro, con sus hórreos al borde del mar, y que como veis está igual que en 1929.
Pero claro, entonces no había los autobuses de turistas que había hoy. En marea alta es más bonita, con el agua hasta los hórreos.



 Con cuidado, navegantes.

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viernes, 28 de junio de 2024

No fuimos.

Hola navegantes.

Como ya sabéis que los del Corto Maltés somos muy monárquicos (especialmente por la ley sálica y por el puesto de trabajo vitalicio sin haber demostrado nada) mirad a donde nos hemos venido: 


En efecto, no hubo novedades respecto a Sálvora y hemos decidido no ir. A ver si a la vuelta ya se ha ido la Gladis que se come los timones y podemos acercarnos. A cambio mañana iremos a la isla Tambo, en la ría de Pontevedra, que hasta hace poco era militar y lleva décadas sin poderse acceder. 

La navegación desde La Toja hasta Sanxenxo fue otra vez con viento del NE y solo con el génova a 5 nudos. A la entrada a la ría hay una baliza que se presta a confusión y explica las dificultades de los daltónicos en la navegación, que os conté en otra entrada:


Es la boya roja que delimita el Paso Fagilda, entra la isla de Ons y el continente. Se supone que es la baliza roja de babor, pero con la incidencia del sol era difícil interpretar su color hasta estar muy cerca, con el agravante de que la marca de tope se presta a confusión. La marca de tope de las rojas es un rectángulo y la de las verdes un cono con el vértice hacia arriba. En este caso no tenía la marca de tope reglamentaria (supongo que se ha roto) y la carcasa de la luz parecía el cono. O sea que de lejos parecía la verde. Un lío, y especialmente si no reconoces el color. 


En la marina hay carteles informativos sobre la nutria europea. Al parecer también se deja ver en esta ría. En un viaje anterior nosotros la vimos en la de Arosa, comiendo un pescadito en el finger tan tranquila.


A ver si volvemos a ver alguna. Por la tarde hemos ido a recorrer Sanxenxo y Portonovo en las bicis. Nada que reseñar aparte del ambiente playero y veraniego.

Mañana iremos a Combarro y a la Isla Tambo, y pasado mañana a Pontevedra remontando el río Lérez.

 Con cuidado, navegantes.

jueves, 27 de junio de 2024

¿Adiós a Sálvora?.

Hola navegantes. 

Hoy salimos de Vilanova con destino O Grove o La Toja, con intención de conocer la isla de La Toja desde uno de esos puertos. Salió otra vez un vientazo del NE de fuerza 5, que nos permitió hacer todo el trayecto sólo con el génova a 5-6 nudos. La verdad es que en este viaje no estamos usando mucho la mayor. Empiezo a sentir el miedo que sentía Colon al ver que semana tras semana iba hacia el Oeste con vientos portantes, y pensaba que no podría regresar con aquellas carabelas que no ceñían. Espero que cuando me toque volver a Santander los vientos cambien al Oeste. 

En O Grove, que no tiene marina deportiva, la guardamuelles nos había conseguido un pantalán para una noche, pero O Grove está abierto al NE, allí iba a entrar mucha ola, nos costaría dormir, y no íbamos a tener agua, luz ni baños. Mucha incomodidad pensando que el siguiente día, en Sálvora, tampoco los tendríamos. Así que optamos por La Toja.

La marina está construida entre la Isla de La Toja y La Toja Pequeña , un brazo de mar donde tira mucho la marea y no protegido por ninguna escollera. Por eso los pantalanes están expuestos a una fuerte corriente lateral. Hasta hace unos años la marina se desarmaba, como un mecano, en invierno, y los pantalanes principales se sacaban del agua, elevándolos con cabrestantes por los pilotes de sujeción, y pasaban el invierno en el aire. Yo no lo había visto en ningún otro sitio. Ahora ya los dejan en el agua todo el año.


