Hola navegantes.
Esta dibucarta es de cuando remontamos el Río Loira hasta Nantes (clic encima para verla mejor).
Tuvimos que remontarlo sin haberlo previsto, por un cambo inesperado de planes. En Nantes se despediría Miguel y se incorporaría Ana a la tripulación, y con ella mi tripulante preferido, la felicidad. La estrategia era estar en la desembocadura del Loira en la bajamar, para coger la corriente de marea río arriba y poder llegar a Nantes en una sola marea. El río es tan largo (más de 40 millas) que la onda de marea tarda 2 horas en remontarlo, y por lo tanto teníamos 8 horas, y no 6, de corriente favorable.
De hecho pudimos remontar todo el río a vela, y en las horas centrales de la marea a más de 7 nudos. Transcurre por paisajes campestres y empiezan las sorpresas de Alicia en el País de las Maravillas, como la casita encima de la chimenea, el velero derretido encima de una esclusa, la casa sumergida, el gusano rojo, el oso en un árbol, y otras sorpresas que no pudimos fotografiar. Podéis ver las fotos en la entrada del blog de aquél día:
Para mí ya no eran sorpresas porque las conocí en la navegación anterior por el Loira en 2015, pero entonces, que no íbamos advertidos, parecía que hubiéramos chupado sapos alucinógenos. Son obras de arte faraónicas instaladas a partir de 2007 a lo largo del río, y en la propia ciudad de Nantes, como parte de una iniciativa de relanzamiento turístico de la ciudad y de su entorno. La casa en la chimenea es una obra de Tatzu Nishi. Construyó la chimenea, de 15 metros de alto, y encima el chalecito. El velero flácido es una obra del escultor Erwin Wurm titulada “Inconcebible”. Toda la obra de este escultor es un viaje al absurdo, igual que sus explicaciones. Y la casa sumergida es una obra de Jean-Luc Courcoult, fundador de una compañía de espectáculos. Es una casa de piedra de tres pisos en mitad del cauce (47º 12,3’ N; 1º 42,9’ W) bastante inclinada hacia el centro del río como si estuviera a punto de desplomarse, y parecía incluso que alguien viviera dentro, porque había luz en una ventana del piso superior. Desde luego era algo sorprendente y digno de ver. Desde Nantes y otros puertos del río se proponían visitas en barco, incluso nocturnas para apreciar más la desolación, con aquella ventana del piso superior encendida. A lo largo del río, y en los pueblos ribereños, había muchas más esculturas faraónicas y sorprendentes, pero no las vimos todas y seguro que por algunas pasamos de largo sin apercibirnos de su presencia o sin darles valor alguno. Miguel llegó a Nantes alucinando de esa asamblea de irrealidad.
Al primero que transcriba su texto aquí abajo, en los comentarios, le regalaré el original.
Con cuidado, navegantes.
Hola navegantes, conté en la navegación a Bretaña en 2015 que el Loira es el río más raro que se puede navegar y que meterse en él es como hacerlo en Alicia en el país de las maravillas. Te lleva a Nantes por unos paisajes irreales. Tuvimos que meternos en él por un cambio de planes imprevisto pero nos encantó. Ojalá vosotros también podáis ir alguna vez a conocerlo.
ResponderEliminarJosé Antonio
Casi, casi . Te has comido unos pelitos del bigote y la nariz. Inténtalo otra vez.
ResponderEliminarA ver ahora: Hola navegantes, ya os conté en la navegación a Bretaña en 2015 que el Loira es el río más raro que se puede navegar y que meterse en él es como hacerlo en Alicia en el país de las maravillas. Te lleva a Nantes por unos paisajes irreales. Tuvimos que meternos en él por un cambio de planes imprevisto pero nos encantó. Ojalá vosotros también podáis ir alguna vez a conocerlo.
ResponderEliminarJosé Antonio
Ahora sí. ¿Eres el mismo José Antonio de la anterior?.
EliminarEl mismo, me pareció divertido intentarlo con esta también
ResponderEliminarVale. Era por la dirección. Te la mando a la misma. Gracias por seguirnos. Un saludo.
EliminarGracias a ti
ResponderEliminarRecibida hoy, muchas gracias Álvaro.
ResponderEliminarJosé Antonio