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martes, 5 de abril de 2022

Me vendió un café Corto Maltés.

 Hola navegantes.

Es verdad, aquí podéis ver el tiquet de caja. Luego os lo explico.

Hoy hemos pasado el día conociendo Cagliari. Lo más impresionante es el Castello, en cuyo interior están los edificios más emblemáticos con los que no os voy a aburrir. Se entra por el Bastión de S. Remy, donde el hueco que parece dedicado a la estatua de un prócer está ocupado por una vulgar palmera.

Si me entero a quién quitaron de allí os lo contaré enseguida.

Como en este viaje estamos entrando en muchas iglesias hay cosas que nos llaman la atención, como que el acceso al presbiterio esté siempre flanqueado por dos leones:


Si alguien conoce la razón, que la comparta. Porque a veces me aclaráis cosas importantes. Jesús Arregui me explicó que los cuatro moros de la bandera de Cerdeña, de los que os hablé el 2 de abril, proceden del escudo de Aragón, de los siglos en que Cerdeña perteneció a su corona. Y en efecto uno de los cuarteles del escudo de Aragón es idéntico a la bandera de Cerdeña.  En aquella entrada os dije las distintas formas de dibujar a los moros: mirando a la derecha y con la bandana en la frente (la oficial), mirando a la izquierda y con la bandana en los ojos (la independentista), y mirando a la izquierda y con la bandana en la frente (la de la cerveza Ichusa). Pues hoy hemos visto una nueva:

Los moros se miran a la cara de dos en dos. Es una bandera antigua de la época de San Efisio, el patrón de Cagliari. Podíamos abrir aquí un concurso de ideas, porque si la bandera tiene 4 moros y cada uno puede mirar a la derecha o a la izquierda, y cada uno puede llevar la bandana en la frente o tapándole los ojos, ¿sabéis cuántas combinaciones existen para la bandera?. Pues que algún ingeniero lo calcule, pero seguro que son muchísimas (Nota: ya me lo ha aclarado mi hijo Pablo, son 256).

Entre las curiosidades, haber visto que los contenedores de basura se cierran con llave, supongo que para que sólo los usen los vecinos del portal que corresponda. Aunque quizás también aquí esté equivocado, pero cuando estas cosas se implantan en un país terminan llegando a España, o sea que a irse preparando. Una llavecita más en el llavero.


Para los navegantes es un problema adicional pues al llegar a puerto no podemos tirar la basura del barco. Nos pasa en Euskadi, donde algunos ayuntamientos han puesto en los contenedores cierre no ya con llave sino con tarjeta. Nosotros lo solucionamos pasando la basura a bolsas más pequeñas y tirándola en las papeleras, pero habrá quien se canse y la deje en el suelo, donde pueden esparcerla las ratas o las gaviotas.

Otra curiosidad ha sido la pequeñez del ascensor del B&B. Es tan estrecho que si entro de frente no consigo darme la vuelta dentro con la mochila, o sea que tengo que meterme marcha atrás:


Y otra, haber visto que en el puerto, en el pasillo entre los pantalanes, instalan unos campos de juego de un nuevo deporte, que es como el waterpolo pero con piraguas:


Si un barco quiere salir a mitad del partido me gustaría saber cómo lo resuelven, porque las porterías están bien amarradas.

Bueno, pues volviendo a lo del café, en la Playa de Poetto hay un chiringuito llamado Corto Maltesse, que lleva más de 20 años haciendo los honores al personaje que da nombre a nuestro barco:


El dueño se emocionó de que hayamos venido desde España a conocerle gracias a Iñaki, el amigo que conocimos en el ferry y que nos habló de él. Todo el chiringo está decorado con imágenes y frases alusivas:



Y hasta le usan para promover el uso de las mascarillas:


Lo malo, que está junto a un edificio ruinoso que lleva así en la playa 40 años:

 

Es un hospital que se construyó en la época de Mussolini, se abandonó en los ochenta, y como está en un área protegida y/o es un edificio histórico, no se puede tirar. Y llevan 40 años pensando qué hacer con él. O sea que prepararos para lo que puede durar el culebrón del edificio de la escuela de vela de nuestra Playa de los Peligros, en Santander.

Finalmente volvimos a Cagliari rodeando con las bicis las marismas, otra vez un espectáculo de flamencos de los que relajan la vista:


Con cuidado, navegantes.

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