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jueves, 16 de junio de 2022

Curiosidades de Santiago de Compostela.

 Hola navegantes.

Hoy hemos pasado el segundo día conociendo Santiago. Naturalmente no voy a contaros aquí los monumentos que tiene, que para eso están las guías turísticas. Yo os cuento las cosas que nos han pasado y las curiosidades que nos han sorprendido.

En primer lugar que los pasos cebra están acompañados de la bandera del orgullo gay:


No sé si os habéis fijado, pero a esta bandera le falta un color. El arco iris real tiene siete, siendo el verde el del centro (por eso a veces se ve un rayo verde al ponerse el sol, ya que al producirse la refracción de la luz el verde es el que corre paralelo al horizonte). La del orgullo gay solo tiene seis, faltándole el azul cielo. 

Las visitas a las iglesias están llenas de curiosidades. Por ejemplo en una había instrucciones de cómo comulgar en la mano:


No sé si es una doctrina oficial o una manía del cura, pero al final siempre tienes que cogerla con dos dedos para llevártela a la boca, o sea que me pareció una tontería. También me hizo gracia que en los bancos hubiera un código bidi para obtener la chuleta de las canciones de la misa. Igual ahora a los seminaristas también les enseñan informática.


La superstición hecha norma la hemos visto en la estación de autobuses, que ha hecho desaparecer el andén número 13:


Y en la parte buena, una escultura de tamaño natural de García Lorca, vestido con el mono azul de su compañía de teatro "La Barraca". Aunque era andaluz, se enamoró de Galicia y hasta compuso poemas en gallego. La ciudad le dedicó hace dos años está escultura y es emocionante verle a tamaño natural, y tan cerca de su admirada Rosalía de Castro:

La parte mala, que justo hoy han cambiado el horario de autobuses y ayer no nos lo advirtieron al sacar el de ida, y menos tenido que esperar casi dos horas de más en la estación. Pero como se nos pincho una rueda de la bici, allí nos entretuvimos arreglándola. Y que al llegar al barco nos le encontramos lleno de polvillo, como cuando en Santander llueve barro, y nos tocó baldearlo.

Hasta mañana, navegantes.

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