Ayer llegamos a Burdeos en un día ambivalente. En la parte buena porque conseguimos hacer las 56 millas con el fueraborda de 6 CV, y estar en Burdeos el domingo, que se incorpora Ana, y donde damos por finalizada la primera etapa de mar para introducirnos en los canales. Llegar aquí con este barquito ya es un orgullo. En la foto el Corto Maltés en el pantalán de honor de Burdeos (sí, se llama así) frente al famoso puente de piedra.
En la parte mala que la navegación estuvo llena de inconvenientes e incertidumbres. En teoría saldríamos dos horas antes de la bajamar, y esas dos horas navegaríamos contra la corriente del río pero ya poco potente. Hacia las 13 h. se invertiría y la llevaríamos favorable hasta Burdeos, con unos 2-2,5 nudos, y además durante 8 horas y no durante 6 que es la duración normal de la marea. Eso se debe a la larga distancia que separa Burdeos del mar, que la onda de marea tarda dos horas en recorrer.
¿La realidad?. Que la corriente no nos resultó favorable hasta las 16 h., tres horas después de lo previsto. No entendemos la razón de este desajuste. Pero la consecuencia fue que, aunque en los mejores momentos nos permitió hacer hasta 9 nudos, estuvimos toda la tarde dudando si llegaríamos a Burdeos y haciendo gestiones infructuosas con otros puertos del recorrido para poder quedarnos. O no respondían al teléfono o eran puertos de varada que no nos convenían. Por el camino nos fuimos familiarizando con el color del agua, que a partir de aquí y hasta el Mediterráneo será marrón y nos permitirá ver nuestra propia sombra en el río como una película:
Y también, por desgracia, con algunas de las sorpresas desagradables, como centrales nucleares en la misma orilla del río o de los canales:
Para más INRI la segunda mitad de las tarde no pararon de caernos encima tormentas con aparato eléctrico y lloviendo como yo nunca lo había visto, o casi. El agua del río se ponía blanca y nosotros empapados. En la foto una de las pocas que pudimos tomarnos frente al puente Chaban Delmas, a la entrada de Burdeos, entre dos chubascos.
Ese puente estaba en construcción cuando pasamos por aquí en la vuelta a España, y ahora es uno de los iconos de Burdeos. Es levadizo pero no inclinando sus dos mitades, sino elevando toda la carretera paralelamente al río como un ascensor.
La maniobra de atraque (que en este río poderoso siempre es dificultosa) la hicimos bajo un chubasco tan fuerte que luego entraba agua por la rendija que queda en la ventana de proa al pasar el cable de la luz (y mojaba mi cama) y por la rejilla de ventilación del tambucho de popa, que tuvimos que sellar con cinta americana.
Por si todo lo que os he contado os parece poco, añadir que mientras estábamos en el estuario nos sobrevolaron dos aviones de caza de los que participaban en los ejercicios de tiro en Las Landas, que lógicamente tienen que dar la vuelta muy lejos y llegan hasta aquí.
Bueno, pero conseguimos llegar a Burdeos. Esta noche se vuelve Luis a España y mañana se incorpora Ana. Por mi parte he sacado la guía imray de los canales de Francia y guardado la de la costa Atlántica. Cada cambio de guía te hace consciente del avance del viaje y es un motivo de satisfacción.
Aqui nuestro recorrido en las dos primeras semanas:
Con cuidado, navegantes.
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