Hoy por la mañana hemos hecho una excursión por el río Hérault. Es fácilmente navegable, está lleno de veleros:
y su salida al mar, por lo menos un día tranquilo como hoy, no ofrece ninguna dificultad.
El problema en las travesías es que a lo mejor te metes al puerto de un río, por la noche cambia el viento, y al día siguiente no puedes salir por el revoltijo que se forma en la desembocadura. Y pierdes allí algunos días. Un matiz muy importante cuando oigáis hablar de un puerto a los que sólo salen a dar unos bordos y vuelven en el día. De hecho, fijaos cómo amarran los barcos:
Con unas pértigas que los alejan del muelle para que no se destrocen cuando hay olas. Algunos además intercalaban muelles en las amarras y se habían roto. Habría que verlo con mal tiempo para opinar.
Lo que si puedo confirmaros es que hay un astillero, llamado "El Alemán", que puede desarbolar los veleros, sólo cobra 48 € por cuarto de hora (para el Corto Maltés es suficiente) y te deja pasar la noche anterior o la posterior en un muelle gratuito para los preparativos o los retoques. A tener en cuenta si el pronóstico es bueno.
Por la tarde fuimos a recorrer Agde. Especialmente la Catedral de Saint
Étienne. Es una iglesia fortificada hecha con rocas de basalto negro, lo que le da un aspecto de castillo más que de lugar de culto.
Y el castillo Laurens, que con sus jardines ocupa entera una isla fluvial frente a Agde. El castillo estaba cerrado y sólo pudimos ver los jardines, y desde ellos el salto de agua del río por el que te caerías si te pasas la desviación para la esclusa:
Entre las curiosidades, la oficina de la empresa Canalous, donde nos hemos quedado en Agde, que está en una peniche sacada del río:
Aquí quiero resaltar otro ejemplo de la buena gente que te encuentras en los viajes. El Halte Nautique no tiene aseos y hace un calor de derretir coletas. Pues su empleado, de nombre "Olivo" (es dominicano y al parecer allí es un nombre, e incluso un apellido, corriente) nos ha ofrecido ducharnos en el baño de una de las peniches que alquilan, por la cara, y guardarnos en ella los frigolines, porque tienen hasta congelador. Con este calor, dos sorpresas inesperadas para dar chingoletas. Gracias, Olivo. Gracias a ti el Corto Maltés a subido de categoría:
Y la otra curiosidad, un bebedero de agua para los perros al que han puesto hasta hielos:
Nunca se me había ocurrido pensar si los perros prefieren el agua fría a la del tiempo.
Con cuidado, navegantes.
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