Hoy nos hemos pasado el día navegando, o sea que tengo poco que contar. Salimos de Pontevedra con poco viento, dijimos adiós a la Isla Tambo y tuvimos que ir toda la mañana apoyando con el motor.
Paramos a comer y echar una siestecita en la Ría de Aldán, al Sur de la de Pontevedra, que dicen que es la más bonita de Galicia. Es verdad que es preciosa y muy poco urbanizada, pero compararla con tantas preciosidades que estamos viendo es difícil.
Mientras comíamos se levantó un viento del NE magnífico que nos permitió una navegación impresionante por la tarde, con las dos velas bien llenas sin bajar de los 5-6 nudos, especialmente al entrar en la ría de Vigo, donde se mantuvo el mismo viento pero ya sin olas, que son lo que más frena a los veleros pequeños. Yo digo que si la vela siempre fuera así no existirían las motoras: a rumbo directo, sin ruidos y a 5-6 nudos sin gastar ni una gota de gasolina. Un chollo.
Cangas tiene tres dársenas en el mismo puerto: los pesqueros van a la de la izquierda, los deportivos al centro y la ferris a la de la derecha. Son principalmente los ferris que cruzan a Vigo y los que se dirigen a las Cíes y a Ons. Cangas la recorreremos mañana y dejo para entonces mis comentarios.
En el puerto había un barco precioso a punto de soltar su amarra por una vuelta mordida mal hecha en la cornamusa. Un nudo mal hecho deteriora el cordaje, el sistema nervioso del que lo hace y en el peor de los casos puede hacer perderse el barco. En este caso habían hecho la vuelta mordida tirando en la dirección en que se suelta, un atentado dinamitero al arte de los nudos y al sentido común. Los dueños son irlandeses y no van a venir en mucho tiempo, y se lo hemos arreglado. A lo mejor todavía se quejan de que alguien les ha enredado en sus amarras.
Con cuidado, navegantes.
¡Duele ver esa amarra en la cornamusa!
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