Hemos dedicado la tarde a recorrer la Isla de la Toja y O Grove. Como curiosidades, la forma en que descubrieron las propiedades curativas de sus manantiales. Un vecino de O Grove tenía un burro tiñoso y enfermo, y no queriendo matarlo lo abandonó en la isla. Pasado el tiempo lo encontró gordo y curado, y al seguirlo vió que se rebozaba en unas fuentes de barro caliente. Enseguida se aplicó a los humanos y ahora es un balneario. 


Y respecto a la capilla de San Caralampio, la de las conchas, se construyó sin ellas, como puede verse en esta foto de una visita real de principios del siglo pasado: 


Entre 1940 y 1950 se forró de conchas para impermeabilizar las fachadas, quedando con su aspecto actual. ¡10 años recogiendo y pegando conchas!.


La parte negativa del día es cómo se nos está complicando ir a Sálvora. Tenemos autorización de fondeo para mañana. Pero para mañana se anuncia el mismo viento del NE de fuerza 3 con rachas de 5. El fondeo en Sálvora es en la Playa del Almacén, abierta al Norte, lo que nos obligaría a un fondeo incomodísimo y con la costa a sotavento. Muy arriesgado dejar allí el barco solo para ver la isla. Además hay que fondear a 200 metros de la playa para respetar la zona de baño, lo que pone difícil el desembarco sin anexo, y ya no autorizan a usar el muelle, que está algo resguardado, aunque también abierto al Norte. Y por si fuera poco, ayer hubo un ataque de orcas a un velero a sólo 2,5 millas de Sálvora. 


Con todo eso junto, ir mañana a Sálvora parece meterse adrede en la boca del lobo, y estamos dudando muy seriamente la visita. Ya sabéis que no me gusta ir a tientas y que lo primero es la seguridad. Así que lo decidiremos mañana con la información más reciente, pero soy muy pesimista.

 Con cuidado, navegantes.

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miércoles, 26 de junio de 2024

A Cambados en bici.

Hola navegantes. 

La marina de Vilanova de Arosa es la primera de este viaje en que hemos encontrado problema de plazas. Esta orilla de la ría tiene pocas marinas y es mayor la demanda. Al parecer tienen ya comprometido todo el año y nos han dejado la plaza de un amarrista que ha salido. El ambiente al salir del pantalán es como el de Xufre: el área de carenado y reparaciones. A cambio los baños y duchas están recién renovados y han sido lo mejor del viaje hasta ahora: unas duchas tan limpias y blancas que ves irse por el desagüe lo que ya considerabas parte de tu moreno.

El carril bici a Cambados discurre pegado a la ría, y la mayor parte es de todo uno y tierra, sin asfaltar, y en un momento tuvimos que pisar el lodo negro de un entrante de la ría. Un poco asqueroso, la verdad. Pero a la vuelta, por evitarlo, fuimos por la carretera nacional y es aún peor, por el tráfico.

Cambados es un bonito pueblo famoso por sus pazos, sus palacios y sus edificios religiosos. Por ejemplo las ruinas de la Iglesia de Santa María Dozo,  sobre las que se ha gestado un cementerio, y que aún conserva un altar con su crucifijo y todo: 



o la plaza y Palacio de Fefiñáns, la foto icónica del pueblo.

Como anécdota, en la iglesia de San Benito venden unos botucos de aceite de oliva virgen a 3 euros (unos 100 euros/litro) que hace competencia desleal a los dermatólogos, porque dicen que cura las verrugas, el eccema y la psoriasis (es sólo aceite de oliva y se unta). Es caro pero es porque está bendecido por San Benito. Es curioso lo que consiguen hacer creer los de falda negra de cuello para abajo cuando predican a convencidos.


