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sábado, 23 de abril de 2022

"¿Cuándo llegamos? (la vuelta a Italia del Corto Maltés)" disponible la próxima semana.

 Hola navegantes.

El libro "¿Cuándo llegamos? (la vuelta a Italia del Corto Maltés)" donde cuento nuestra vuelta a Italia, y a toda la costa mediterránea de Francia, en el verano de 2021, podrá pedirse a la editorial la próxima semana. Lo anuncio hoy para celebrar el día del libro, pero os avisaré el día exacto. Yo lo presentaré en la librería Robinson, de Madrid, el jueves 5 de mayo, pero también os lo recordaré cuando falte menos tiempo.

 

 Como presentación de lo que podréis encontrar en él, os reproduzco mis conclusiones personales en el ultimo capítulo:

 "Respecto a la valoración subjetiva, ya sabéis que no me considero un Huckleberry Finn de los tiempos modernos y que no escribo estos libros para contar batallitas sino para ser sincero con vosotros, especialmente los propietarios de veleros pequeños. Y pretendo que sean un pedazo de mi vida real más que una creación artística. Por eso debo confesar que los casi cuatro meses de navegación se me hicieron largos y que al final, en las feas y duras etapas del Adriático, rocé el hartazgo. Por eso elegí como título del libro la famosa frase de los niños cuando se cansan en un viaje: “¿Cuándo llegamos?”. Pero no fue por las limitaciones de espacio o por las incomodidades de vivir en un barco pequeño, estoy seguro que habría sentido lo mismo en un barco grande. Cuatro meses navegando día tras día de ocho a diez horas, o más, supera la afición mejor asentada, y cualquier placer que se repite mucho vira al disgusto.

El viaje fue tan largo, en primer lugar, por el objetivo de circunnavegar un país, Italia, y por haber empezado el viaje en el país anterior, Francia. Hicimos toda la costa mediterránea de Francia antes de llegar a Italia por un motivo pragmático, abaratar el coste del camión a la ida, ya que cobra por kilómetros. Cualquier otro viaje de ida y vuelta puedes acortarlo cuando quieras, simplemente en un puerto decides volver y no pasa nada. De hecho, la mayoría de los navegantes hacen eso, y es raro cumplir íntegra la longitud del viaje proyectada. También me ha pasado a mí en las navegaciones por el Cantábrico. Pero en este caso una vez arrancados teníamos que llegar a Venecia o más allá, porque dar media vuelta y volver a España por donde habíamos venido hubiera sido muchísimo más largo.

En segundo lugar por la meteorología. Yo hago la programación de los viajes para navegar 25-30 millas diarias, que a la velocidad de crucero de 4-5 nudos significa navegar de cinco a ocho horas diarias, algo muy llevadero. En verano nos levantamos con el sol, arrancamos hacia las 8 h., y estamos en el puerto de destino alrededor de la hora de comer. Eso nos deja toda la tarde para la intendencia y para conocer el sitio de llegada. Pero en la vuelta a Italia ha habido una mayoría de días de vientos contrarios que nos obligaban a dar bordos ciñendo, con lo que la distancia se duplicaba y el tiempo se triplicaba. Nos salían etapas maratonianas de doce horas o más, y si nos quedábamos antes, otro día, aun con vientos favorables, teníamos que recuperar las millas no recorridas y hacer más horas. Algunos días llegábamos a puerto realmente exhaustos, sin ganas nada más que de ducharnos y dormir.

También influyó que una parte del recorrido ya lo conocía de viajes anteriores. Toda la costa mediterránea de Francia y la italiana hasta la Isla de Elba las conocía de la navegación a Elba en 2016 con el mismo barco, y las islas del Mar Tirreno y las Eolias en otros barcos. Los sitios ya conocidos son menos atractivos y estimulantes que los que conoces por primera vez, en que todo es nuevo. Y además los encontré más masificados por el turismo al ser temporada alta, y por el incremento del turismo interior debido al Covid-19 (a la gente le daba miedo viajar a otro país por las limitaciones en las fronteras, y por el temor a verse afectado por un rebrote en el extranjero). Eso hizo que la mayoría de los sitios los viera peor de como los recordaba. Va a ser verdad que no hay que volver a los sitios donde has sido feliz. Y aquí no voy a ser avaro de daros un consejo: no naveguéis por el Mediterráneo en julio y agosto, si es posible hacedlo en mayo y junio. La meteorología es buena, los días son más largos, y os evitareis los problemas con las marinas.

A pesar de lo que acabo de escribir, el viaje mereció la pena. Es bonita la incertidumbre de la navegación a vela, que los encuentros y la meteorología decidan tu suerte y un día puedas hacer una cosa… o la contraria. Volver a la vida simple donde lo que importan son las cosas pequeñas e inmediatas, dónde dormirás esa noche, dónde habrá gasolina, quién te congelará los frigolines o si encontrarás hielo, si el viento será favorable o contrario, si te mojarás o no, etc. Dejarte sorprender por la cantidad de sitios, pueblos, ciudades y personas, que conoces en un solo verano, lo que otros no hacen ni en una vida. Ver gentes con modos de vida diferentes además de bellos paisajes. Luchar por superar las dificultades y los problemas que surgen todos los días, y salir airoso. Y sentir que todo eso te está haciendo más fuerte y la satisfacción interior al superar cada problema. Todo eso me gusta y creo que lo haré mientras me resista la maquinaria. Si consigo que alguno de vosotros haga con su pequeño velero lo que yo con este barquito, que ha llevado tan lejos a mis sueños, y a mí, me daré por bien recompensado".

Como ya os dije, en la vuelta a Italia se nos rifó el spinnaker, lo que nos obligó a hacer la mitad del Mar Tirreno sin esa vela que nos permite ganar un nudo o  nudo y medio. Luego en Sicilia conseguimos uno seminuevo, con el que acabamos el viaje hasta Venecia (el Río Po tuvimos que hacerlo a  motor y desarbolados). Con el spinnaker viejo hemos decidido hacer unas velitas del mismo tamaño que el libro, con el logo del Corto Maltés, y regalaros una con cada ejemplar. Ana y yo llevamos algunos días haciendo velitas en serie como panfletos con la ciclostil. Pero así tendréis en casa una parte de mi barco, y un recuerdo material de la vela que impulsó al Corto Maltés a través de tantas aventuras.

  Con cuidado, navegantes.

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