Hoy ha sido un día de una navegación corta porque íbamos a llegar a Carcassonne, una ciudad que merece una visita y que en la vuelta a España nos había encantado. En las navegaciones largas, y a no ser que seas adicto al barco, es bueno tomarse el tiempo de hacer una pausa con actividades distintas a puramente navegar, porque si no acabas de los nervios.
Salimos de Bram con el cielo nublado y así se mantuvo hasta media mañana. Cuando llegamos al puerto de Carcassonne a las 12.15 h. volvía a hacer un sol de derretir el plomo, y por desgracia los atraques volvían a estar al sol. Por el camino la única incidencia fue ver en la orilla del canal una peniche medio hundida y vandalizada, que según el esclusero lleva allí más de dos años sin que nadie la retire.
En el puerto de Carcassonne nos han dado un ataque muy raro, porque en vez de donde están las peniches nos han mandado a la orilla de enfrente del canal, por suerte con algo de sombra por los altos árboles, y además lejos de todas esas peniches de alquiler que directamente te hablan en inglés sin hacer el mínimo esfuerzo por hacerse entender en el idioma del país en el que están.
Hemos dedicado la tarde a la intendencia y a una visita turística a La Cité, con la que no voy a aburriros.
Con cuidado, navegantes.
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