¡Por fin hemos llegado al mar!. Nos ha costado muchísimo y el último día parece que haya querido darnos la puntilla. Ya nos había advertido Dominique que encontraríamos algas, pero nunca pensamos que en tal concentración. Para empezar, el agua entre Narbona y La Nouvelle está asquerosa. Casi todos el camino fuimos haciendo eslalom entre las algas y la porquería plástica, pero a partir de la segunda esclusa formaban como una alfombra verde imposible de esquivar:
Naturalmente el barco se quedaba parado y teníamos que quitar lo que podíamos del fueraborda y del timón con el bichero, y de la quilla dando atrás. Un horror porque todo eso había que hacerlo bajo un sol de justicia y sin una pizca de sombra. Para que quede claro lo voy a decir bien fuerte, y si estuvieseis aquí os diría que me lo leyerais en los labios: no vengáis al canal de Midi. Es uno de esos paraísos perdidos que tardarán, con suerte, una o dos generaciones en regenerarse, y para entonces habrá sucumbido a otros desastres. Venir aquí es poner en peligro tu salud y tu barco. Yo ya he empezado a hacer gestiones para volver a Santander en un camión con tal de no repetir esta experiencia.
Respecto al calado de este canal, a la hora en que paran para comer los escluseros nos abarloamos a una peniche en la única sombra que había en muchos kilómetros a la redonda. Su capitán nos dijo que cala un metro, y que ayer no había podido remontar hacia Narbona porque tocaba el fondo. Y nosotros, con 70 cm, tocamos fondo cuando intentamos acercarnos a otra sombra de la orilla. El de la peniche estaba allí esperando a ver si subía un poco el nivel del agua. Exasperante.
Por si fuera poco, me ha llegado un correo de Voies Navigables de France acusándome de no haber pagado la vignette (es la tasa por utilizar los canales) y amenazándome con una multa de 1.500 euros. La intenté pagar desde antes de salir de Santander por internet pero no funcionaba, y luego varias veces en el recorrido. En varias oficinas de Voies Navigables de France (VNF) intenté pagarla físicamente y me dijeron que ya no se podía, que había que hacerlo por Internet. Menos mal que, previendo el problema, en Carcassonne le pregunté al funcionario de VNF si podía dar su nombre para que actuase de testigo de que había intentado pagarla y no había podido. Me dijo que si y así lo he hecho, con lo que mi buena fe espero que no se ponga en duda. Pero es que, para más INRI, en el correo me daban un teléfono para gestionar el pago telefónico y resulta que al llamarles me dicen que se les ha estropeado la máquina de cobrar. ¿Os lo podéis creer?. Esto es más ridículo que poner maíz en el ataúd para hacer palomitas en la cremación, y desde luego más ridículo que en España.
Pero bueno, aunque no brindo lo que cuenta es que ya estamos en el mar, que mañana ponemos el palo y que pasado mañana volveremos a navegar a vela por el Mediterráneo.
Con cuidado, navegantes.