Hola navegantes.
Hoy hemos venido a Armintza. No es por ser aprensivo, pero fijaos lo que dice la guía Imray de Armintza:
Se comprende perfectamente al ver su entrada desde el aire, que es como un embudo con forma de mango de bastón, con un metro de calado en bajamar, y además rodeado de rocas y de rompientes:
Pero claro, eso es en las peores circunstancias, que no se daban hoy. Nosotros entramos a media marea, con la orza subida, y además con las valiosas indicaciones de Borja, un navegante que amarra su velerito (el Gwenole) en Armintza, y de sus compañeros de Bimep, la empresa que gestiona el área marina experimental y las boyas de energía mareomotriz frente al puerto. Por cierto, el Gwenole es el único velero de Armintza, debido al poco calado del puerto (un metro en bajamar y con zonas que se secan) y a que Borja lo eligió con orza abatible.
La entrada es, en efecto, impresionante, porque está rodeada de bajos rocosos y es tan estrecha que no ves que hay una entrada hasta que estás prácticamente dentro, y tienes que hacer un acto de fe en la cartografía para dirigirte derecho a las rocas y creerte que allí hay un hueco.
Pero dentro el puerto está detrás de un muro impresionante que le protege del viento del Nordeste y del oleaje, y hay un microclima y el mar está como una piscina. De hecho estaba lleno de chicos y chicas bañándose y tirándose al agua desde los muros a pesar de la prohibición.
Nos hemos quedado amarrados al muro en una zona con un metro de calado en bajamar, preparada con un sistema extraordinario para amarrar el barco sin tener que calcular y modificar la longitud de las amarras con el cambio de marea. Hay una maroma colgada del muro haciendo comba para amarrar el barco a ella. Al subir la marea el barco arrastra la maroma con su flotación, y la maroma no le deja alejarse del muro.
La calma que reinaba hoy en el mar no debe ser representativa de lo que es Armintza. En invierno debe ser terrible y será cierto el comentario de la guía Imray, porque fijaos que las tapas de las alcantarillas del muelle están remachadas al hormigón para que no las lancen por los aires la fuerza de las olas:
Hemos acabado el día compartiendo un montón de anécdotas con Borja y ya tenemos un nuevo amigo. A Borja le conocí el año pasado cuando pasé frente Armintza y él estaba de servicio en la lancha de Bimep. Sin conocernos de nada se ofreció a ayudarme a entrar al puerto cuando volviera a navegar por la zona, y me dio su teléfono, lo que me ha permitido volver a contactar con él. A pesar de estar recién vuelto de vacaciones navegando y por lo tanto con muchos compromisos con su familia y su hijita, ha encontrado el tiempo y el interés para ayudarnos en la recalada y luego hacernos cómoda la estancia en su puerto. Gracias, Borja.
Hasta mañana, navegantes.
Ostras, me acuerdo de eso la vez que pasamos y vino a aconsejarnos por donde pasar la zona de exclusion y que se habia perdido una boya de la marcacion, muy buena gente Borja, esta claro.
ResponderEliminarMe alegro que ya pudiese conocer ese precioso puerto.
Por cierto me tienes que explicar mejor lo de la maroma de amarre.
Abrazos, Daniel.