09/06/2023 Arcachón-Royan
Comienza otra jornada larga e intensa.
Setenta millas hasta alcanzar Royan al amanecer del siguiente día. El
Corto Maltés tiene un andar lento y seguro. Bien gobernado, es capaz de
las mayores gestas. Arcachón impone, como condición para abandonar a la
“hermosa dama” sin contratiempos, tener la marea bien presente. La
bajamar comienza a las once de la mañana. Nada de madrugones, pues. El
plan consiste en pasar día y noche en el mar, aparejar velas para hacer
cuatro nudos de media y procurar estar en la desembocadura del Garona a
las seis de la mañana, con la marea entrante y ojo avizor para no
equivocar ninguno de los muchos hitos que flanquean su estuario. Allí,
las corrientes y la potencia del río en bajamar forman olas rompientes,
catastróficas de no haber sido previstas.
La
navegación discurre en una sucesión de gozos visuales: la línea del
horizonte parte en dos el espacio a proa, pinta un cielo celeste que
grandes nubes algodonosas se apresuran a recorrer. El agua se tiñe de
azul cobalto. El tajamar del barco lo abre milla a milla. Nos embelesa
de nuevo la duna de Pilatos al contemplar como la luz del primer sol la
dora con desgana. Se forma un gracioso copete sobre ella cuando asciende
desde el mar el aire cargado de humedad: nada hay más hermoso que la
naturaleza y sus juegos. Tras cuatro horas de navegación ininterrumpida
—debemos rodear los bancos de arena y la larga aguja de Cap Ferret—, nos
encontramos en la misma latitud que a la partida, pero fuera de la
bahía. Destroza el embeleso el rugido atronador de la fuerza aérea
francesa: continúan con sus prácticas de tiro.
Comida, siesta,
café y lecturas marineras mientras el barco merienda millas. Stefan
Zweig biografía a Fernando de Magallanes. Admiro la firme determinación
del portugués, me compadezco de las penurias que hubo de pasar para,
finalmente, no alcanzar la gloria sino en el recuerdo que el mundo le ha
profesado después. Para sí hubiera querido este mar, este viento y esta
pacífica tripulación. La suya se amotinó y hubo de hacer expeditiva
justicia en la persona de su capitán, Gaspar de Quesada. Aquella noche
en puerto San Julián quienes estuvieron a su lado y se jugaron la vida
en violenta sublevación, Duarte Barbosa y Joao Serrao, la perderían
luego de manera absurda; en cambio, quien se manifestó en abierta
oposición, Juan Sebastián Elcano, azares del destino, acabaría por
llevarse la gloria de ser el primero en circunnavegar el planeta.
El
sol se pone sobre el mar y la esperada media luna tardará algunas horas
en aparecer. Cuando al fin lo hace, riela el mar con su reflejo y no
nos abandona hasta Royan. Para mi cuarto de guardia me apresto de
chaquetón, radiobaliza y chaleco salvavidas. Con los ojos bien abiertos
me dejo mecer por el balanceo y revisito canciones desde los auriculares
—Meteorit ferit (Clamor), María Arnal i Marcel Bagés—. Junto a ese gajo de luna, resultan la mejor compañía de la noche.
Miguel Cabero (https://caberomiguel.blogspot.com/)
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