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martes, 12 de abril de 2022

La Cueva de Nettuno y el intestino.

 Hola navegantes.

Hoy hemos cerrado la circunvalación de Cerdeña viniendo a su esquina noroeste.

Primero fuimos a la Cueva de Nettuno. Es una cueva al nivel del mar que sólo puede visitarse con buen tiempo, y por eso no pudimos ir al principio, que había temporal del oeste. La cueva está inundada por el mar a través de un sifón, y dentro se nota la marea. Se accede por una escalera tallada en el acantilado, de 650 escalones.


También se puede llegar en barco, que hace una maniobra impresionante metiendo la proa en la misma cueva para desembarcar:

Dentro se visita una típica cueva de estalactitas y estalagmitas como muchas que hay en España:

El problema del acceso en barco es que algunos se marean (el trayecto desde Alghero es hora y media) y deciden volverse por la escalera, precisamente de subida. Eso le ha pasado hoy a una señora de 80 años, cubana, y ha subido casi a nuestro ritmo todo el trayecto. Una fortaleza impresionante para su edad.

Luego fuimos al Cabo Falcone, el extremo noroeste de Cerdeña, desde donde se desprende la Isla Asinara. Hay allí un pueblo llamado Stintino (Ana y yo llevamos todo el día llamándole "intestino") que se creó artificialmente para alojar a los 500 habitantes de la Isla Asinara en 1885. En aquél año se decidió convertir la isla en lazareto y en cárcel de alta seguridad, y los habitantes desalojados a la fuerza. Ahora viven de la pesca y el turismo, tiene dos puertos, y una curiosa decoración urbana con esculturas de granito, entre las que destaca una cola de ballena en el agua del puerto

y un velero dedicado "a la gente del mar":

Luego fuimos a la punta misma del Capo Falcone, desde donde se divisa una torre de vigilancia, la Isola Plana (donada por una familia al Estado a condición de que se mantuviera virgen), y al fondo la Isola Asinara, la del penal.

Ya estamos en las bocas de Bonifacio, el estrecho entre Cerdeña y Córcega, y el viento sopla siempre muy duro. Hoy había un nordeste de fuerza 6-7 y estaba lleno de furgonetas y velas de los del windsurf.

Al final del día hemos venido a Porto Torres para coger el ferry de vuelta a España de madrugada. Aquí si que no hay nada que reseñar, por lo menos nada bueno que hayamos visto. En el entorno del puerto una industria supongo que petroquímica por las chimeneas y los depósitos, muchos almacenes y tinglados en ruinas, y en el pueblo un puerto pesquero y deportivo desde donde también salen algunos ferrys.

Con cuidado, navegantes.





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