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sábado, 21 de junio de 2025

Más averías...y más algas.

Hola navegantes. 

Hoy salimos de Valence d'Agen con intención de llegar a Montech,  pero enseguida comprenderéis por qué no lo conseguimos. La esclusa 26, Espagnette, no se abría al girar la trompa y tardaron una hora en venir a resolverlo. La esclusera que vino, una chica de sonrisa fácil con los dientes desorganizados, amablemente me dijo que posiblemente también fallara la 16. Yo seguí tan tranquilo porque eso sería como que te tocara las lotería dos veces, muy improbable. Pero resultó que sí, y también nos falló la 16, Escatalens. Aquí veis al Corto dentro de la esclusa como en una cárcel.


Esta vez la puerta se abrió para dejarnos pasar pero luego no se cerraba. Otra hora de espera y ya eran las 18 h, cuando las esclusas dejan de estar operativas a las 19 h. No nos quedó más remedio que quedarnos a dormir en la salida de la esclusa de Escatalens. La parte buena, que mientras esperábamos Ana descubrió un ciruelo lleno de ciruelas pequeñas maduras  (son típicas para hacer una tarta de ciruelas) y hemos recogido como un kilo.


Parecen tomatitos pero son ciruelas.

Otro motivo del atraso y de preocupación es que vuelve a haber algas en algunas zonas, que nos han obligado a las maniobras de siempre, y eso bajo un sol con uñas que arañaba el cuello y la espalda.


Y peor aún,  en la esclusa donde se enredaron había dos escluseros, vieron que me quedaba parado en mitad del canal, me preguntaron qué pasaba, les dije que había cogido algas con la hélice, me miraron con cara de por qué habré venido, y se marcharon sin hacer un amago de intentar ayudarme. Conseguí llegar a la orilla gracias a un viandante que me cogió el cabo que le lancé y me acercó. La siguiente foto es durante el lío del fueraborda, para que comprendais que una bonita imagen a veces oculta un gran problema.


En la parte buena, conocer a gente amable que quiere ayudarte sin conocerte de nada. En Castelsarrasin paramos a comer y dudábamos si terminar allí la etapa, pero resultó ser un muelle expuesto a la canícula y con la capitanía cerrada por ser sábado. Nos habría costado 21 € sólo por la luz y la electricidad, sin aseos ni duchas. Pues dos propietarios de peniches allí establecidas, sin conocernos de nada, nos ofrecieron ducharnos en su peniche. Y en Escatalens, donde estamos para pasar la noche, el dueño de una peniche que no nos conoce de nada nos ha dejado sus frigolines para la noche, y nos va a congelar los nuestros para devolvérnoslos mañana. La famosa solidaridad náutica.

Y también en la parte buena, que hoy hemos atravesado el puente-canal de Cacor,  un acueducto impresionante, de 356 metros, que salva el río Tarn y permite a los barcos de los canales sobrevolar el río. La sensación es curiosísima. 



Para conseguir las fotos la pobre Ana se bajó del barco y se recorrió el puente a paso ligero.

Por lo demás, hemos cogido la costumbre de, cuando nos remojamos nosotros, remojar también el fueraborda. Parece una tontería pero su carcasa es negra y trabaja casi todo el día recibiendo encima un sol como el as de oros. La tocas y arde. Hay que mimarle porque hasta el Mediterráneo es nuestra única propulsión.

Con cuidado, navegantes. 

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