Cambados tiene un puerto pesquero lleno de rocas y que en su mayor parte se seca en bajamar, inaccesible para la mayoría de los veleros y sin marina deportiva. Como curiosidad, hemos visto usar como material de construcción las conchas de los mejillones, rellenando bloques de barras de hierro armados, como ya vimos en Arcachón con las conchas de ostras:


Tiene también un islote, el de San Sadorniño, unido a tierra por un puente peatonal, donde sobreviven los restos de una torre. El islote tiene una playita de arena blanca. La torre estaba entroncada con otras de la costa para anunciar, mediante señales luminosas, la presencia de piratas que se dirigieran a Compostela. Se abandonó en el siglo XVIII.




A mi me han gustado más la torre y el islote que todos esos edificios antiguos que a los de Cambados les ensanchan el pecho hasta estallar. Y no os digo nada si lo hubiéramos visto en el ocaso, cuando el sol es un rescoldo detrás del horizonte. Aunque seguramente se debe a mi ignorancia artística. A ver lo que dura ese resto arqueológico, porque en pleamar el agua le moja los cimientos.

 Mañana intentaremos ir a la Isla de La Toja. 

Con cuidado, navegantes.

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martes, 25 de junio de 2024

El islote Areoso.

Hola navegantes. 

Hoy salimos de Xufre con dirección al Islote Areoso. Había una brisita regulera del Sur que nos permitió hacer el recorrido a vela tranquilamente. El cielo estaba nublado y estábamos dudando si nos apetecería desembarcar. Normalmente tenemos que hacerlo nadando al no tener anexo.

Areoso es un islote de arena en mitad de la ría de Arosa, que aflora del mar donde todo alrededor son fondos de 15 a 20 metros. Cuesta imaginarse lo que han tenido que retorcerse las corrientes marinas para depositar toda esa arena allí desde el principio de los siglos. 

 Aunque el islote no forma parte del parque natural de las Islas Atlánticas de Galicia hay que solicitar permiso de desembarco. Su acceso está limitado tanto por número de personas y embarcaciones, como por las zonas del islote. Este consta de dos lóbulos y solo puede accederse al del Sur, porque en el del Norte están los restos arqueológicos que tengo que comentar luego.

Finalmente pudimos desembarcar, porque la playa arenosa y la ausencia de olas nos permitió llegar hasta la misma orilla con el Corto, una de las ventajas de la orza abatible.



Otra de las condiciones es que el viento sople de tierra, porque una vez desembarcados clavamos el ancla en la arena , y si sopla del mar empuja al barco contra la orilla y podría dañarse. Como veis, tenemos que dejar colgando una cinta por la banda para usar de peldaño para subir, porque el francobordo es muy alto y si no resulta muy difícil: 


El islote es como una lentejuela de arena con dunas en la cúspide, muy parecido al Puntal de Santander.


 En las dunas anidan especies protegidas. Vimos algunos nidos, sobre todo de gaviotas, y los pollitos. 


Durante toda la visita estuvimos solos en la isla, y sólo al final llegó otro chico en pádel surf. Desde el itsmo que une los dos lóbulos de la isla de ve uno de los restos arqueológicos, una de las estructuras funerarias cubierta con una losa de piedra que data del Neolítico: 


El murete de piedra que lo rodea se construyó para evitar la acción erosiva del mar, que ya en 2013 destruyó una de las cinco estructuras funerarias existentes, de 9 metros de diámetro. Además de los restos neolíticos hay otros de la edad del bronce, porque las primitivas estructuras más antiguas fueron reutilizadas en los siglos posteriores. 

La razón de cómo los hombres de 5.000 años antes de la era común pudieron llevar esas piedras a una isla y vivir en ella es fácil de entender. El nivel del mar era más bajo, y el islote Areoso estaba unido a la Isla de Arosa, y ésta al continente. Se podía pasar andando. 

Por la tarde cambiamos nuestros planes, y en vez de dirigirnos al Sur volvimos hacia el Norte para recalar en Vilanova de Arosa. La razón es poder visitar mañana con las bicis el pueblo de Cambados, que nos han recomendado mucho.

 Con cuidado, navegantes.

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