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viernes, 1 de abril de 2022

Mal tiempo.

 Hola navegantes.

Hoy nos levantamos en Sassari con cara de por qué habré venido, porque estaba nublado y frío, y el resto del día el tiempo se compuso de lluvia, viento racheado, oscuridad, una breve calma, y a continuación más viento y lluvia. Y eso, para visitar ciudades en bici, no es lo más cómodo. A pesar de eso dedicamos la mañana a visitar Sassari, la segunda ciudad de Cerdeña. A mí no me gustó nada, su catedral tiene una fachada barroca que resulta graciosa porque San Nicolás, a quien está dedicada, es como veinte veces más grande que el padre eterno, al que tiene encima. Y lo más divertido, lo que ha espabilado un colega oftalmólogo. Al lado del los libros de oraciones, que tenían la letra muy pequeña, había puesto un papel a mano con la dirección de su consulta, para que los que no pudieran leer el libro por la vista cansada supieran dónde acudir para hacerse las gafas . 


Luego descendimos por la costa oeste hasta Alghero, que se llama así por la abundancia de algas. Dicen que es la ciudad más española de Cerdeña porque perteneció varias décadas al trono aragonés, y que su dialecto es muy parecido al catalán. El casco antiguo está rodeado por unas murallas que frenan directamente la fuerza del mar, y tiene recuperadas unas catapultas defensivas.



Finalmente vinimos a Bosa, el pueblo más bonito que hemos visto hasta ahora. Está construido en las orillas del Río Temo, el único navegable de Cerdeña, y sus casitas de reflejan en el río como si un pintor hubiera querido enseñar a un niño todos los colores de su paleta.


Tiene varios puentes desde se tiene una perspectiva preciosa del pueblo, y en lo alto de la colina el Castillo Malaspina, que veremos mañana.

Al final de la carretera se llega a Bosa Marina, con un puerto deportivo y una torre defensiva militar en una península que primero debió de ser una isla, pues se llama Isla Rossa. Ahora está unida a la tierra firme por un tómbolo de arena.



La Playa de Bosa es considerada como la más limpia de Italia, aunque hoy no pudimos comprobarlo.

La parte mala, que hace dos años tuvieron que cortar casi todas las palmeras por una plaga. Donde antes había un palmeral ahora hay una colección de tocones. Los ancianos nos dijeron que Bosa ya no volvería a ser lo que era:

Y volvimos a ver esa costumbre de Sicilia, y hace años de España, de poner las esquelas de los fallecidos en la pared:

Con cuidado, navegantes.

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