Hola navegantes.
A la espera de las regatas de traineras de mañana en San Sebastián, hoy hemos ido a conocer Vitoria en autobús.
La ciudad tiene un centro histórico y monumental que llaman "la almendra" y un pasillo verde periférico que une varios parques, de 30 km, que no nos dio tiempo a visitar aunque debe ser precioso (uno de los parques tiene estanques y zonas inundadas, y hasta ciervos; lo veremos en otro viaje).
Nos llamó la atención la visita a la catedral vieja, que está en proceso de restauración desde hace años y se calcula que no terminará hasta 2040. La catedral se estaba cayendo y se cerró al culto por el temor de que se derrumbara encima de los fieles en una misa. Es en la que basó Ken Follet la novela "Un mundo sin fin", y como agradecimiento a la publicidad que hizo de ella tiene una escultura de tamaño natural junto a la entrada.
Se visitan hasta los cimientos y el subsuelo, donde empezó la restauración reforzando los pilares y sus zapatas, y de allí hacia arriba hasta el tejado.
Por el contrario la catedral nueva, de principios del siglo XX, aunque esta terminada y nuevecita, no puede presumir de nada porque a mitad de la construcción se quedó sin financiación y se terminó con menos un tercio del volumen del proyecto original. Se proyectó así:
y de quedó así:
Estaban ordenando a un sacerdote y era un lío, por la procesión de curas que se formó dentro, y porque el culto y las canciones eran en euskera, en castellano y en latín. Menudo lío.
Hicimos la ruta de los murales, fachadas enteras pintadas no por grafiteros sino por los propios vecinos organizados en torno de talleres de arte. Son magníficos y hacen muy entretenida la ciudad, pues te los encuentras detrás de cualquier esquina:
En mitad de la ciudad hay una antigua "nevera". Es una excavación enorme que servía para almacenar nieve y usarla como refrigerante para distintos usos, de las que se conservan algunas en Cantabria y otras provincias del Norte pero en mitad del monte. Aquí la de Vitoria:
Hasta mañana, navegantes.
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