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viernes, 3 de junio de 2022

Emociones fuertes hasta Ortigueira.

 Hola navegantes.

Hoy salimos de Alúmina Española temprano, y cuando íbamos a virar para salir de la famosa escollera nos apareció este monstruo con tres remolcadores:


Se nos había olvidado que estábamos en un puerto industrial, viniendo de las lanchitas que nos habían acompañado por la noche, y fue una sorpresa verlo tan cerca. Por supuesto le cedimos el paso.

Luego vino una navegación tranquila, la primera mitad a motor y a partir de media mañana con una brisa flojita del N-NE que aprovechamos con la mayor y el espí hasta llegar a la entrada de la Ría de Ortigueira. Está justo tras el Cabo Estaca de Bares, el más septentrional de España. Como casi todos los del Norte, despide una restinga de islotes y escollos a los que hay que dar un buen resguardo. La última roca de esa restinga se llama "estaquito", como si fuera un hijito del Cabo Estaca:

El otro del fondo es el Cabo Ortegal.

Santa Marta de Ortigueira está al fondo de una profunda ría trufada de arenales y con muy poco calado, en algunos sitios sólo un metro. La guía Imray recomienda no entrar más allá de la Isla de San Vicente, donde comienzan los meandros, con viento fuerte del Norte. Nosotros habíamos venido con una brisa muy floja del NE, pero se ve que al ir entrando en la ensenada que precede a la ría se había ido acelerando y no lo apreciamos bien al ir de empopada. Y llegamos a la zona de la isla justo en bajamar, aunque por suerte de poco coeficiente (53). El caso es que embocamos la ría en las peores condiciones, y en el primer arenal tuvimos que atravesar una zona de rompientes que nos venían justo de lado. Ibamos con la orza y el timón subidos (así el Corto Maltés cala 70 cm) pero se veía perfectamente la arena del fondo y estoy seguro de que hasta hacíamos pie. Naturalmente en estos momentos se está para todo menos para hacer fotos, pero nos llevamos un buen susto aunque salimos sin percances.

Luego siguió una tensa navegación por la ría, con el motor y sacando el génova en los meandros en que el viento era favorable, a través de paisajes campestres de postal:


Pero a mitad de la ría de puso a llover y se oían truenos en la distancia, y con la precipitación de ponernos la ropa de aguas equivocamos el camino, y nos metimos en un fondo se saco sin salida. Por suerte nos dimos cuenta y pudimos dar media vuelta y retroceder antes de varar:


Todavía en el puerto hubo otro momento de tensión, porque estábamos con la orza y el timón subidos y así el barco deriva mucho, costándonos mucho alcanzar el pantalán. 

Por si fuera poco, no contestaban ni a la radio ni al teléfono, y al llegar nos enteramos que aquí ya no hay un puerto deportivo con plazas de visitantes. En pocas palabras, que no nos podíamos quedar. Como necesitábamos ir a la compra y a por gasolina, dejamos el barco en la punta de un pantalán, sin estorbar, y fuimos a por nuestras cosas. Pero a la vuelta la puerta estaba cerrada y aquí estamos, viendo nuestro barco pero sin poder entrar, y esperando acontecimientos como en Luarca. Por lo menos aquí ahora no llueve.

Con cuidado, navegantes.

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