Ayer salimos de Comillas con destino a Santander, y fue una navegación anodina y calcada de las de los últimos días. Un viento del Nordeste difícil de remontar a vela, porque nos venía justo de cara. Casi toda la etapa apoyados por el fueraborda. Cuando intentamos navegar a vela estuvimos dos horas ciñendo para recorrer 6 millas pero sólo avanzar 1,3 millas hacia Santander. Una locura.
Por suerte las últimas millas nuestro rumbo cambiaba hacia el SE y luego hacia el SW, y pudimos hacerlas a vela. Hubiera sido patético volver de una navegación a vela de mil millas y llegar a Santander a motor. Por el camino nos cruzamos con nuestro amigo Nacho, que nos hizo una foto de recuerdo:
Es el Corto Maltés con las velas bien impelidas, delante del Puntal y de Peña Cabarga.
Ahora tocan unos días de recoger y limpiar el barco, y hacer el mantenimiento y las reparaciones de lo que ha ido fallando a lo largo de los dos últimos meses. Mañana o pasado mañana haré una valoración de este viaje y de su protagonista, el Tonic 23.
Con cuidado, navegantes.
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