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viernes, 19 de agosto de 2022

Adiós, Bilbao.

 Hola navegantes.

Hoy por la mañana nos vinieron los Reyes. Héctor, el patrón del "Ibai Alai", el barco de los recorridos turísticos por la ría, nos trajo una botella de vino y productos de su huerta para hacernos más llevadera la vuelta. Gracias, Héctor.

Hemos dedicado la mañana a conocer más sitios de Bilbao, que no paramos de descubrir. Lo primero, ir a conocer el "Manhattan Vasco", la isla artificial que os conté en el Nervión. Se accede por un puente de reciente construcción, que ya os dije que ha sustituido a la península natural que existía en el mismo lugar:


La siguiente foto es una histórica que he recuperado de cuando estaba esa obra realizándose, para que comprobéis el trabajo monumental: quitar un istmo natural para sustituirlo por un puente. Al parecer el objetivo fue bifurcar la corriente del río en dos ramas, para que fueran menos perjudiciales las crecidas:


Esperemos que en poco tiempo sea un centro de atracción de las ciudad, como lo fue la isla fluvial de Nantes, en Francia, que tuvo el mismo desarrollo: una isla industrial convertida en centro de ocio.

La isla está todavía en obras e instalando infraestructuras, y no puede accederse a la mitad de su superficie.


Si te pones un poco nostálgico, da pena pensar el cambio que se va a producir, por ejemplo cambiar esta casita por el bloque proyectado, pero así es el progreso:


Luego hemos subido a la Basílica de Begoña por unas interminables escaleras, las Escaleras de Mallona, ya bajo un sol de derretir el plomo. 

Y finalmente Ana me ha llevado a limar un poco mi costra de ignorancia artística en la exposición de pintores vascos del BBVA, que nos ha gustado mucho.

Hemos recorrido la ría por la orilla de enfrente, y desde allí se comprende por qué dicen que el Guggenheim recuerda la silueta de un mercante. Se necesita esa perspectiva para reconocerlo:


Nos hemos despedido de esta bonita ciudad con el temor de que sea nuestra última visita en barco si se construye el puente de la orilla Oeste de la isla, que como os dije no será transitable por veleros. Y por la tarde hemos descendido el Nervión otra vez contra la marea, que ahora era entrante.

Al llegar al puente colgante llamé por el canal 14 a la barquilla y, en efecto, con toda naturalidad acordamos que pasaría cuando ella llegara a Portugalete ("Portu") y mientras cargaba y descargaba los coches. Otros dos barcos deportivos, un velero y una motora, pasaron una poco después que nosotros, y los dos llamaron por el 14.

Hoy dormiremos en Santurce y mañana iniciamos la vuelta a Santander.

Con cuidado, navegantes.



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