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miércoles, 25 de octubre de 2023

Dibucarta de La Rance.

 Hola navegantes.

Esta es la dibucarta de cuando entramos en el río La Rance, poco antes de desembocar en el mar a la altura del canal de La Mancha (clic encima para verla mejor).

Es un río mitad dulce, mitad salado, y uno de los sitios más curiosos por los que se puede navegar, porque allí las mareas no dependen de la luna. Se cerró en 1966 con una presa mareomotriz que utiliza la fuerza de la marea al subir y al bajar, y por lo tanto la represa se llena y se vacía, y para mayor eficiencia se puede modificar el nivel de la marea aguas arriba.

 O sea, se ha creado un régimen de mareas artificial cuya amplitud puede ser desde cuatro hasta doce metros y medio en vertical, y eso de un día para el siguiente. Los horarios de mareas y su altura se dan sólo para una semana, y encima están apostillados con la frase: "Estos horarios son sólo probabilidades. Pueden ocurrir cambios". Y son importantísimos, pues definen las horas a las que se puede entrar y salir de los muchos puertos que hay en el río, y lo más importante, te avisan de lo que puede pasar si varas en una orilla. En las mareas naturales sabes qué día podrás volver a reflotar según la marea, normalmente en la siguiente pleamar. Pero allí te arriesgas a quedarte en seco varios días, semanas o meses, hasta que ese ritmo artificioso te facilite el agua necesaria para reflotar. Porque obviamente no van a modificar la marea y el plan energético de  Bretaña para que un velero desencalle. 

Igual que varía la altura de esa marea artificial también puede variar su fuerza. A veces las necesidades hidroeléctricas obligan a aperturas “exprés” en que el agua entra o sale con la fuerza casi de un tsunami. Cuando eso se prevé se anuncia con suficiente antelación, pero siempre hay despistados que no se enteran y salen a navegar desconociendo el peligro.

Si la apertura exprés es de vaciado te puedes quedar varado en cualquier esquina. Y si es de llenado, se produce una ola que barre las orillas como una pororoca. Y el peligro es el mismo para los bañistas de las playas del interior del río, y en sus inmediaciones hay unas señales luminosas que avisan cuando hay que abandonar el arenal y alcanzar lugares elevados con la mayor rapidez posible.

En un puerto de La Rance volvimos a arbolar y nos dirigimos de nuevo al mar, a la altura de Saint-Malo. Entonces no sospechábamos que allí nos esperaba la peor sorpresa del viaje y de toda mi vida de navegante, la deserción de un  tripulante.

Al primero que la transcriba le mandaré el dibujo original de recuerdo.

Con cuidado, navegantes.

2 comentarios:

  1. Hola navegantes, a estas alturas de la navegación nos habíamos librado de las algas en los canales y llegamos al río La Rance. Es un sitio difícil de navegar porque las mareas son impredecibles y no dependen de la luna. Yo ya lo conocía de la vuelta a Francia y era mi segunda vez, pero hay gente que ni se lo cree. Allí pusimos el palo y volvimos al mar.
    José Antonio

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  2. Es tuya, José Antonio. Y la otra se la mandaré a Luis de tu parte. Un saludo y gracias por seguirnos.

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