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lunes, 4 de abril de 2022

A Cagliari, la capital de Cerdeña.

 Hola navegantes.

Hoy fuimos por la mañana a conocer San Antioco. En su basílica están las reliquias de Antioco, el patrón de la isla. El hombre nació en Mauritania al final del siglo I de la era común, y fue médico. Convertido al cristianismo, fue condenado a trabajos forzados a la isla que ahora lleva su nombre, donde fundó una comunidad cristiana y donde murió. En la basílica se conservan algunos de sus huesos. ¡Qué morbo con las reliquias!.

Lo más divertido es el tema del reloj de la basílica, que bien merecería ser una anécdota española. Se decidió instalar un reloj en el pueblo para regular mejor la vida de la comunidad, y para eso construir un campanario en la basílica. La decisión se tomó en 1860, pero la torre del campanario no se terminó hasta 1895. En estos años el reloj de dejó en la casa de un particular. Cuando se le fue a instalar en la nueva torre del campanario estaba tan oxidado que no servía, y entonces hubo que comprar otro reloj para rellenar su hueco en el campanario, lo que llevó 5 años más. En la foto, el campanario con el reloj.


Luego fuimos a Cagliari por la carretera costera, la más larga pero no teníamos prisa. Es una panorámica de acantilados y playas, donde se libra eternamente la batalla entre lo sólido y lo líquido, y siempre gana lo líquido, con algunos pecados urbanísticos como este hotel, que me recordó al Algarrobico del Cabo de Gata:

Quitando ese susto, las vistas son espectaculares y la costa muy virgen, y con algunas lagunas salobres y marismas interiores que se comunican con el mar por estrechos canales, y que estaban ocupadas por flamencos.




A media tarde llegamos a la capital de Cerdeña, Cagliari, que veremos mañana.

Y para terminar una curiosidad sobre cómo avivan el fuego de la leña por aquí. En vez de con fuelle, lo hacen soplando por un tubo como de un metro de largo. Un sistema muy original, y muy bueno para el coronavirus (para él, claro).


Con cuidado, navegantes.

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