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domingo, 22 de junio de 2025

A las puertas de Toulouse.

Hola navegantes.

¡Qué gusto!. Nunca pensé que lo diría, pero hoy amaneció todo nublado y con chirimiri, ¡y nos alegramos!. Después del calor tórrido de los últimos días ha sido como un regalo. Y se ha mantenido así toda la mañana y una parte de la tarde, haciendo la navegación y la vida más agradable. Porque entre otras cosas, Ana y yo daríamos para hacer un atlas gráfico de dermatología sobre las distintas picaduras de mosquito.

A media mañana pasamos por Montech, de donde sale una rama del canal que conduce al pueblo de Montauban, donde está enterrado Manuel Azaña. En la vuelta a España cogimos este ramal para conocer el pueblo. Hoy no hemos podido porque está cortado por un accidente. Una peniche se empotró con la puerta de una esclusa y ha roto la barra hidráulica que la controla. En la foto la entrada al ramal que lleva a Montauban.


Montech es también famoso en todo el mundo por la rampa de agua. Es una obra de ingeniería de los canales única en el mundo, construida en 1973,  y consiste en una especie de tobogán por el que dos máquinas hacen subir una cuña de agua con el barco dentro. Las máquinas son dos locomotoras de ferrocarril con motor de gasoil adaptadas (les han sustituido las ruedas de tren por unas con neumáticos de camión) soldadas una a la otra por una superestructura que va sobre el tobogán de lado a lado. 
Entre ellas arrastran una pared que corre hermética por el interior 
del tobogán empujando la cuña de agua donde flota el barco. Al 
llegar al extremo superior o inferior tiene unas compuertas como 
las de cualquier esclusa y el barco prosigue su camino. 


Cuando dimos la vuelta a España la rampa estaba fuera de uso desde hacía tres años, al parecer porque las locomotoras incumplían alguna norma europea de seguridad, pero había la voluntad de solucionarlo. 
No nos extrañó porque cuando funcionaba era un atractivo de 
la región que estaba anunciado en los folletos turísticos y hasta 
en las señales de la carretera, y había incluso un apeadero desde 
donde contemplar su funcionamiento con buena perspectiva. Por desgracia han pasado 13 años más y sigue inactiva.
Podía subir barcos de hasta 35 metros de eslora que salvaban 
en un solo viaje la altura equivalente a cinco esclusas, con un 
ahorro impresionante de tiempo. Tanto en la vuelta a España como hoy nos quedamos con las ganas de meter el Corto Maltés en aquel invento, como una experiencia única. 

El cierre de la “rampa de agua” afectó a todo el tráfico comercial entre Toulouse y Burdeos, pues todos los barcos que antes podían medir hasta 35 metros habían tenido que ser recortados a 28, que es el tamaño de las esclusas alternativas para salvar el desnivel que antes salvaba la rampa. Ahora todo el entorno de la rampa es un espacio expositivo explicando aquel invento, que por desgracia no se consolidó.



A media mañana nos cruzamos con un velero que estaba parado en mitad del canal sin hacer nada y sin moverse. Los tripulantes no nos pidieron ayuda pero aquello era raro, raro. Yo creo que habían varado y estaban pensando lo que hacer o encomendándose a un dios pagano. El velero era muy grande y, si no fuera de orza abatible, seguro que por ese canal no cabía. El de la peniche que nos congeló anoche los frigolines tenía el bichero graduado de 10 en 10 cm para ver la profundidad, y donde dormimos ayer había 80 cm.

Toda la tarde hemos estado dudando si llegaríamos hoy a Toulouse o no. La final fue que no pero por muy poco, porque las esclusas cierran a las 19 h. pero se sobreentiende que a esa hora has tenido que haber terminado de pasar, o sea que tienes que presentarte por lo menos a las 18.30.h. Y no llegamos por poco. Como las últimas esclusas están muy cerca de la ciudad en un ambiente más urbanita, hemos preferido quedarnos en la número 3, siete km. antes de la ciudad, donde todavía se oye cantar a los pajaritos y el rumor del agua de la esclusa cayendo. 


Mañana llegaremos a Toulouse por la mañana, y descansaremos de esta semana tan intensa y a ver si se nos deshinchan estas manos que escandalizarían a una manicura. Será la mitad del tránsito por los canales, y en otra semana más llegaremos al Mediterráneo.

 Con cuidado, navegantes.

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